Julián Rodríguez, en una imagen de archivo.
Julián Rodríguez salió con una sensación extraña y incredulidad del juicio que dictará sentencia sobre José Ramón Llorente, el curandero que le recetó remedios basados en la pseudociencia ortomolecular a su hijo, Mario Rodríguez, de 21 años, por una leucemia detectada siete meses antes. Ahora, el
Juzgado de lo Penal número 10 de Valencia deberá de poner punto y final a esta trágica historia que
comenzó en octubre de 2013, cuatro meses después de que falleciera su hijo.
Julián Rodríguez confiesa que se “extrañó al ver el desconocimiento total que existe en la justicia sobre las terapias alternativas”. “Los jueces trataban a
José Ramón Llorente como si fuera médico, a lo que yo les interrumpían e intentaba corregirles de su error. Existe un gran desconocimiento sobre las terapias alternativas y pseudoterapéuticas y el daño que estas provocan en la sociedad”, señala con impotencia
Rodríguez.
Según recoge el diario
El País, la acusación particular, ejercida por el padre de Mario, solicita para el curandero una pena de dos años de prisión por delito de intrusismo y cuatro años de prisión por delito de homicidio por imprudencia. También reclama una indemnización de
500.000 euros por daños morales en materia de responsabilidad civil.
Una petición con la que el padre de Mario espera que se haga justicia.
Visto para sentencia
El juicio, que ha quedado visto para sentencia, se alargó durante más de cinco horas. En él, según relata
Julián Rodríguez, Llorente intentó hacer culpables a los médicos que trataron a su hijo de la leucemia a los que calificó de “muy burros”. Precisamente, el acusado insistió en que recomendó al joven seguir la quimioterapia y someterse al trasplante de
médula ósea. También rechazó responder a las preguntas de la acusación particular, y obvió la factura de más de 5.000 euros que les cobró a los padres de Mario por aplicarle durante seis meses un tratamiento basado en
medicina ortomolecular.
Rodríguez solo espera que está sea una de las primeras sentencias firmes que cree concienciación en la sociedad sobre el peligro de las terapias alternativas. “No es suficiente la denuncia pública. Mientras no haya sentencias firmes en los tribunales no sentaremos precedentes jurisprudenciales”, señala este padre coraje, que hace un llamamiento a “alcaldes, políticos y concejales para que actúen contra las
terapias pseudocientíficas”.
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