1 dic. 2017 9:20H
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La depresión afecta al funcionamiento de quien la sufre, a su rendimiento laboral, a las relaciones interpersonales y a su autocuidado. Pero el impacto de la depresión va incluso más allá. “Las personas con depresión presentan distorsiones cognitivas tales como pensamientos negativos sobre uno mismo, sobre el entorno o sobre el futuro. Desde hace unos años, hemos constatado que también hay alteraciones en el rendimiento cognitivo: dificultades de concentración, memoria, capacidad para tomar decisiones, que también influyen en el funcionamiento de la persona”, explica Josep Maria Haro, director de Investigación del Parc Sanitari San Juan de Dios.
Por lo tanto, Haro afirma que “depresión, funcionalidad y cognición están altamente relacionadas, aunque aún tenemos muchas incógnitas en esta interrelación”. El especialista ha participado recientemente en el Congreso del European College of Neuropsychopharmacology (ECNP), donde ha abordado el papel de la función cognitiva en las actividades de la vida cotidiana en la depresión. “No sabemos con exactitud por qué los síntomas cognitivos persisten en muchos pacientes aún en periodos de remisión del episodio depresivo. Lo que sí sabemos es que muchas personas con depresión siguen presentando problemas estando en remisión del episodio depresivo, por ejemplo, dificultades en el rendimiento cognitivo o intelectual. Esto indica que las alteraciones de la enfermedad van más allá del estado de ánimo y que sigue habiendo alteraciones como la disminución del rendimiento cuando aparentemente el estado de ánimo es normal. Es necesario estudiar el origen de esas alteraciones. A pesar de mejorar el estado de ánimo, en muchas personas es frecuente que persistan síntomas cognitivos y una afectación del funcionamiento, lo que puede indicar una relación entre ambos”, detalla.
Eduard Vieta, jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic de Barcelona y del Grupo de Trastornos Bipolares del Idibaps y director científico del Cibersam, también ha participado en la reunión: “La depresión es una de las enfermedades con mayor impacto sobre la calidad de vida de las personas, incluyendo enfermedades mentales y no mentales. Su prevalencia aumenta y la discapacidad asociada a la misma es la mayor de todos los problemas de salud”, destaca.
Las consecuencias de la sintomatología cognitiva
Haro detalla que en el Congreso del ECNP se han analizado y presentado datos de un estudio que ha seguido, durante dos años, a pacientes que tenían depresión y seguían tratamiento ambulatorio, para estudiar cómo se interrelacionaban las tres variables de depresión, funcionalidad y cognición: “Entre las conclusiones destacan que la depresión influye sobre el rendimiento y la funcionalidad y que los síntomas cognitivos lo hacen sobre el rendimiento y también sobre la depresión. Todo parece indicar que la persistencia de síntomas cognitivos durante el tratamiento de la depresión es un factor pronóstico negativo para el curso de la enfermedad. Las alteraciones cognitivas inciden sobre el funcionamiento de la persona de manera independiente a los síntomas de gravedad de la depresión”, indica.
Así, aunque hasta hace poco tiempo se pensaba que la evaluación neurocognitiva solo servía para determinar un posible deterioro cognitivo asociado a la edad o a la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, Vieta afirma que “hoy en día sabemos que todas las enfermedades mentales, y algunas no mentales, comportan disfunciones neurocognitivas de gran impacto sobre el funcionamiento psicosocial. Ocurre en la esquizofrenia, en el trastorno bipolar y, por supuesto, en la depresión. Pero es obvio que el sistema sanitario no está preparado para realizar exploraciones neuropsicológicas a todos los pacientes con depresión, así que hay que utilizar herramientas de cribado sencillas y rápidas, y acostumbrarse a preguntar sobre síntomas cognitivos”.
El impacto en el día a día de los pacientes
Como detalla el director de investigación del Parc Sanitari San Juan de Dios, “la depresión, en su conjunto, tiene un elevado impacto sobre la vida de los pacientes y de las personas de su entorno. Influyen tanto los síntomas nucleares de la enfermedad, tristeza y pérdida de ilusión, como los síntomas cognitivos. Además parece que esta influencia es en gran parte independiente una de la otra. Los síntomas cognitivos pueden persistir a pesar de que los síntomas depresivos hayan mejorado o remitido”. Haro especifica que “entre los síntomas cognitivos podemos encontrarnos con dificultades de concentración, de memoria a corto y largo plazo, de aprendizaje de cosas nuevas y a la hora de tomar decisiones o elegir, de modo que su impacto en el día a día de los pacientes es enorme”.
En este sentido, el jefe del Servicio de Psiquiatría del Clínic comenta que lo que demandan las personas que padecen depresión y sus familias para sentirse realmente recuperadas “no es que les quitemos los síntomas del estado de ánimo, sino que les gustaría volver a ser como antes de enfermar, poder llevar una vida normal. Esto traslada el foco del tratamiento hacia el funcionamiento psicosocial, por encima de los síntomas tradicionales de la depresión”. Para lograrlo, Vieta indica que “hay que sacar el máximo partido de las alternativas psicofarmacológicas y asociar psicoterapias orientadas hacia la mejora de la cognición y el funcionamiento”.
“Los objetivos terapéuticos han cambiado en los últimos años. Antes, nos centrábamos en eliminar los síntomas depresivos, pero se ha visto que eso no es suficiente porque siguen persistiendo alteraciones funcionales y cognitivas y, por tanto, una peor calidad de vida. Ahora, el enfoque está puesto en que seamos más conscientes de los síntomas cognitivos y proporcionemos tratamientos que los mejoren específicamente, con el fin de que los pacientes alcancen la recuperación funcional completa, es decir, la remisión de toda la sintomatología y recuperen el funcionamiento que tenían antes de padecer la enfermedad”, concluye Haro.
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