El Papa Francisco, en una imagen de archivo.
Cuatro años han pasado desde que la cúpula eclesiástica diera la sorpresa y
Jorge Bergoglio fuera escogido para liderar la Iglesia católica. El argentino llegó con aires renovados, y tras escoger
Francisco como nombre por el que ser recordado, comenzó con su tarea de
revolucionar la institución desde todos los ámbitos posibles.
El sanitario, por descontado, no ha sido una excepción. Su decisión más polémica se produjo en noviembre del año pasado, cuando
autorizó a los sacerdotes la facultad de absolver "a quienes
hayan procurado el pecado del aborto", una medida que afecta a los profesionales sanitarios católicos que lo practican, puesto que es un pecado que conlleva la excomunión -tanto para médicos como para pacientes-.
El Papa facilitaba entonces el perdón al entender que "ningún obstáculo" debe "interponerse entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios". "Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el
aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido", dijo Francisco.
Santificar a las enfermeras o bendecir las manos de los médicos, entre sus acciones más aplaudidas
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'Vademécum' moral-médico
En este sentido, la llegada de Bergoglio al Vaticano también ha servido para
actualizar la guía para ayudar a los trabajadores sanitarios a enfrentarse a las cuestiones doctrinales y prácticas con las que lidian a diario. Esta nueva versión del
considerado 'vademécum' teológico-moral-médico se articula en torno a tres grandes áreas: "Engendrar", que especifica los criterios para tratamientos de infertilidad y los métodos naturales para lograr el embarazo; "Vivir", donde confirma la postura de la Iglesia respecto al aborto y todo lo relacionado con el derecho a la vida, y "Morir", donde se aborda la actitud ante el enfermo en la fase final de su vida. Los sanitarios son, en consecuencia, "ministros de la vida", servidores de ella y obligados a amarla.
La polémica también salpicó al Sumo Pontífice cuando decidió
forzar la dimisión del Gran Maestro de la Orden de Malta, quien no había querido aclarar el cese de otro miembro de la institución. Lo novedoso radica en que este cargo siempre ha sido vitalicio, pero Francisco pidió el cese de
Matthew Festing, de 67 años, por haber destituido a Von Boeselager, quien había
autorizado el uso de preservativos en un proyecto médico destinado a personas en situación de pobreza.
Audiencia a los españoles
Los médicos españoles, representados por la Organización Médica Colegial (OMC), el Foro de la Profesión Médica y la Confederación Latino-iberoamericana de Organizaciones Médicas, también
recibieron los consejos y directrices del Papa, quien les pidió "no ceder a la tentación, movidos por una falsa compasión o por meros criterios de eficiencia y ahorro económico. Además,
destacó la identidad y el compromiso médico, que "no sólo se apoya en su ciencia y competencia técnica, sino principalmente en su actitud compasiva".
El propio
Juan José Rodríguez Sendín, entonces presidente de la OMC, recordó más tarde que Francisco les había dicho que le gusta
bendecir las manos de los médicos como signo de reconocimiento a esa "compasión que se hace caricia de salud". "Nos dijo
'poned más corazón en vuestras manos", comentó recientemente sobre la visita al Papa.
La referencia más cercana en el tiempo del pontífice al mundo sanitario ha tenido lugar este mismo año, cuando Francisco quiso
santificar la labor de las enfermeras, comparando su tarea de
cuidar personas con un auténtico ejemplo de santidad. Y esa santidad es, precisamente, la que lleva adelante a la Iglesia, según Bergoglio.
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