Javier Quintero, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor.
A finales de 2017,
Zulima, una niña tinerfeña de 16 años, se
suicidaba tras una situación de
acoso escolar prolongado en el tiempo. Como ella, cientos de menores padecen el
escarnio público e incluso la
violencia física en los centros escolares de España.
“Una sociedad que mira hacia otro lado ante el 'bullying' es una
sociedad enferma, las escuelas tienen que ser un
espacio seguro para los niños”, asevera Javier Quintero, jefe del Servicio de Psiquiatría del
Hospital Universitario Infanta Leonor. Quintero, que ha tratado durante años diversos casos de acoso escolar, asegura que los
actores pasivos son tan responsables como los activos.
“Como psiquiatra, me importa mucho el niño que sufre 'bullying', pero también el niño
que no hace nada aunque es
testigo de una situación de acoso hacia otro de sus compañeros. Es en ese entorno pasivo donde hay que actuar y al que hay que educar hacia una
‘tolerancia cero’ hacia el acoso en la escuela”, señala.
Las redes sociales, otro ámbito de acoso
El especialista apunta, de la misma forma, que los padres y miembros del equipo escolar no deben infravalorar el problema: “En los casos en que se produce hay una
tendencia de mirar hacia otro lado. Es cuando se escucha la típica frase: ‘
Son cosas de niños’. Los adultos deben tomar conciencia de la situación”. Sin embargo, Quintero advierte que tampoco se debe sobreactuar, no todos los problemas entre menores deben ser interpretados como acoso.
En los últimos años, el número de casos de 'bullying'
se ha incrementado en un 200 por ciento. El psiquiatra atribuye este incremento a que en la actualidad existe una mayor
sensibilización ante esta problemática con lo que se hacen más visibles estos problemas, cosa que antes no sucedía, pero también a un incremento real de estas situaciones, potenciado en gran medida por el
acceso precoz a teléfonos
móviles y
tecnologías digitales.
“Las redes sociales son un
caldo de cultivo difícil de controlar. Los jóvenes empiezan a utilizarlas demasiado pronto y sin suficiente formación, y se trata de un medio donde insultar es mucho más fácil que hacerlo cara a cara. Por un lado, permiten al acosador ocultarse y, por otro, hacer público el ataque y la ridiculización del acosado”.
La personalidad del acosador
Tal como señala Quintero, el acosador no tiene un perfil definido: “
No es fácil de definir un patrón común. Sí es cierto que suelen ser chicos con problemas, con conflictos propios o en sus familias. Hay muchos perfiles. No se puede afirmar que todo acosador sea un psicópata en potencia aunque desde luego no es el mejor punto de partida para el futuro”.
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