El
Banco Central Europeo (BCE) ha advertido sobre el riesgo de que los países que forman parte de la zona euro entren en una
recesión técnica en 2023 como consecuencia de la
elevada inflación que se espera para el próximo año. El pronóstico ha puesto en alerta a las economías del viejo continente que ya se preparan para un escenario marcado por los
altos tipos de interés. Sin embargo, los expertos confían en que este fenómeno no alcance de manera inmediata al
sector sanitario y farmacéutico español, que contarán con un ‘colchón’ temporal de un año debido a sus características particulares.
El catedrático de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona
Sergi Jiménez ha explicado a
Redacción Médica que este margen está condicionado por dos factores: la partida sanitaria de los
Presupuestos Generales del Estado (PGE) que el Gobierno ya tiene atada y las inversiones fijadas a los
Fondos Europeos de Recuperación. “En 2023 dudo que haya una incidencia negativa muy fuerte, excepto en algún tema de empleo que restrinja la contratación en alguna dimensión”, ha apuntado.
El experto en
Economía de la Salud de Fedea ha recordado el impacto que tuvo la pasada crisis financiera internacional sobre el sector sanitario. Aunque los primeros efectos económicos ya comenzaron a observarse en 2008, no fue hasta 2011 cuando se produjo el mayor
recorte en la inversión pública en sanidad como consecuencia de la “intervención” de la Unión Europea. “Lo que depende del presupuesto público es menos volátil y
solo sufre cuando la recesión se alarga, no al principio de la misma”, ha explicado.
La incógnita continúa siendo, por lo tanto, la duración que pueda tener esta crisis. Jiménez ha vinculado su evolución directamente con la escalada de
precios de la energía en Europa y con la duración de la
Guerra de Ucrania. Si estos dos factores no se solucionan en el plazo estimado de un año, la recesión sí que puede terminar golpeando al Sistema Nacional de Salud (SNS). “
El tiempo que se va a estar en recesión es incierto”, ha apostillado.
A pesar del pesimismo del Banco Central Europeo para el conjunto de la zona euro, instituciones como la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) esperan que la economía española crezca en el próximo año un
1,3 por ciento, mientras que l
a inflación se modere hasta el 4,7 por ciento. Es una de las previsiones más altas del viejo continente, aunque casi un punto por debajo de las estimaciones que maneja actualmente el Gobierno sobre la evolución del Producto Interior Bruto (PIB).
La recesión para el sector farmacéutico
Jiménez ha mostrado su confianza además en que esta resistencia de la sanidad frente a la crisis económica internacional durante el primer año se traslade de igual forma al
sector farmacéutico. “Si durara la recesión más allá de un año, entonces
podría empezar a moderarse el consumo tanto por la parte pública como por la vertiente de consumo privado voluntario”, ha apostillado el economista.
El experto en Economía de la Salud ha incidido en que en escenarios de crisis económica, los primeros efectos se notarían en la
limitación de las compras de los
productos nutricionales, cosméticos o aquellos
medicamentos que se consumen de manera “voluntaria”, aunque la espiral puede terminar incidiendo sobre toda la cartera. “A medio plazo se pueden ver afectados los que están relacionados con la prescripción médica. El sector público intenta recortar el gasto farmacéutico. Es un principio básico de comportamiento” ha apostillado.
En la misma línea, el catedrático ha aventurado un posible impacto de la situación económica sobre el sector de
la tecnología sanitaria. Aunque actualmente buena parte de las inversiones en el SNS están
blindadas con los Fondos Europeos, una subida de los tipos de interés como la que ya ha activado el Banco Central Europeo puede terminar frenando el impulso de las compañías. “Las inversiones se suelen pagar con créditos, presupuestarios o lo que sea. S
i los precios de los créditos son más altos, las inversiones son más bajas”, ha lamentado.
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