José Antonio López Calbet, Íñigo Mujika y Pedro L. Valenzuela.
Cuando el pasado 17 de marzo la nadadora Lia Thomas se alzó con el primer puesto en la
Division I de la National Collegiate Athletic Association (NCAA), el campeonato de natación universitario estadounidense, hizo historia, ya que se trata de
la primera mujer transgénero en conseguirlo.
La deportista consiguió cubrir las 500 yardas (457 metros) en estilo libre en 4 minutos y 33,24 segundos. Un segundo y 75 centésimas después llegó Emma Weyant, ganadora de la medalla de plata en los 400 metros combinados individuales en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Sin embargo, su victoria no ha estado exenta de polémica.
16 compañeras firmaron una carta solicitando que no se le dejara competir, por considerar que tenía "ventaja" y que crearía "desigualdad". Por su parte, el gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, firmó una proclama que reconoce a la subcampeona como la ganadora, pese a que el torneo tuvo lugar en Atlanta (Georgia).
A pesar de los numerosos cuestionamientos,
la participación de Thomas se encontraba dentro del reglamento, ya que la liga universitaria permite competir a personas transgénero después de haberse sometido a terapia hormonal durante un año. De hecho, no es la primera mujer trans que participa en esta competición, aunque sí la primera en obtener una victoria.
La controversia no ha tardado en saltar a las redes sociales, donde se aprecia una
clara división de opiniones. Algo similar ocurre entre los profesionales sanitarios que han decidido posicionarse en torno al tema. En Twitter, un médico pedía a sus compañeros sanitarios que no dieran una "opinión desinformada" y acusaba a muchas personas de aprovechar la controversia "para justificar su transfobia".
"Atendiendo a los datos científicos que hay en la actualidad, sí que hay diferencia entre mujeres cis y trans"
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Por su parte, el experto en Fisiología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria José Antonio López Calbet sostiene que,
atendiendo a los datos científicos que hay en la actualidad, sí que hay diferencias entre las mujeres trans y las mujeres cis. De hecho,
estudios recientes sugieren que, aunque el rendimiento en las mujeres trans se ve reducido respecto a los hombres, este sigue siendo mayor que el de las mujeres cis.
"Dos de los tejidos en los que existe más dimorfismo sexual en el proteoma (expresión proteica) entre hombres y mujeres son el cerebro y el músculo esquelético", explica el catedrático, que detalla que
la estructura ósea se establece durante el crecimiento y se traduce, por ejemplo, en una caja torácica más amplia en hombres.
"A nivel anatómico, los nadadores hombres son por lo general más altos y tienen extremidades más grandes, con lo cual las superficies propulsivas son mayores", concreta el fisiólogo Íñigo Mujika sobre la natación. Según Pedro L. Valenzuela, investigador en el Instituto de Investigación del
Hospital 12 de Octubre, en este deporte la diferencia entre hombres y mujeres se estima en torno al 10 por ciento, "aunque es cierto que
en las últimas décadas esta diferencia ha disminuido".
¿Cómo afecta el tratamiento hormonal en las atletas trans?
"Uno de los principales objetivos del tratamiento hormonal es conseguir un cambio en la fisiología", concreta Valenzuela. En lo referente a la capacidad deportiva de las atletas trans, este se resume en una
reducción de los niveles de testosterona, de hemoglobina y de hematocrito, así como una
pérdida de masa muscular y ganancia de masa grasa.
Todo ello afecta al rendimiento tanto en pruebas de alta intensidad, que requieren más fuerza y potencia muscular, como en pruebas de resistencia. "
Son evidentemente perjudiciales para el rendimiento deportivo", puntualiza Mujika, pero apostilla: "No se conoce el tiempo durante el cual las deportistas transexuales podrían beneficiarse de su exposición a las hormonas andrógenicas previa al cambio de sexo".
Aun así,
algunas de las ventajas biomecánicas propias del varón se mantienen después del tratamiento hormonal como, por ejemplo, el tamaño de manos y pies, que sí podría otorgar cierta ventaja en deportes como al natación.
¿Cómo se regula la participación de deportistas transgénero?
Actualmente el Comité Olímpico Internacional (COI) establece en
un año el tiempo que una mujer trans tiene que estar sometiéndose a tratamiento hormonal antes de poder competir en categorías femeninas para reducir su nivel de testosterona por debajo de los 5-10 nmol/l.
Sin embargo, el comité
deja en manos de las federaciones internacionales el establecimiento de sus propias normas de participación. Por su parte, la USA Swimming ha anunciado recientemente un cambio de normativa que exige a las deportistas transexuales valores de testosterona inferiores a 5 nmol/l de manera continua durante 36 meses, pero "de momento no existe una normativa de este tipo por parte de la Federación Internacional de Natación", explica Mujika.
¿Y las mujeres cis que tienen altos niveles de hormonas masculinas?
Un ejemplo al que se ha recurrido con la controversia de Lia Thomas es al de
Caster Semenya, la atleta sudafricana cisgénero que, para participar en las pruebas femeninas, fue obligada a rebajar químicamente sus altos niveles de testosterona naturales, ya que padecía hiperandrogenismo.
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Excluir a deportistas atendiendo solo a un determinado marcador fisiológico es controvertido", reflexiona Valenzuela, que argumenta: "También hay factores como el hematocrito o la altura que pueden hacer que un ciclista o un jugador de baloncesto sean superiores a sus contrincantes, y no por ello se les excluye de la competición".
Por ello, los expertos señalan que
los niveles de testosterona no son los únicos determinantes. "Una parte importante de las diferencias no dependen únicamente de las concentraciones hormonales", detalla López Calbet.
Finalmente, si en algo están de acuerdo todos los sanitarios es en que se trata de
un tema que no está lo suficientemente estudiado en la actualidad. "La evidencia disponible en deportistas transexuales de alto nivel que siguen programas de entrenamiento intenso es prácticamente inexistente", resume Mujika, que concluye: "En el deporte, nunca hay una verdadera igualdad de condiciones".
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