Pablo Tobajas, psiquiatra adjunto del Hospital Comarcal de Inca.
Cuando la
Unidad de Psiquiatría del Hospital Comarcal de Inca decidieron abrir las puertas, algunas personas pensaron que corrían el riesgo de que hubiera un mayor número de fugas. También pensaban que a lo mejor medicarían más a los pacientes para que no se escaparan y, tal vez, que habría un mayor número de contenciones. Pero nada más lejos de la realidad.
Pablo Tobajas, psiquiatra adjunto de esta Unidad, ha explicado a
Redacción Médica las conclusiones del
programa 'Open Doors', un proyecto de investigación pionero que ayuda a errradicar el estigma y mejorar la autonomía de los paciente al recrear un entorno en el cual estén como estarían en el resto de unidades del hospital. Estos datos qlos ha llevado al
XXII Congreso Nacional de Psiquiatría, que se ha celebrado del 26 al 28 de septiembre en Bilbao.
"Lo que se refleja en la cultura científica es que gracias a las puertas abiertas
disminuye la tensión y
mejora el clima dentro de la Unidad tanto para pacientes como también para los propios profesionales, lo que ha supuesto una
reducción del número de episodios de desorden, de
agresividad o de
alteraciones conductuales. Todo eso ha significado el abrir las puertas", explica.
Menos medidas de contención
Además, "el tener que estar más próximo al paciente ha hecho que por un lado el número de fugas sea el mismo y, por otro lado, que el
número de contención mecánica sorprendentemente haya disminuido. Ese es un dato muy importante", asegura.
"No se queda en un proyecto 'buenista', tiene rendimientos terapéuticos para el paciente"
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Tobajas señala que cuando las puertas de la Unidad estaban cerradas no había tanta preocupación sobre los pacientes. Ahora, en cambio, todo el mundo sabe dónde está todo el mundo. "Y, por tanto, si hay un
episodio de pre agitación es mucho más fácil reconducirlo si estás al lado desde el primer momento que no cuando llegas tarde", asegura. Y eso se traduce en que los pacientes, a veces,
requieren menos medidas de contención.
El programa ha conseguido, por tanto, mejorar el clima terapéutico de la Unidad al tiempo ayuda tanto a que las familias como a los pacientes a que no se vean señalados. Porque no es lo mismo sentirse encerrados bajo llave que con esa
libertad. Y, desde que comenzó el proyecto en 2014, lo han conseguido. "No se queda en un proyecto 'buenista', sino que se traduce en
rendimientos terapéuticos para el paciente", afirma.
Cambio de mentalidad
Tobajas reflexiona sobre el estigma que rodea a las personas con problemas de salud mental y que está tanto en la sociedad como en las familias, en el trabajo y en los propios pacientes. "Afortunadamente -asegura- esto está cambiando".
"La verdad es que en los hospitales cada vez llegan más indicaciones o sugerencias o reclamaciones a los Comités de Bioética de que los pacientes de Salud Mental existen. Si yo que ingreso de manera voluntaria en una Unidad de Salud Mental ¿por qué me tienen que dejar encerrado? ¿Por qué me tienen que tener bajo llave? Es verdad que no todos estos
pacientes son voluntarios, pero a lo mejor podemos hacer algo para ayudar a esas personas que están pero sin perjudicar a quienes han ingresado voluntariamente", explica.
"Y así -prosigue- se pueden
beneficiar todos de las mismas
condiciones y derechos que tienen los pacientes en cualquier otra unidad del hospital". Todo ello ayudará a cambiar que las personas con problemas de salud mental, que no son pocas, no sientan que ir a Psiquiatría "es lo último, cuando ya estás loco de remate", como lo dicen a este psiquiatra. Es, y debe ser, más común de lo que ellos mismos piensan.
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