El exceso de sodio termina provocando una falla de las células endoteliales.
Una dieta con un contenido elevado de sal perjudica al cerebro y tiene repercusiones sobre la salud mental. Según
un estudio publicado en Nature Neuroscience, la ingesta elevada de sodio
causa cambios en el sistema inmunitario capaces de afectar a la función cognitiva y causar demencia, al menos en ratones.
A nivel celular, el exceso de sodio termina provocando una falla de las células endoteliales, que son las células que tapizan los vasos sanguíneos y se encargan del tono vascular. En el caso del cerebro,
hasta el momento se desconocía cuál era el mecanismo exacto por el que el este condimento impactaba de forma negativa en la salud cerebral.
“Hay cada vez más pruebas de que la sal provoca efectos perjudiciales profundos en la salud cerebral”, explica Constantino Iadecola, autor de este estudio y director del Instituto de Investigación del cerebro y la mente Familia Feil, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Cornell, en Nueva York.
La sal oculta en los alimentos
Iadecola y su equipo realizaron un experimento en que
alimentaron a ratones con una dieta con entre 8 y 16 veces más contenido en sal de lo que suelen ingerir. Esta cantidad de sal es comparable, según los investigadores, a unos 20 o 30 gramos de sodio en una dieta humana.
“Treinta gramos es difícil que se lleguen a ingerir, pero 20 gramos sí. En Kazajistán, por ejemplo, toman entre 3 y 4 cucharaditas de sal al día, el equivalente a unos 20 gramos diarios o unas cinco veces más de la cantidad de sal recomendada por la Asociación Americana del Corazón.
Es el lugar con el consumo de sodio más elevado del mundo”, apunta. Y añade que en Asia, en general, el uso de sal es elevado, con salsas como la de soja, muy saladas. En los países occidentales, lamenta el especialista, el problema es la cantidad de sal oculta en la comida preparada. “No podemos ni llegar a saber la cantidad de sal que ingerimos”, remarca.
Tres meses después de comenzar esta dieta rica en sodio, los investigadores vieron que el endotelio,
el tejido que recubre la zona interna de todos los vasos sanguíneos y modula el tono vascular, funcionaba mal, disminuía el flujo sanguíneo en el cerebro y los ratones comenzaban a tener problemas cognitivos: por ejemplo, perdieron la habilidad de explorar o de escapar de un laberinto. En cambio, su presión sanguínea se mantuvo igual.
“
Una serie de indicios que nos sugerían que comenzaban a padecer demencia. Vimos que se producía una reducción del 30 por ciento del flujo de sangre que va al cerebro y que las células de los vasos sanguíneos, que forman el tejido epitelial, eran incapaces de cumplir su función”, apunta.
Los investigadores observaron que con la ingesta de una gran cantidad de sal, aumentaba la cantidad de un tipo de glóbulos blancos que hay en el intestino, los linfocitos TH17, y también de unas moléculas causantes de inflamación llamadas IL-17. Es más, vieron que era precisamente ese aumento de moléculas IL-17 en sangre lo que acababa provocando efectos negativos en el cerebro y síntomas propios de la demencia.
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