Sandra Melgarejo / Imagen: Pablo Eguizábal. Madrid
En opinión de José Ramón González-Juanatey, el nuevo presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), el sistema sanitario público es “el mayor logro social de este país” y está convencido de que, con la participación de todos, no se resentirá de forma grave a pesar de la crisis, al contrario de lo que ha ocurrido en Grecia, por ejemplo, donde los infartos han aumentado un 30 por ciento en los tres últimos años. Desde su recién estrenado cargo aportará su granito de arena: evitar que existan diferencias asistenciales entre comunidades autónomas o áreas sanitarias, y establecer indicadores de calidad asistencial.
González-Juanatey habla sobre su nuevo cargo. |
¿Cómo afronta esta etapa al frente de la SEC?
Sin duda es un reto importante. Es una de las sociedades científicas de mayor prestigio profesional y su foco científico es la primera causa de muerte e invalidez en España. Mi objetivo fundamental es intentar que la SEC contribuya a su meta, que no es otra que velar por la salud cardiovascular de los españoles. La salud cardiovascular depende de la prevención de las enfermedades cardiovasculares, pero, también, de la lucha por que el sistema sanitario público, que es el mayor logro social de este país, siga ofreciendo excelencia asistencial a las personas con independencia de su procedencia y de su nivel socioeconómico.
¿Qué conservará o continuará de lo iniciado por el equipo anterior?
Seguiremos con la trayectoria de actividades de formación continuada y expandiremos el proyecto de colaboración que ya se ha iniciado con América Latina en este ámbito. También continuaremos transformando la SEC y el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares. Hay que seguir insistiendo en que la sociedad es de todos sus socios y en que los cardiólogos más jóvenes, que están mejor formados que nunca, deben estar más integrados en la SEC. Es muy importante que ellos también contribuyan a definir hacia dónde tenemos que dirigir el foco de la SEC. Seguiremos reorganizándonos internamente para ser más eficientes y poder abordar nuevos proyectos.
¿Cuáles son esos nuevos proyectos?
Uno de ellos es el proyecto INCARDIO, que servirá para definir indicadores de calidad asistencial mínimos que todo el sistema sanitario debe cumplir. Esto es una misión de los profesionales, somos quienes tenemos que decir cómo debe prestarse la atención cardiológica.
El presidente de la SEC detalla sus principales proyectos. |
El otro es un proyecto dirigido a pacientes, MIMOCARDIO, que consistirá en darles más poder y más formación para que participen más en la gestión de su enfermedad y en la prevención. En este momento, las enfermedades cardiovasculares bien tratadas y bien manejadas tienen un excelente pronóstico; es el área de la medicina que más se ha desarrollado en lo que se refiere a buen pronóstico.
Una de sus prioridades es evitar que existan diferencias asistenciales entre comunidades autónomas o áreas sanitarias, ¿cómo se consigue eso?
Esto es fundamental. Es necesario que todo el sistema sanitario público, que hasta el momento actual ofrece, en general, excelencia asistencial –uno puede ir con seguridad a cualquier hospital público a ser atendido de problemas graves–, se mantenga. Pero se tiene que mantener evitando inequidades, tiene que existir una cierta homogeneidad. Siempre va a haber centros de excelencia, y eso es bueno porque es una guía para los demás centros, pero tenemos que luchar y preocuparnos por que no haya grandes desigualdades entre comunidades autónomas y entre centros.
Un ejemplo son los proyectos de atención urgente al infarto de miocardio. Hay comunidades autónomas que tienen programas de angioplastia primaria bien estructurados y eso se traduce en gran cantidad de vidas salvadas. En concreto, la mortalidad hospitalaria en Cataluña por infarto de miocardio era superior al 11 por ciento; después de la puesta en marcha del Código Infarto, la mortalidad se ha reducido a la mitad. Por lo tanto, hay que poner programas en todas las comunidades autónomas de atención urgente al infarto de miocardio, no solo en algunas. Hay prioridades que se tienen que ofrecer al conjunto de la población para evitar esas inequidades.
