Elvira Velasco, portavoz del PP en el Congreso
Mientras la
Estrategia de Salud Mental toma forma, los partidos consolidan su compromiso para atender los problemas acuciantes que engloba este área a presente y a futuro. El Grupo Parlamentario Popular lo hacía, centrándose en los jóvenes y a través de una Proposición no de Ley para la
prevención del suicidio de los menores de edad.
Los populares llevaban así a la Mesa del Congreso una seria de
medidas dirigidas al cuidado de la salud mental en este colectivo, especialmente tras ser
uno de los más afectados por la pandemia de Covid-19 y los "grandes olvidados" en palabras de las organizaciones dedicadas a la Infancia.
Por ello, desde la formación instan al Gobierno a incluir un Plan Estratégico de Prevención del Suicidio en los jóvenes específico dentro de la nueva
Estrategia del Sistema Nacional de Salud, cuyos detalles desgranaban este fin de semana Carolina Darias, ministra de Sanidad, y Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.
Por otro lado, ven necesario implementar, "a la mayor brevedad posible", las distintas medidas que se contienen en la Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de
protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, y entre las que figuran la especialización de los órganos judiciales, de la fiscalía y de los equipos técnicos que presten asistencia especializada o la difusión de
actividades formativas dedicadas a la prevención y detección de los menores expuestos a la violencia de género, tanto en el ámbito de la educación como en el sanitario, el de los servicios
sociales y judiciales.
Los suicidios en menores crecen un 250% en pandemia
Según los datos de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, en 2019 se quitaron la vida 309 persona de edades comprendidas entre los 15 y 29 años, constituyendo la primera causa de fallecimiento de los jóvenes españoles (por encima de los accidentes de tráfico). Datos aportados por el Colegio de Psicólogos de Madrid, apuntan a un aumento del 250 por ciento los casos de suicidios entre la población infantojuvenil, durante el año 2020.
En su exposición de motivos, el grupo pppular pone el acento en los sentimientos de
miedo, angustia, estrés y tristeza que esperimentaron los jóvenes y menores a lo largo de confinamiento, y, a los que se suman, la incertidumbre y desbordamiento que los propios adultos igualmente tenían ante esta situación.
"Todo ello unido al
mayor uso de las nuevas tecnologías, sobre todo entre los adolescentes, con el riesgo que ello, en determinadas ocasiones, puede conllevar", el fin de las relaciones sociales y los "cambios" a los que adaptarse en los centros educativos, argumentan.
Una de más consecuencias más graves del confinamiento, exponen, ha sido el aumento de la violencia filioparental. Según un estudio de las Universidades de Oxford y Manchester, el número de episodios violentos de hijos a padres se disparó hasta un 70 por cienyo durante el confinamiento. Uno de los factores principales de este incremento ha sido el cambio de rutina o la falta de ésta.
Así, en 2020 los problemas psicológicos se multiplicaron en los menores de edad: durante el confinamiento la ideación suicida subió un 244,1 por ciento, la ansiedad el 280,6 por ciento, la baja autoestima el 212,3 por ciento y la depresión/tristeza el 87,7 por ciento, tal y como señala el 'Informe anual ANAR 2020: el Teléfono/Chal ANAR en tiempos de COVID-19', que los populares incluyen en su informe.
Además, los trastornos de alimentación aumentaron un 826,3 por ciento coincidiendo con las primeras salidas de los domicilios y tras la vuelta al colegio se incrementaron las autolesiones el 246,2 por ciento, la agresividad el 124,5 por ciento y el duelo un 24,5 por ciento. Ahora bien, el principal motivo de llamada de auxilio de los menores fue por violencia: el 52 por ciento de los casos, ante el aumento sobre todo del maltrato físico durante el confinamiento y que se mantuvo a lo largo del año 2020.
Datos que constatan "una prolongación del sufrimiento en los menores", pero también crecieron las circunstancias de máxima gravedad significativamente", según señala el documento. La fundación también detectó un
incremento de los problemas asociados a la tecnología, que pasaron de un 23,2 por ciento en 2019 a un 29,9 por ciento, afectando a casos de 'grooming', ciberacoso, violencia de género, pornografía/prostitución infantil, trastornos de la alimentación, autolesiones, ideaciones e intentos de suicidio y otros problemas psicológicos.
"El Gobierno no puede hacer dejación de sus funciones y debe impulsar programas e iniciativas que solventen el sufrimiento de nuestros menores, dado que su salud físicay mental es crucial para su desarrollo y bienestar emocional cuando sean adultos, y en ellos está la esperanza y futuro de todo un país", defienden.
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