El diagnóstico de un trastorno en el neurodesarrollo de un menor puede estar sujeto a variables como el
acceso a los servicios de salud, la edad o la etnia. Un reciente estudio realizado conjuntamente por universidades y hospitales estadounidenses señala discrepancias en la detección de este tipo de problemas dependiendo del
seguro de salud contratado y una mayor concentración antes de cumplir diez años.
Así, 1 de cada 4 niños con seguro público y 1 de cada 9 niños con seguro privado en Estados Unidos ya habían recibido el diagnóstico de un
trastorno del neurodesarrollo a los 8 años de edad. El riesgo, además, era "considerablemente mayor" en los niños que en las niñas.
La investigación, publicada en
JAMA Psychiatry, pretendía evaluar la incidencia y el momento del diagnóstico de los trastornos del neurodesarrollo durante la infancia, así como las diferencias en las características de la población. Para ello se analizaron datos de más de 3,3 millones de pacientes pediátricos, el 50,5 por ciento con cobertura pública y el 51 por ciento con cobertura privada.
A los 8 años, el 23,9 por ciento de los niños con seguro público y el 11 por ciento de los niños con seguro privado presentaba uno o más problemas de desarrollo. Los primeros, además, tendían a
recibir el diagnóstico más tarde en comparación con aquellos que tenían acceso a la Privada, excepto en el caso del
trastorno por déficit de atención e hiperactividad, por lo que mostraron una mayor incidencia.
¿Cuáles son los problemas más comunes en los niños?
Este fue de hecho el problema más numeroso entre los menores, con una incidencia del 14,5 por ciento en los casos de la sanidad pública y del 5,8 por ciento en la privada. Entre los más comunes también figuran el trastorno del
espectro autista, (1,6 por ciento y 1,3 por ciento);
dificultad en el aprendizaje (1,2 por ciento y 0,6 por ciento),
trastornos del habla o lenguaje (8,4 por ciento y 4,5 por ciento),
problemas en el desarrollo de la coordinación (0,9 por ciento y 0,7 por ciento); discapacidad intelectual, (0,7 por ciento y 0,1 por ciento) y
trastorno de conducta (8,4 por ciento y 1,5 por ciento).
Los niños con seguro público (30,7 por ciento) presentaban casi el
doble de posibilidades de sufrir dificultades en el neurodesarrollo que las niñas (16,7 por ciento). En el caso de los menores con seguro privado, la diferencia fue aún mayor con un 15 por ciento en niños frente al 6,7 por ciento en niñas.
La probabilidad entre los menores caucásicos (30,2 por ciento) fue también mucho más elevada respecto a los
asiáticos (9,1 por ciento),
africanos (23 por ciento),
hispanos (15,4 por ciento) o aquellos de raza o etnia desconocida (22,7 por ciento).
Además, la relación entre la edad materna y el año de nacimiento con la incidencia de trastornos fue variando según el resultado, igual que la asociación entre la raza y el origen étnico con la edad en el momento del diagnóstico.
Los trastornos del neurodesarrollo concurrentes fueron comunes, especialmente entre los niños con
trastorno del espectro autista y discapacidad intelectual, ya que al menos el 70 por ciento presentaba un problema de esta clase.
Los resultados hallados muestran, por tanto, una incidencia relativamente alta y simultánea de trastornos del neurodesarrollo, con disparidad en la gravedad y el momento del diagnóstico por tipo de seguro y raza o etnia.
Además, en opinión de sus impulsores, este estudio sienta las bases para poder comprender el papel de
factores como las morbilidades maternas y la edad avanzada de los progenitores, la cual se ha asociado a un mayor riesgo de sufrir autismo, así como identificar posibles factores de riesgo modificables como la nutrición, el abuso de las drogas y otras exposiciones cuando el bebé se encuentra en el útero.
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