Redacción. Madrid
Varios especialistas del Departamento de Oftalmología de la Clínica Universidad de Navarra lideran un proyecto de investigación cuyo objetivo es precisar la implicación de determinados genes hereditarios en la hipermetropía infantil, que afecta al 20 por ciento de los menores de seis años y puede derivar en síntomas como dolor de cabeza o visión borrosa.
El proyecto, en el que también trabajan profesionales del Hospital La Paz de Madrid, así como del Hospital de Cruces y el Instituto Clínico Quirúrgico Oftalmológico en Bilbao, se centra en pacientes de seis y 17 años. Jesus Barrio, oftalmólogo de la clínica, dirige una investigación que se encuentra inmersa en su fase de reclutamiento hasta conseguir los 300 pacientes necesarios para tomar la muestra inicial.
La decisión de realizar el estudio en población pediátrica radica en que es la edad infantil en la que se presenta una mayor incidencia de hipermetropía y en la que este error refractivo causa la mayor parte de otros problemas oftalmológicos asociados. La importancia de estas otras patologías vinculadas es significativa por su repercusión en el desarrollo integral del niño afectado por la dificultad visual. Esta circunstancia implica normalmente frecuentes consultas de revisión, así como la necesidad de distintos tratamientos para recuperar la visión.
La hipermetropía se produce porque los objetos quedan enfocados por detrás de la retina en lugar de sobre ella. Las patologías oftalmológicas que aparecen con mayor frecuencia asociadas a la hipermetropía son fundamentalmente el estrabismo (pérdida de paralelismo entre ambos ojos) y la ambliopía (ojo vago, que implica disminución de agudeza visual). Su elevada prevalencia en niños obliga a numerosas revisiones y consultas oftalmológicas.
“En este sentido, la detección precoz de la hipermetropía no fisiológica es clave para poder tratarla de forma temprana y evitar las complicaciones asociadas a este error refractivo”, subraya el doctor Jesús Barrio, director de la investigación.
El objetivo fundamental del estudio actual reside en “verificar la existencia de esa asociación entre marcadores genéticos y la hipermetropía en niños hipermétropes escogidos de una muestra de la población española”, argumenta el investigador.
En caso de que se confirmara la relación entre los polimorfismos genéticos estudiados y la existencia de la hipermetropía en la población infantil analizada, “habríamos dado un paso importante hacia el desarrollo de una prueba para detectar el riesgo de presentar hipermetropía patológica, un procedimiento que sería fácil e indoloro para los niños, de coste asequible y que serviría para prevenir la importante morbilidad (otras afecciones visuales) asociada a la hipermetropía infantil”, advierte el especialista. Barrio vaticina que, “de cara al futuro, lo importante sería llegar a tratar o prevenir la enfermedad a nivel genético”.