Las
secuelas producidas por el coronavirus siguen siendo un motivo de preocupación entre la comunidad médica y científica. Este tipo de dolencias persistentes también afectan a los
jóvenes sin patologías previas. Cerca del 70 por ciento presentan
algún tipo de daño en uno o más órganos cuatro meses después de experimentar los primeros indicadores de la enfermerdad y el 40 por ciento manifestó
diez o más síntomas de coronavirus, tal y como revela un reciente estudio entre población de bajo riesgo.
De los 200 individuos analizados, el
66 por ciento presentaba
daños en al menos un órgano mientras que, en el
25 por ciento de los pacientes el
daño fue multiorgánico. La investigación, llevada a cabo por diversos profesionales sanitarios en Reino Unido, reveló
síntomas de Covid persistente en 7 de cada 10 casos con baja comorbilidad, sin factores de riesgo y una media de edad de 44 años. En concreto, solo el 18 por ciento de los participantes precisó
ingreso hospitalario durante la enfermedad. El 31 por ciento eran
sanitarios.
Coronavirus síntomas: fatiga, el más persistente
La
fatiga es la secuela más frecuente en este tipo de pacientes, ya que se mantuvo en el 98 por ciento de los casos en los siguientes cuatro meses. También fueron habituales los
dolores musculares - 88 por ciento-, la
disnea -87 por ciento- y los
dolores de cabeza - 83 por ciento.
El 92 por ciento de ellos continuó experimentando
síntomas cardiorrespiratorios y el 73 por ciento
dolencias gastrointestinales. De hecho, el 42 por ciento de las personas notificaron
diez o más síntomas y más de la mitad reportaron ciertas dificultades a la hora de realizar sus actividades habituales.
En los resultados también se detectaron
daños más leves en órganos como el
corazón (32 por ciento),
pulmones (33 por ciento),
riñones (12 por ciento),
hígado (10 por ciento),
páncreas (17 por ciento) y
bazo (6 por ciento). Con todo, el deterioro de los órganos se produjo en mayor medida en aquellas personas que requirieron hospitalización. Lo mismo ocurrió en los casos de inflamación de riñones y páncreas.
Según los investigadores, este estudio ha permitido determinar una base fisiológica del
Covid persistente, con resultados "medibles" y un deterioro de los órganos de los pacientes. Un hecho que consideran "preocupante", especialmente debido a la edad de los participantes y el bajo riesgo que presentaban.
Por tanto, consideran adecuado hacer un
seguimiento a medio y largo plazo de la función multiorgánica de los contagiados, además de la detección de síntomas. También son partidarios de realizar análisis y pruebas de sangre, incluso "en aquellos casos de menor riesgo". Pese a todo, los expertos creen que todavía hay bastante camino por recorrer a la hora de definir y acotar el Covid persistente.
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