La vacuna del VPH ha conseguido reducir notablemente la incidencia de esta enfermedad.
La existencia de la vacuna frente al virus del papiloma humano (
VPH) hace del
cáncer de cérvix una enfermedad prevenible, ha recordado la Sociedad Española de Oncología Médica (
SEOM) como parte de su campaña ‘En
Oncología, cada avance se escribe con mayúsculas’.
“La causa fundamental es la infección por alguno de los
virus oncogénicos de la familia del
virus del papiloma humano”, ha señalado en un comunicado. “Tras la infección y su posterior cronificación, generalmente hay una larga evolución hasta la aparición de la
lesión pre-maligna y el desarrollo del cáncer invasor. Por ello, tanto la prevención como la
detección precoz es la mejor arma para el tratamiento y erradicación de este cáncer”.
El porcentaje de muertes se ha reducido un 70% gracias al test de Papanicolau
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Más del 90 por ciento de los cánceres de cuello de útero se asocian a la infección por VPH, así como el 60 por ciento de los orofaríngeos, el 91 por ciento del cáncer de pene, el 75 por ciento del cáncer de vagina y el 69 por ciento de los cánceres de vulva.
Desde 1940, el porcentaje de muertes ha disminuido un 70 por ciento en países desarrollados gracias al cribado mediante el
test de Papanicolau y el consiguiente tratamiento en las primeras fases de la enfermedad. El
test VPH ha reducido la mortalidad en países en desarrollo.
Las
vacunas para el VPH, que en el calendario vacunal se administran a las niñas entre 11 y 14 años, forman parte de esa prevención primaria.
La última en desarrollarse ha sido la nonavalente, dirigida a los serotipos 6, 11, 16, 18, 31, 33, 45 y 58. Se publicó en 2015 un estudio en fase III mostraba su eficacia frente a la vacuna tretavalente.
Se ha calculado que la vacuna nonavalente disminuirá la incidencia del cáncer hasta en un 73 por ciento, frente al 63 por ciento en el caso de las vacunas bivalentes y tetravalentes.
Las vacunas del VPH también protegen a mujeres adultas y disminuye de manera significativa la evolución de la neoplasia intraepitelial de cérvix, “lo cual es relevante en el diseño de nuevas estrategias de screening para la población vacunada”.
Nuevos tratamientos e inmunoterapia
En cuanto al tratamiento, los avances en técnicas quirúrgicas han permitido ofrecer
cirugías más conservadoras a mujeres con estadios iniciales sin factores de riesgo o deseo gestacional con menor morbilidad y mejor calidad de vida.
Los avances más importantes en el tratamiento de la enfermedad avanzada han sido
pasar del cisplatino en monoterapia a diferentes combinaciones, y el establecimiento de un estándar como la combinación carboplatino-taxol para pacientes tratadas previamente con cisplatino.
Se ha conseguido un aumento de 3,5 meses en la supervivencia global con la adición de bevacizumab a la quimioterapia. Además, otros antiangiogénicos, inhibidores de PARP y nuevos fármacos como nimotuzumab y vedotintisotumab, han mostrado beneficios. En cuanto a la inmunoterapia, “son muy prometedores los resultados de ensayos con vacunas terapéuticas como DXS-11, Axal, o con tratamientos anti PD-1”. La publicación del estudio genómico y molecular del cáncer de cérvix, en 2017, ha sido el último “avance con mayúsculas”, según la SEOM.
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