Un estudio elaborado por el Comité de Asuntos Internacionales de la Sociedad para la Psicología Industrial y Organizacional (SIOP-Society for Industrial and Organizational Psychology), publicado en el año 2015, estimó que la pérdida de rendimiento que conlleva el
acoso laboral -derivado de las repercusiones que experimentan estos trabajadores-, se traduce en importantes
costes para las organizaciones, que pueden llegar a alcanzar los 14.000 dólares por empleado (11.375 euros). Este documento sitúa la prevalencia de acoso laboral en Europa en el 15,7 por ciento.
En este sentido, y según el último informe sobre Condiciones de Trabajo elaborado por la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (Eurofound), también de 2015, en España, el 10 por ciento de los trabajadores sufre
comportamientos sociales adversos en el ámbito laboral, tales como
violencia física,
acoso laboral o
sexual.
Una cifra que adquiere un cariz más negativo si se considera que el 39 por ciento de los españoles afirma que el trabajo que realiza le compromete a pasar por situaciones que considera emocionalmente molestas, o que el 38 por ciento señala que el trabajo que desempeña tiene consecuencias perjudiciales para su salud, según la misma encuesta europea.
La situación podría ser más grave si se atiende a un estudio de 2009 realizado conjuntamente por investigadores del Tribunal Superior de Justicia y de la Universidad Complutense de Madrid, en el que se recogen datos de una consulta en la que participaron cerca de 3.000 trabajadores de distintos sectores en España y cuyos resultados reflejan que el 14 por ciento de los empleados habría sufrido algún tipo de acoso laboral en los seis meses previos a la realización de la encuesta. Este trabajo fue recogido por la revista
Psicothema.
Conducta repetida
El
acoso laboral es una conducta que consiste en la exposición repetida a una amplia variedad de acciones como el abuso, la burla, el ridículo o la exclusión social, siendo perjudicial tanto para la salud, bienestar y rendimiento de los empleados como para la rentabilidad y convivencia dentro de una organización. Algunos de los
principales síntomas relacionados con este tipo de acoso son el trastorno de estrés postraumático, sentimientos de ira, ansiedad, depresión, alteraciones del sueño o niveles de agotamiento físico y emocional, entre otros. Todas estas manifestaciones suelen además tener repercusiones en otros ámbitos sociales, inclusive el familiar.
Los principales síntomas relacionados son el trastorno de estrés postraumático, ira, ansiedad, depresión, alteraciones del sueño, agotamiento físico y emocional, entre otros
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El informe Cisneros 2011 reveló que el 64 por ciento del acoso laboral es descendente, el 18 por ciento se produce entre compañeros y el 12 por ciento ascendente -de empleados a directivos y suele ser grupal-. En este documento se recoge que, por primera vez, el porcentaje de hombres (15,8 por ciento) que sufre
mobbing supera al de mujeres (10 por ciento). Para las empresas, la
pérdida de productividad viene dada por las alteraciones emocionales y fisiológicas que sufren las víctimas, que son más propensas a solicitar bajas por enfermedad. Las que no lo hacen, tienden a continuar en su puesto de trabajo con un desempeño laboral más bajo, como consecuencia de una menor satisfacción laboral, poco compromiso con la organización, etc.
Iñaki Piñuel, considerado uno de los pioneros y de los principales expertos europeos en la investigación y divulgación de este tipo de acoso, afirma que estas conductas afectan negativa y directamente a la producción y competitividad de la empresa. “El cerebro no puede trabajar con esa tensión”, asegura. De hecho, según el experto, se trata de “la primera causa de baja laboral de larga duración. Las compañías deben entender que generar un entorno saludable en el trabajo es muy rentable”.
Este experto confirma que este tipo de acoso afecta especialmente a los mejores trabajadores y/o a aquellos que por alguna razón se han convertido en amenazantes. “El jefe se siente amenazado por un trabajador brillante”, señala.
Sólo se denuncia el 8 por ciento de los casos
Es difícil determinar la
prevalencia real de acoso en las organizaciones. Estas dificultades vienen dadas por la heterogeneidad para delimitar lo que se entiende por
mobbing o acoso laboral y, sobre todo, porque las víctimas no suelen
denunciar este tipo de situaciones.
Las razones estarían relacionadas con el miedo al
perjuicio psicológico que supone reconocer la situación y rememorar de nuevo el episodio, el temor a no ser creídos y/o a exponerse a posibles conductas de pasividad o rechazo, evitación o negación por parte del entorno, o la preocupación ante posibles represalias que pueden llevar incluso hasta la pérdida del puesto de trabajo.
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