Es época de celebraciones, ilusión y buenos deseos. Sin embargo, la realidad cambia radicalmente cuando traspasamos la puerta de un hospital. Allí solo se sabe que es
Navidad por el calendario y los adornos que con tanto mimo han colocado sus trabajadores. El rojo y el verde son los colores que ayudan a diferenciar los circuitos de Urgencias. No hay villancicos, brindis, panderetas o jolgorio sino goteros, medicamentos y un trasiego constante de enfermeros y médicos. Especialmente este año, con la
segunda ola de coronavirus en pleno apogeo y las UCI prácticamente colapsadas.
"Estas navidades van a ser todavía más difíciles", explica Agustín Vasquez. Como
enfermero de la UCI en el Hospital Gregorio Marañón lleva años sin saber lo que es pasar unas fiestas como el resto. Aún así, la presencia del Covid hará que estas fechas sean especialmente duras no solo para los pacientes, que pasarán las fiestas aislados, sino para los profesionales sanitarios. A ellos la Navidad les ha pillado
al borde de la extenuación tras nueve meses de intenso trabajo. "Hay que pensar en que a lo que viene se suma todo lo que llevamos detrás".
Con su unidad al 100% de pacientes, muchos de ellos crónicos y "estancados", y otra nueva UVI a punto de llenarse, no saben cómo van a hacer frente a las
Urgencias surgidas en estas fechas. "No vamos a tener el repunte de otros años porque es que no nos va a caber", reconoce Agustín.
El
Hospital Puerta de Hierro presenta un escenario prenavideño similar al del Marañón y distinto, a su vez al de hace tan solo unas pocas semanas cuando las cifras de hospitalización se redujeron casi a los niveles de verano. El
repunte de casos en Madrid y el aumento de ingresos hizo que el optimismo de Manuel Camus y sus compañeros de
Enfermería en UCI no tardara mucho en desaparecer. "Hace cuatro meses nos quedaban 2 pacientes Covid. Ahora tenemos 16 que seguramente van a durar un tiempo, lo que nos hace partir de un nivel asistencial más elevado".
Miedo a una tercera ola de contagios
El ritmo también se espera que sea menor al de años anteriores al acotar las celebraciones y el
ocio nocturno ligado a estos días. Nochevieja dejará de ser probablemente el "día con mayor número de Urgencias del año" debido a la previsiva disminución de los casos habituales relacionados con el
alcohol y los accidentes de tráfico con motivo de las restricciones.
Otra cuestión es el reparo que tienen muchos pacientes al acudir a Urgencias, bien por miedo o al contagio o por miedo a ser sancionados al haberse saltado el toque de queda. "Hay límite de horario pero eso no impide que se vayan de
juerga a una casa sin mascarilla, sin cuidado y sin distancia social y eso puede tener repercusiones".
"Nos da mucha rabia que nosotros nos estemos guardando y que otra gente no lo haga"
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Más que el espíritu navideño, lo que reina en los centros sanitarios es una especie de
calma "tensa" a la espera de lo que está por venir. Según Agustín las previsiones no son nada halagüeñas, viendo lo ocurrido en países como
Alemania -con hasta 1.000 muertos diarios- o
Estados Unidos tras Acción de Gracias. "La sensación es que nos tenemos que preparar porque viene un golpe gordo otra vez", advierte, convencido de que "la gente no se lo está tomando enserio".
Visto lo visto en la segunda ola, son muchos los profesionales que, temen un
relajamiento excesivo en las próximas semanas y el
incumplimiento de las restricciones, de por sí, poco "severas".
"Estamos empeñados en juntarnos, en
matizar 'cuanto somos' de allegados y en cómo saltarnos la normativa", lamenta Luis Díaz Izquierdo, médico de
Urgencias en el Hospital Severo Ochoa. Igual que sus dos compañeros enfermeros, está convencido de que la Navidad traerá consigo una
tercera ola de contagios, después de ver cómo se han duplicado los ingresos en su centro de trabajo en los últimos días.
