La Electroporación Irreversible (IRE) es una terapia alternativa a la cirugía para el tratamiento de tumores.
26 nov. 2024 15:30H
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La Electroporación Irreversible (IRE) es una terapia alternativa a la cirugía para el tratamiento de tumores, especialmente empleada en páncreas, hígado, riñón o próstata. En algunos casos de tumores no operables las opciones de tratamiento son limitadas, especialmente cuando los tumores se encuentran cerca de estructuras delicadas. La IRE plantea una posibilidad terapéutica que consigue ampliar las fronteras de lo que es posible tratar mediante ablación tumoral, logrando así aumentar la supervivencia de los pacientes, según Rodrigo Alonso-González, radiólogo intervencionista de la Sociedad Española de Radiología Médica (Seram) y autor principal del artículo al que hace referencia el tratamiento publicado en la revista Radiología: “Electroporación irreversible: ampliando las fronteras de la ablación”.
El cáncer de páncreas, con su diagnóstico tardío y su agresividad, representa uno de los canceres más letales dentro de la Medicina. Para aquellos pacientes con tumores no operables, las opciones son limitadas y el pronóstico sombrío. La IRE emerge como una alternativa de tratamiento que puede aumentar la supervivencia en aquellos pacientes con cánceres localmente avanzados, sin metástasis. Alonso-González señala que “además, en aquellos casos en los que los tumores se encuentren en el límite de poder ser operables, la IRE permite reducirlos lo suficiente para que la cirugía pueda realizarse y sean extirpados con mejores resultados”.
Para destruir el tumor la IRE emplea electricidad, aplicada mediante pulsos eléctricos de alto voltaje. Para poder administrar estos pulsos es necesario colocar con gran precisión unas agujas-electrodo alrededor del tumor, empleando para ello la ecografía y el TAC como guía de imagen. “Las agujas empleadas tienen un calibre similar a las agujas para sacar sangre y se insertan a través de la piel. La corriente eléctrica aplicada provoca la creación de pequeños poros en la membrana de las células tumorales que terminan causando su muerte” puntualiza Alonso-González.
A diferencia del resto de las técnicas ablativas, la IRE consigue destruir la célula maligna sin dañar las estructuras vitales que rodean el tumor, como los vasos sanguíneos, la vía urinaria o los conductos biliares. Esta característica singular permite que pueda ser empleada en tumores con localizaciones complicadas para el resto de las técnicas ablativas y para la cirugía, como los tumores renales de localización central o tumores hepáticos cercanos a grandes vasos.
Además, la célula maligna, tras ser destruida con IRE, libera moléculas que permiten la activación de nuestro propio sistema inmune contra el tumor. “Incluso, existen algunos casos descritos en los que este efecto ha hecho que desaparezcan metástasis localizadas a distancia del tumor tratado (efecto abscopal). Todo esto tiene un gran interés porque cada vez hay más fármacos que actúan activando nuestro sistema inmune contra los distintos tipos de cánceres (inmunoterapia) y su combinación con la IRE resulta muy prometedora”, comenta Alonso-González.
La importancia del radiólogo intervencionista
Al igual que otros tratamientos tumorales mediante ablación, como la radiofrecuencia o microondas, la IRE es un procedimiento mínimamente invasivo: los pacientes se marchan a casa en 24-48h, sin cicatriz y con una recuperación mucho más rápida que con la cirugía. Y como en otras intervenciones, también es obligatoria la anestesia general, que debe contar además con una monitorización y manejo concreto para este procedimiento.
“La IRE es un tratamiento con un gran futuro. Muchos estudios que comparan la IRE con el tratamiento habitual verán la luz en los próximos años, lo que nos ayudará a entender qué papel puede llegar a jugar esta terapia. La combinación de la IRE con inmunoterapia, por ejemplo, está obteniendo unos resultados realmente esperanzadores en los primeros estudios realizados. Además, los avances tecnológicos, como la IRE con una sola aguja o sistemas robóticos y de planificación cada vez más precisos, dibujan un panorama realmente prometedor” explica Alonso-González.
El radiólogo intervencionista es el especialista que realiza este procedimiento. La colocación precisa de varias agujas alrededor de un tumor que resulta compleja y es necesaria la experiencia previa en tratamientos de ablación tumoral.
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