Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, y Justin Trudeau, primer ministro de Canadá.
El
Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA, por sus siglas en inglés) entre la
Unión Europea y Estados Unidos sigue sin librarse de la polémica que ha rodeado a este a
cuerdo económico, una que en esta ocasión afecta al ámbito sanitario.
Varios órganos sociales han criticado el tratado por considerar que tendrá consecuencias negativas sobre la sanidad, concretamente sobre el
precio de los medicamentos. De hecho, la Organización Médica Colegial (OMC) ha denunciado en su publicación
Médicos y Pacientes que “la implementación de un nuevo derecho de apelación de conformidad con el sistema de vinculación de las patentes
creará más retrasos en la entrada de los genéricos. Se calcula que el CETA aumentaría el precio de los medicamentos en Canadá en casi
3.000 millones de dólares al año”.
Una argumentación parecida tiene la organización ‘
Campaña No al TTIP-CETA-TiSA’, que, en una
carta publicada por
CTXT, advierte de estas consecuencias y que se compromete la salud pública.
En cambio, desde la red social
Twitter, la
Comisión Europea ha decidido contestar estas críticas y ha apuntado que el CETA “
abre más mercado para productos farmacéuticos de la UE” y ha considerado que estas informaciones son dignas de estar en un “
manual de desinformación”.
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