Las conspiraciones con muchos cómplices se revelan antes, por la tendencia natural a que algunas personas filtren datos.
La mayoría de las teorías ‘conspiranoicas’ relacionadas con la sanidad son fáciles de desmontar con argumentos científicos. Sin embargo, muchas personas siguen dando pábulo a hipótesis descabelladas, ya sea por ignorancia del método científico o por pura cabezonería. Para ellos,
un estudio de la Universidad de Oxford prueba la falsedad de un complot en torno a las
vacunas o la
cura del cáncer recurriendo no a la ciencia médica sino a los
fundamentos de estadística elementales que se aprenden en bachillerato.
Para probar que estas teorías están erradas, la investigación parte de la suposición de que sean ciertas. Para ello, habría una condición indispensable: el secreto. El estudio establece que las conspiraciones con muchos cómplices se revelan antes, por la tendencia natural a que algunas personas filtren datos y establece un método estadístico de calcular cuánto tiempo tardan en revelarse los secretos.
Vacunas y cura contra el cáncer
En concreto, la ecuación diseñada por el doctor
David Robert Grimes, de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, calcula que una conspiración sobre la seguridad de las
vacunas se desvelaría en tres años y dos meses y la ocultación de la
cura del cáncer, en tres años y tres meses. Aunque cualquiera, como individuo, puede guardar un secreto, este trabajo sugiere que en grandes grupos de personas que comparten una conspiración, siempre hay alguien que la revela.
El doctor Grimes, físico que trabaja en la
investigación del cáncer, y que también es divulgador científico, explica que recibe muchas comunicaciones de personas que creen en conspiraciones relacionadas con la ciencia. Esos mensajes le llevaron a analizar si los complots a gran escala eran realmente sostenibles. “Aunque creer que los alunizajes fueron falsos puede no ser perjudicial, la creencia errónea sobre las vacunas puede ser fatal”, explica Grimes.
Grimes tuvo en cuenta el número de conspiradores, la cantidad de tiempo e incluso los
efectos de la muerte de los mismos, ya sea de vejez o por medios más infames. La ecuación realiza una estimación realista de las posibilidades de cualquier individuo de revelar la trama. Se emplearon conspiraciones genuinas para contrastarla, incluyendo las desveladas por
Edward Snowden.
Miles de personas implicadas
Grimes analizó después las ‘conspiranoias’ más populares, estimando el número mínimo de personas necesarias, con el fin de ver cómo de viables podrían ser. Por ejemplo, según su estudio, si se cree que la OMS oculta la
inseguridad de las vacunas harían falta 22.000 personas y si se piensa que la
industria farmacéutica mundial está implicada, 736.000. Por otro lado el ocultamiento organizado de la cura para el cáncer requeriría 714.000 personas.
Finalmente, se centró en el número máximo de personas que pueden participar en una intriga con el fin de mantenerla, con un máximo de 2.521 personas para un complot durante los últimos cinco años. Para mantener una trama sin detectar durante durante
más de una década, deben estar implicadas menos de 1.000 personas, mientras un engaño de un siglo debe incluir menos de 125 colaboradores.
“No todas las personas que creen en una conspiración son necias o irracionales. Tengo la esperanza de que, mostrando lo escandalosamente improbables que son algunas teorías de la conspiración, algunas personas reconsideren sus creencias
pseudocientíficas”, concluye el investigador.
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