12 abr. 2016 19:40H
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Redacción. Madrid
Los cigarrillos electrónicos no ayudan a dejar de fumar tal como lo publicitan sus distribuidoras de acuerdo con la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), que alerta de que el uso de esta alternativa a la forma de fumar se asocia a menores tasas de deshabituación.
“La probabilidad de abandonar el tabaco es un 28 por ciento inferior en los consumidores de cigarrillos electrónicos que en los fumadores de cigarros convencionales”, ha explicado Jiménez.
El interés por lograr dejar de fumar constituye uno de los motivos principales para el uso de cigarrillos electrónicos por parte de los fumadores, lo cual se debe a que su supuesta eficacia ha sido difundida en numerosos anuncios publicitarios de las marcas de cigarrillos electrónicos, aunque sus efectos beneficiosos no han sido aprobados por ninguna autoridad reguladora.
“Los reclamos publicitarios extendidos sobre los beneficios de los cigarrillos electrónicos en las terapias de deshabituación tabáquica no tienen la solidez científica suficiente como para ser válidos”, ha aseverado Carlos Jiménez, director de investigación en Tabaquismo de la propia Separ.
El uso del cigarrillo electrónico ha aumentado por diferentes motivos como el abandono del hábito tabáquico o por el consumo de nicotina en espacios donde fumar está prohibido. Sin embargo, ningún ensayo clínico ha realizado una verdadera comparación en profundidad que evalúe las diferencias entre los cigarrillos electrónicos y las terapias de deshabituación.
En este sentido, la inclusión del cigarrillo electrónico en las leyes y políticas antitabaco reduciría su consumo como sustitutos del cigarrillo convencional, existiendo la posibilidad de que aumentara su efectividad en las terapias de abandono del tabaco.
“Por el momento, los cigarrillos electrónicos no deberían ser recomendados como método efectivo para ayudar a dejar de fumar ya que no existe el respaldo científico suficiente como para avalar dicha afirmación”, ha explicado Jiménez.
“Dado el incremento de uso de tales dispositivos, resulta esencial realizar más investigación, y en mayor profundidad, separando los argumentos publicitarios con fines claramente comerciales de los argumentos científicos”, ha añadido.
Aún y así, el uso del cigarrillo electrónico todavía no se asocia con una reducción del consumo de tabaco. “Cuando se demuestre científicamente la eficacia de los cigarrillos electrónicos como terapia para dejar de fumar, estos deberán someterse a la regulación necesaria para que puedan ser administrados como un medicamento”, ha precisado Jiménez.
“Es destacable tener en cuenta que si las empresas que comercializan los cigarrillos electrónicos no solicitan una aprobación por parte de las autoridades reguladoras de la efectividad de estos dispositivos, será muy complicado llevar a cabo investigaciones que verifiquen su impacto en la salud pública”, ha concluido.
Los sistemas electrónicos de administración de nicotina, más conocidos como cigarrillos electrónicos o e-cigars, son dispositivos que, en lugar de quemar las hojas de tabaco, vaporizan una solución que es inhalada por el usuario. Dicha solución contiene, además de nicotina, propilenglicol, aromatizantes y otros productos químicos, algunos de ellos considerados tóxicos.
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