Gonzalez-Juanatey aboga por la equidad asistencial. |
Pero conseguir ese objetivo no depende solo de los cardiólogos…
Creemos que hay que dar más poder a los profesionales porque son quienes tienen que liderar el cambio. Si ellos lo lideran, los gestores sanitarios y los gobiernos autonómicos, que son imprescindibles, van a ir de la mano con los profesionales; nadie se va a negar a algo que tiene un impacto tan llamativo como la mortalidad por infarto. Lo que pretende la SEC es que los profesionales catalicen ese proyecto de homogeneización de la calidad asistencial porque somos los que conocemos la patología; los gestores nos tienen que ayudar, pero no pueden liderar indicadores de asistencia.
¿Y cuál considera que tiene que ser el papel de los profesionales y de las sociedades científicas en la reorganización de los servicios asistenciales?
Estoy totalmente de acuerdo con las unidades de gestión clínica, pero no hay que reinventar nada. Llevamos hablando de esto casi 20 años y se ha avanzado poco, hay que preguntarse por qué. Igual es que el mensaje no ha llegado, que el liderazgo de los profesionales no ha calado en la Administración o que la Administración no se lo ha creído… Pero también puede ser que los profesionales no hayamos convencido a la Administración. Por lo tanto, hay que darle una vuelta al mensaje porque, si no ha funcionado en 20 años, tampoco va a funcionar ahora. A mí solo me falta una cosa en las unidades de gestión clínica: la participación en lo económico. La participación de los profesionales en la gestión económica de su área tiene que ser más directa, pero sin inventar nada nuevo.
¿Cómo está afectando la crisis a la Cardiología?
En periodo de crisis la sanidad pública se resiente porque los presupuestos se recortan. En muchos países –Grecia, Irlanda, Islandia, Argentina o Portugal–, la crisis económica ha deteriorado el sistema sanitario público. En Grecia los infartos han aumentado un 30 por ciento en los tres últimos años y la mortalidad de los que tienen un infarto también ha aumentado un 30 por ciento. En España eso aún no ha ocurrido. De 2009 a 2011, la incidencia (los nuevos casos) del infarto se ha seguido reduciendo y, lo que es más importante, el pronóstico de los pacientes que tienen un infarto ha seguido mejorando. Por ahora, en España la crisis no ha impactado en algo tan sensible como el infarto, pero tenemos que evitar que impacte porque el lema de nuestra sociedad profesional es luchar por la salud cardiovascular de los ciudadanos.
El cardiólogo opina sobre las unidades de gestión clínica. |
¿Cree que en estos dos años verá a la sanidad española salir de la crisis?
De lo que estoy convencido es de que, con la participación de todos, veremos que la sanidad pública no se resiente de forma grave. Vamos a evitar que eso suceda en nuestro país. En los últimos 30 años, la expectativa de vida de la población española ha aumentado 6,5 años. De esos 6,5 años, 4,5 se deben a avances en enfermedades cardiovasculares. Es decir, los avances en enfermedad cardiovascular han dirigido la calidad y cantidad de vida de la población española en los últimos 30 años; eso se debe al compromiso de los profesionales, al sistema sanitario y a las medidas de prevención. Estoy convencido de que, con una mayor implicación de todos y con una mayor eficiencia, la crisis –que seguro que acabará en un futuro próximo– no va a afectar al sistema sanitario público de este país.
¿Qué legado espera dejarle a su sucesor, Andrés Íñiguez?
Me gustaría dejar una sociedad más abierta a los socios, sobre todo a los más jóvenes, y unos socios convencidos de que la SEC les aporta valor a ellos y a los ciudadanos. Me gustaría dejar el legado de que es una sociedad que se ha alineado, más si cabe, con los intereses de los ciudadanos, y que vela por la seguridad y la calidad de la medicina cardiovascular. Ese es el legado fundamental que me gustaría dejar: una sociedad más comprometida con la gente, sobre todo con la más desfavorecida e impactada por la crisis, que debe seguir gozando de un sistema sanitario de primer nivel.