Incidencia acumulada de los últimos 14 días en España. (Fuente: Instituto de Salud Carlos III)
Ahora que la
desescalada de medidas para hacer frente a la
pandemia de coronavirus da comienzo, muchos expertos advierten de la posibilidad de una segunda ola del virus, probablemente en otoño, cuando comience el frío, y de una intensidad menor pero impredecible.
Lo advirtió
Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, la semana pasada: un rebrote de
Covid-19 dentro de unos meses es esperable. Los especialistas en Salud Pública consultados por
Redacción Médica se muestran de acuerdo y apuntan a que la distribución de esta segunda ola puede ser muy distinta a la de la epidemia actual.
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“La
gripe pandémica de 1918 nos sirve de referencia”, explica
Rafael Ortí, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempsph). “En 1918 fue la primera onda, pero estuvo unos años avanzando, en 1919, 1920… Esto plantea una situación parecida”.
La particularidad de la segunda ola es que “se disparó en otras zonas donde [la primera] no había sido tan intensa”. E indica que, por lo general, la siguiente onda “siempre suele ser un poco más baja” de intensidad, “pero dependería de las áreas:
podría ser que en Madrid o en Barcelona no lo fuera tanto, depende de muchos factores”.
No hay inmunidad de grupo frente al coronavirus
Botía: "No conocemos de antemano qué provincias están más expuestas"
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Entre estos factores, Ortí apunta a la inmunidad de grupo, “que no se ha alcanzado”, pero también a la experiencia adquirida y la forma de reaccionar ante sucesivas olas. “Antes no teníamos tratamientos, no estábamos preparados para la contención, no había personal, no sabíamos lo de los asintomáticos…”
La cuestión de la inmunidad de grupo es esencial para predecir
en qué lugares puede ser más intensa esta hipotética segunda ola. Al no haberse alcanzado –algunos estudios preliminares plantean que solo el 5 por ciento de la población estaría inmunizada– en ningún sitio, hay dudas sobre cómo se comportaría un rebrote en los próximos meses.
Brotes más locales de Covid-19
Por eso,
Joan Ramon Villalbí, presidente saliente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, no cree “necesariamente” que la distribución de esta segunda ola sea un negativo de la primera.
“Las zonas más afectadas tampoco parecen haber llegado a niveles de infección elevados que puedan haber dejado más gente con inmunidad”. Con los primeros datos surgidos parece claro que
estamos “muy lejos del 70-80 por ciento necesario para que esto frenara la transmisión”.
Villalbí se muestra seguro de que seguirá habiendo casos en los próximos meses. “Donde no seamos capaces de detectarlos precozmente, aislarlos, investigar sus contactos, detectar infectados y aislarlos tendremos nuevos brotes, esperemos que más locales”, apunta. Y matiza: localmente, se podrán requerir medidas de “confinamiento extremo, para no volver a empezar”.
El clima, factor estacional y geográfico
La intensidad de esta segunda ola no depende solamente del comportamiento de la primera y de la forma de gestionarla. El jefe de Medicina Preventiva del Hospital Virgen de La Arrixaca,
Francisco Botía, explica que el clima es otro factor nada desdeñable.
“No conocemos de antemano qué provincias están más expuestas”, responde a este medio, “porque las provincias con
mejor temperatura ambiente, distribución menos hacinada de su población (sin grandes urbes), que han realizado mejor gestión de la epidemia, etc. pueden continuar siendo menos receptivas de epidemia”. Y pone como ejemplo a Andalucía y Murcia, las comunidades “más próximas al norte de África” y donde el coronavirus ha impactado menos que en sus vecinas.
"Probablemente, el virus se adapte para transmitirse mejor a través de los asintomáticos"
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La gran prueba para conocer el efecto del clima en la transmisión llegará, no obstante, en unos meses, cuando dé comienzo el verano, y los investigadores están pendientes cómo continuará desarrollándose la epidemia.
Amparo Larrauri, investigadora del
Departamento de Enfermedades Transmisibles del Centro Nacional de Epidemiología, explica que “muchos virus respiratorios tienen un comportamiento estacional y su circulación aumenta en los meses de otoño e invierno”.
Pero matiza: “Desconocemos si este nuevo virus SARS-CoV-2 experimentará también una mayor transmisibilidad con la bajada de temperatura y aumento de humedad, típicos de los periodos invernales, y por lo tanto en qué medida
supondrá un desafío para el éxito de las medidas de Salud Pública destinadas al control de la Covid-19”.
Un virus más benigno
En la cuestión de la estacionalidad también abunda Rafael Ortí. “Tenemos dudas, pero parece que [el virus] se controla bastante bien con el clima, la temperatura, la luz ultravioleta…” Así, durante la temporada estival “
es posible que el virus se quede ‘acantonado’ en gente con esas PCR que no se negativizan de alguna manera, o bien que haya personas transmitiéndolo caso a caso, o un viajero que venga de otras áreas, como ocurre con la gripe… Cuando vuelva a hacer frío, cuando haya resfriados, la gente empiece a estornudar, a tener mocos, podría darse esa segunda onda”.
Queda otro factor, y tienen que ver con la peligrosidad del propio virus. “Probablemente se adapte para
transmitirse mejor a través de los asintomáticos”, señala el salubrista. Es posible que la virulencia del SARS-CoV-2 se atenúe para seguir garantizando su reproducción.
“La tendencia de los virus es a hacerse bueno, para poder seguir transmitiéndose”, comenta Ortí. “Si matan o encaman, no se transmiten”.
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