Las opciones, a ojos de los profesionales, parecen claras: "renunciar a esta Navidad por vivir todas las que me quedan o jugármela y que sea la última en familia". "No pasa nada porque estas navidades no nos juntemos todos. La vida es muy larga y tendremos tiempo", reivindica Luis.
Los sanitarios son los primeros dispuestos a predicar con el ejemplo y ser aún
más estrictos en estas fechas. Algunos directamente han renunciado a estar con su familia estas fiestas por miedo al contagio. Otros, como Agustín, lo harán con dudas y tomando todas las precauciones: grupos reducidos, ventanas abiertas, mascarillas FFP2 y test previos. "Nos da mucha rabia que nosotros nos estemos guardando y que otra gente no lo haga. Estamos dando ejemplo y viviendo la vida de una forma pero la gente no se está dando cuenta de que hay que vivirla así."
Uvas a pie de cama y calor a través de los EPI
Dentro del sector sanitario,
tomarse las uvas con el uniforme es ya una tradición. A Agustín, Manuel y Luis el 2021 les pillará de
guardia en su puesto de trabajo y con la bata o pijama como traje 'de gala' en una Nochevieja que promete ser de lo más atípica. Si el 2020 ha sido duro, despedirlo será todavía "más", opina Agustín. No habrá cenas con los compañeros como en años anteriores y sí las hay deberán ser por turnos para respetar el aforo y adaptarse al servicio.
Las campanadas, como cada
Fin de Año que hay guardia, toca vivirlas a pie de cama. "Tratamos de sacar 2 o 3 minutillos para juntarnos todos los compañeros y tomarnos las uvas", cuenta el enfermero. No obstante, la salud de los pacientes manda y hay ocasiones en las que recibir el nuevo año tiene que esperar unos minutos más.
La peor parte recaerá en los pacientes, obligados a pasar estas fiestas
en cama y totalmente aislados. A diferencia de años anteriores, ni siquiera sus allegados podrán acercarse al hospital a tomarse las uvas con ellos y si les ven, tendrá que ser en alguno de los reducidos horarios de visita, siempre y cuando la situación no empeore y haya que recurrir a las
videollamadas. "No es lo mismo ver a una persona sedada y sin decir nada que de forma presencial", puntualiza Agustín.
Para los que están despiertos será incluso más duro, "conscientes" de donde se encuentran en estas fechas tan familiares. Los
mayores, destaca Luis, se llevarán la peor parte ya que, "aunque han demosttrado ser fuertes" son los más desválidos. De hecho, para algunos, estas serán sus
últimas navidades.
A pesar de que los sanitarios tratan de darles todo el consuelo posible aunque hacerlo, eliminando cualquier tipo de contacto, no siempre resulta sencillo. Las
máscaras, las pantallas y los EPI hacen que todo sea más frío y sea más difícil transmitirles ese calor que necesitan, explica Manuel.
Sentirse solo en estas fechas no es una opción, por ello los profesionales se afanan en llevar la ilusión navideña hasta sus habitaciones. El
Hospital Virgen del Rocío, por ejemplo, ha ideado un sistema, bautizado como
'Amigo Invisible' que permite a los pacientes hablar con voluntarios y sentirse acompañados en días como Nochebuena o Navidad. Incluso cuentan con su propio
Papá Noel, que durante unos días dejará sus tareas de celador para llevar la alegría a todas las habitaciones del hospital.
¿Cuáles son los deseos de los sanitarios para 2021?
La
prudencia es uno de los elementos más repetidos en la lista de deseos de los sanitarios para que este nuevo año sea lo más distinto posible al anterior. Esto sumado a una
"vacuna eficaz" ayudará a evitar situaciones tan "horribles" como las vividas en 2020.
Ellos por su parte mantienen el
propósito de cuidar y ayudar a cada paciente, "con vocación", "fuerza, valor y esperanza", tal y como recalcan en el emotivo vídeo creado por todo el personal del Severo Ochoa.
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