La jefa de la Unitat Funcional de Malaltia de Motoneurona del Servei de Neurologia de l’Hospital Universitari de Bellvitge (HUB) e investigadora principal del Idibell, Mònica Povedano.
Tres años y medio después de la aprobación de la Ley Orgánica de regulación de la eutanasia (LORE),
aún quedan retos por afrontar. El informe anual sobre la aplicación de esta Ley durante 2023 en Cataluña señala algunos tras presentar los
principales datos relacionados con esta prestación. En el último año completo del que se tienen cifras solicitaron la prestación de ayuda para morir (PRAM) en esta comunidad autónoma
219 personas.
Del total, la Comissió de Garantia i Avaluació de Catalunya (CGAC)
aprobó 109 solicitudes y
finalmente se realizaron 94 prestaciones. El informe concluye con algunas recomendaciones de cara a mejorar la prestación para los pacientes y los profesionales sanitarios también reclaman que
se tenga en cuidado su bienestar emocional.
"Es una ley que garantiza que el enfermo tenga derecho a morir dignamente, pero
muchas veces no es fácil para el profesional", expone a
Redacción Médica la jefa de la Unitat Funcional de Malaltia de Motoneurona del Servei de Neurologia de l’Hospital Universitari de Bellvitge (HUB) e investigadora principal del Idibell,
Mònica Povedano.
La gestión de la solicitud y los trámites burocráticos
generan una "presión asistencial" hacia el médico, cuyo dictamen debe ser ratificado por un facultativo consultor. "A veces no es fácil, porque
hay colegas que son objetores y no se quieren ver en esta tesitura", explica Povedano sobre la predisposición de compañeros a ejercer como médico consultor.
Acompañamiento emocional
"La sensación como profesional es que cuando un enfermo solicita la
prestación de ayuda para morir, entiendes su derecho, eres una persona que le acompañará en el final de su vida, comienza el trámite burocrático, el registro de la PRAM, informar bien al paciente y familia, buscar un médico consultor, …y
se te gira mucho trabajo", detalla Povedano.
Por todo ello, la especialista
echa en falta "un apoyo emocional para los profesionales que desempeñan esta prestación", un sentimiento compartido entre compañeros en el ámbito hospitalario. La jefa de la Unitat Funcional de Malaltia de Motoneurona argumenta que los médicos están preparados para gestionar el final de vida de los pacientes, pero
"la prestación de la eutanasia es muy diferente".
Más allá de una fundación de pacientes que tiene psicólogos a disposición del enfermo y la familia cuando se aplica la prestación, y en ese momento acompaña al equipo sanitario, Povedano pide mayor acompañamiento porque
no es un acto "fácil de aplicar". De hecho, hay médicos que aunque no están en la lista de objetores reconocen a sus compañeros que
no quieren ejercer de médico consultor. "Acabas tirando siempre de los mismos. Es una prestación que no hace ilusión aplicarla; la hacemos porque respetamos el derecho de paciente a cómo morir. Al igual que el sistema piensa en él y este derecho,
se debería mejorar el cuidado al profesional que realiza la intervención", concluye la especialista.
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