Algunos estudios indican que la profesión médica tiene mayor tasa de suicidios



27 feb. 2016 13:58H
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Juanma Fernández. Madrid.
En la práctica de la medicina, la formación humanística del médico siempre es un bien demandado e incluso exigido. Esto se debe a que tanto el profesional como el paciente son personas y en ese sentido se ha de establecer la relación pero, ¿cómo le afecta al primero su día a día? El Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME), muestra en sus datos de 2014 que el 66 por ciento de los que demandan sus servicios lo hacen por un trastorno mental, un 16 por cien por alcoholismo, un 8 por ciento por drogadicciones (sobre todo cocaína) y un 10 por cien presenta patologías duales.

Serafín Romero, vicepresidente de la Fundación Patronato de Huérfanos y Protección Social de Médicos Príncipe de Asturias.

Ese mismo estudio revela que el 27,1 por cien de los diagnósticos clínicos se refieren a trastornos del estado de ánimo, seguidos en un 23,1 por ciento por trastornos relacionados con el consumo de alcohol y otras sustancias. Unos resultados que se conocen gracias al paso que los profesionales dan, conscientes de que necesitan ayuda, y es que PAIME también descubre que si muchos llegan derivados de sus familiares o compañeros de trabajo, prácticamente la mitad lo hacen por iniciativa propia.

Serafín Romero, vicepresidente de la Fundación Patronato de Huérfanos y Protección Social de Médicos Príncipe de Asturias, de la que depende PAIME, explica que “en realidad, el riesgo de los médicos de padecer estas patologías es similar a la de otros trabajadores de otros ámbitos”. “Tenemos calculado que, a lo largo de su carrera, entre el diez y el doce por ciento de ellos padecerán algún trastorno mental que podrá estar relacionado, o no, con las adicciones: depresión, ansiedad y, en el peor de los casos, trastorno bipolar o psicóticos”, matiza.

Lo cierto es que la recopilación de todos estos datos va arrojando conclusiones: “Pensábamos que los psiquiatras o los anestesistas eran dos especialidades tendentes a padecer este tipo de problemas y nos hemos dado cuenta de que no es así”, cuenta Romero. Sin embargo, son “los médicos de familia y los de medicina interna” los más afectados: “Sobre todo en zonas urbanas”, añade.

El 'peligro' de los jóvenes

Los médicos jóvenes son otra de las preocupaciones del Programa: “Suelen presentar trastornos de adaptación, cuadros de angustia, depresión...”, señala Romero. A su juicio, esto se debe a que “seguramente todos tienen altas capacidades, por las notas que se exigen para una carrera así, pero tal vez no todos tienen la inteligencia emocional necesaria y eso les afecta”. Claro que esa no es la única explicación que desgrana este profesional, que tampoco olvida que “ahora casi nadie ve a nadie morir”, en el sentido de que hemos construido “una sociedad poco habituada al sufrimiento”.

Sin estudios todavía concluidos y, por tanto, fiándose de lo que va saltando de las cifras así como de algún que otro estudio publicado en otros países “como Estados Unidos y Canadá”, Romero sí avisa que hay “evidencias de una mayor tasa de suicidio” entre los médicos. “Principalmente entre las mujeres”, concluye recordando la labor esencial que cada día desarrollan para ayudar a toda la profesión.

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