Redacción. Barcelona
Al menos siete de cada diez pacientes que consultan por un trastorno adictivo, ya sea a sustancias o comportamental, presenta otro trastorno mental. Los expertos denominan a esta realidad clínica como patología dual, una alteración cuya incidencia va en aumento ya que se estima que más de la mitad de las personas con trastorno mental van a sufrir un trastorno por abuso de sustancias.
Ruben Baler (NIDA), Néstor Szerman, presidente de la SEPD; Miguel Casas, presidente del congreso y Carlos Roncero, presidente comité organizador del congreso. |
Con el fin de conocer los aspectos más relevantes desde el punto de vista científico y alta tasa de prevalencia, más de 1.700 de expertos internacionales procedentes de más de 70 países se darán cita en Barcelona en el marco del III Congreso Internacional de Patología Dual, organizado por la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD). En el encuentro expertos de la Asociación Mundial de Psiquiatría, del National Institute on Drug Abuse (NIDA) de Estados Unidos y otros llegados de Europa, América y Asia, abordarán, entre otros temas, los problemas específicos de la adicción en adolescentes, el fracaso escolar, la adicción al alcohol y al juego, los trastornos de la conducta alimentaria, así como las implicaciones del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o la existencia de cuadros de depresión, ansiedad y psicosis en el desarrollo de una conducta adictiva.
“La mayoría de las personas con trastorno mental tienen una vulnerabilidad hacia la adicción y, por el contrario, el consumo de sustancias o el desarrollo de determinados comportamientos adictivos se acompaña de otros trastornos psíquicos No olvidemos que el consumo de drogas actúa como una forma de automedicación para pacientes psiquiátricos”, señala Miguel Casas, presidente del III Congreso Internacional y jefe de servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Vall d’ Hebrón de Barcelona.
Pensar en la patología dual
A pesar de la elevada prevalencia, existe un cierto desconocimiento de esta realidad clínica y por lo tanto, existe un gran número de personas no diagnosticadas. “Encontrar un paciente con un trastorno mental que además presente una adicción o viceversa no es nada excepcional. Todo lo contrario, hoy en día es la norma. Por eso, los médicos debemos pensar en patología dual ante cualquier sujeto que demanda atención por una adicción o por otro diagnóstico psiquiátrico”, explica Néstor Szerman, presidente de la SEPD.
El congreso que se celebra en Barcelona hasta el próximo sábado tiene como objetivo ir definiendo, delimitando y describiendo la patología dual. “La referencia internacional de clasificación de enfermedades mentales, el DSM-5 prácticamente no hace referencia a la patología dual, como entidad clínica y se limita a clasificar los trastornos psiquiátricos inducidos por las drogas, situación extremadamente minoritaria; no tiene en consideración que la patología psiquiátrica es la que propicia el consumo de sustancias y comportamientos adictivos”, aclara el profesor Casas.
Según los expertos, las dos situaciones clínicas, el trastorno mental y el trastorno por abuso de sustancias, deben ser consideradas como entidades primarias y su abordaje terapéutico exige que sean tratadas al mismo tiempo. Además, insisten en la importancia del componente genético y de la base neurobiológica para la aparición de una conducta adictiva.
Integrar la atención al paciente
Una vez diagnosticada, la patología dual se asocia a un peor pronóstico que el de un trastorno mental o una conducta adictiva por separado: recaídas, hospitalización, violencia, complicaciones médicas o encarcelación por la sucesión de delitos. No obstante, además de las implicaciones sociales, uno de los grandes problemas de la patología dual consiste en la división histórica entre los recursos para el tratamiento de la adicción y los de las otras enfermedades mentales, que implica diferencias en los protocolos de atención y criterios de admisión de los pacientes en cada parte del sistema.
Adicciones comportamentales
En el primer día se ha abordado el tema de las adicciones comportamentales, trastornos de dependencia vinculados a actividades humanas diversas, a menudo placenteras, no relacionadas con la ingestión de sustancias. Dentro de este tipo de conductas, la adicción al juego es la única que está reconocida como adicción. “Se trata de un trastorno crónico incapacitante que comporta importantes consecuencias negativas para las personas que lo padecen y su entorno. Se calcula que en España existe un 1 por ciento de personas con adicción al juego, alrededor de 470.000 personas, un trastorno que puede afectar a hombres y mujeres, aunque suelen tener un perfil de adicción distinto. En los centros de tratamiento por esta adicción apenas una de cada diez pacientes es mujer”. Así lo ha explicado Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco.
Según explica el profesor de Psiquiatría de la Universidad de Calgary, Canadá, Nady El-Guebaly, “la mayoría de las personas adictas al juego patológico presenta una patología dual (una adicción y otro trastorno mental). A los jugadores patológicos les suele costar mucho someterse a tratamiento, y por norma general, necesitan al menos unas 10 sesiones, siendo fundamental el apoyo de la familia. De momento, no existen fármacos aprobados por las agencias reguladoras para tratar este trastorno, siendo la terapia cognitivo-conductual la que mejores resultados ofrece, aunque no ha sido probada en patología dual”.
Los jugadores patológicos presentan una marcada impulsividad. Según explica Echeburúa, “muchos adictos al juego tienen antecedentes de trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), no tanto como comorbilidad sino como factor precursor, porque el juego está vinculado a la impulsividad y las personas impulsivas representan un sector vulnerable que puede implicarse en conductas adictivas”. Por otro lado, “en el juego patológico existe una comorbilidad con la depresión y los trastornos de ansiedad, sobre todo en el caso de las mujeres, mientras que en los hombres pueden existir problemas como el abuso del alcohol y las drogas”, añade.
Aumento de conductas adictivas
Dentro de las adicciones del comportamiento se engloban la adicción al juego, a Internet, al sexo, o los trastornos de conducta alimentaria. Según explica Ignacio Basurte, psiquiatra del Hospital Universitario Gregorio Marañón y secretario de la SEPD, “España ha experimentado un aumento de todas estas conductas adictivas, pero de una manera muy similar a la que puedan tener nuestros vecinos europeos puesto que el estilo de vida a grandes rasgos es similar. El mayor acceso a las nuevas tecnologías, la importancia de nuestro físico o el ritmo desmedido en los trabajos, favorecen que se produzcan adicciones a estas o a otras conductas”.
Trastornos de la conducta alimentaria
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) suponen otra de las adicciones comportamentales en auge en España. Son cada vez más frecuentes y actualmente se encuentran entre las patologías más graves de la población española. Aunque la edad de inicio suele ser la adolescencia, una gran parte de los casos se prolongan durante la vida adulta.
El síntoma externo podría ser una alteración de la conducta alimenticia (dietas prolongadas, pérdida de peso...) pero el origen de estos trastornos se explica a partir de una alteración mental cuya expresión psicológica es un elevado nivel de insatisfacción personal, miedo a madurar, elevados índices de autoexigencia, ideas distorsionadas sobre el peso o la comida, etcétera. Los trastornos alimentarios más conocidos que se enmarcan dentro de este conjunto son la anorexia, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón. En España, como en el resto de los países desarrollados, los casos de bulimia superan los de anorexia.