Carmen Hoyos.
Las
agresiones para los sanitarios de prisiones son algo “implícito”. Con estas duras declaraciones ha manifestado la
portavoz de la Plataforma de la Sanidad Penitenciaria, Carmen Hoyos, el peligro al que se enfrentan el día a día estos profesionales en las
cárceles españolas.
Afirmando que m
ayoritariamente son agresiones verbales pero que son “diarias”, Hoyos ha relatado para Redacción Médica uno de los grandes
problemas de su colectivo aunque rechazando rotundamente la
petición de CISF para que los funcionarios lleven pistolas eléctricas:
“Nunca llevaría una pistola taser en mi bata”.
“Sufrimos las mismas agresiones que el resto de funcionarios que trabajan en la cárcel. Las agresiones son algo implícito pero yo,
como médico y en mi opinión personal, no me planteo llevar un arma en mi bata”, ha confirmado.
Las adicciones: grandes demandas
Hoyos asegura estar “acostumbrada” a manejar este tipo de situaciones por el tipo de población con la que trabajan. Según explica,
“tenemos una población con problemas de adicciones tóxicas que nos demandan fármacos que, a lo mejor, nosotros no vemos adecuado recetárselos”.
En todo momento son medicamentos que necesitan prescripción y, cuando acuden a la consulta a por una dosis elevada o más,
y reciben la negativa se ponen “agresivos”. "Nuestra consideración médica está por encima de los deseos del paciente y si nosotros no creemos que las necesita… Se genera el conflicto”, argumenta.
De esta forma, las drogas como el trankimazin (perteneciente a un grupo de medicamentos denominados tranquilizantes,
ansiolíticos, derivados de las
benzodiacepinas) causan la gran mayoría de las agresiones a los sanitarios.
“Suelen ser verbales, nos amenazan y nos insultan”, finaliza Hoyos.
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