María Luisa Barrigón, Enrique Baca, Alejandro Porras y Rodrigo Carmona.
Los
‘smartphones’ se han convertido en "apéndices digitales" de nuestro propio ser. Una realidad que no ha pasado desapercibida para el mundo de la ciencia. Tanto es así que, en los últimos años, han proliferado los estudios que ponen en relación el uso de la tecnología con la salud mental. Un novedoso tema que se ha tratado en la
XXIV edición del Congreso Nacional de Psiquiatría a través de la mesa
‘Aplicación de las nuevas tecnologías en salud mental: desde el screening hasta la intervención’. En la misma, tres profesionales han desarrollado cómo estos dispositivos pueden abrir una nueva ventana para el seguimiento, diagnóstico y tratamiento de los pacientes, además de desarrollar los proyectos que han puesto en marcha al respecto.
La primera en tomar la palabra ha sido
María Luisa Barrigón, psiquiatra del Hospital Universitario Virgen del Rocío, que ha abordado la ponencia
‘Uso de smartphones para el screening poblacional en salud mental’. En la exposición, la especialista ha destacado algunas de las ventajas del ‘screening’ poblacional basado en ‘smartphones’, como la rapidez, la precisión por la geolocalización, la posibilidad e ‘feedback’ inmediato o la integración con los recursos de intervención. Unos cribados en los que no solo se plantean cuestiones específicas sobre hábitos tóxicos y salud mental, sino también sobre salud general, como peso y altura.
Precaución en el uso de tecnologías para la salud mental
Tras participar en diferentes estudios, con el objetivo de identificar posibles casos graves y generar información y seguimiento para la toma de decisiones, Barrigón ha concluido que los cribados a través de estos dispositivos son
“útiles”, especialmente para la planificación de los servicios. Sin embargo, la psiquiatra, que ha recalcado que la aceptabilidad es notablemente superior entre población joven, ha alertado acerca de un "grave problema":
“Hay una franja de la sociedad que no usa tecnología y de la que no debemos olvidarnos”.
Alejandro Porras, investigador clínico en el Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz, se ha adentrado en la
‘Realidad virtual como herramienta para la exploración en salud mental’, una ponencia en la que ha echado la vista atrás para recordar los principales ejes del estudio multicéntrico internacional
Smart Crisis. Tal y como ha explicado, se trató de un trabajado financiado por la American Foundation for Suicide Prevention (AFSP), que tenía como objetivo la monitorización de síntomas mediante ‘smartphones’ en pacientes con
antecedentes de conducta suicida.
En el mismo, a través de la aplicación móvil
Memind, se preguntaba diariamente a los pacientes sobre ideas de muerte, sueño, apetito y pensamientos negativos para realizar el resgistro.
Actualmente se está realizando el estudio
Smart Crisis 2.0, que se encuentra en fase de abordaje y que incluye un
plan de seguridad digital integrado en la aplicación. Este plan incluye una serie de estrategias diseñadas por el paciente y el clínico para afrontar una crisis suicida, como señales de alarma, estrategias de afrontamiento tanto internas como externas, contactos con amigos y familiares y razones para vivir, entre otras.
Porras: "El objetivo es crear una herramienta útil que pueda implementarse en la práctica clínica y que contribuya a la prevención del suicidio"
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En palabras de Porras, los próximos objetivos a este respecto son continuar con la fase de abordaje y recabar comentarios y sugerencias de mejora, así como comenzar el ensayo clínico, pautado para el próximo mes de enero,. “El objetivo a largo plazo es
crear una herramienta útil que pueda implementarse en la práctica clínica y que contribuya a la prevención del suicidio”, ha expresado.
Efecto positivo sostenido en el tiempo
‘Nuevas tecnologías en el tratamiento de la patología dual perinatal’ ha sido la última mesa del simposio, que ha presentado el psiquiatra
Rodrigo Carmona, quien se ha adentrado en la investigación de esta problemática porque, asegura, la mayor parte de las personas con problemas de uso de sustancias o de salud mental
no reciben tratamiento.
Por ello, él y su equipo pusieron en marcha un proyecto de seguimiento a través de una aplicación que perseguía diferentes objetivos para conseguir llevar a cabo una investigación sobre servicios de salud mental en la que se hiciera hincapié en la detección rápida y la derivación. El primero de ellos, y el "más importante", es el de poner a prueba la viabilidad y eficacia de dos enfoques (intervención clínica y telefónica) para
mujeres embarazadas con problemas de consumo de tabaco, benzodiacepinas y otras sustancias y trastornos para medir las consecuencias sanitarias obstétricas, pediátricas y mentales de estos problemas tanto en la madre como en el hijo.
Según las conclusiones de Carmona, solo la terapia telefónica resultó ser mejor que el tratamiento habitual para salud mental y, además, tanto la aplicación como la terapia mejorar el uso de tabaco y alcohol con una
efecto positivo "sostenido en el tiempo".
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