Sala de radioterapia infantil. (muralesinfantiles.com)
La
humanización de la sanidad a veces es mucho más fácil de lo que parece, y sus ventajas son mucho mayores, tanto para pacientes como para los profesionales y los centros. Así lo han demostrado en la 36 Conferencia de la
Sociedad Europea de Oncología y Radioterapia (Estro), que se ha celebrado en Viena.
Allí, Catia Aguas, radioterapeuta de las Cliniques Universitaires Saint Luc, en Bruselas, ha presentado un estudio que revela que
usar películas es mucho más barato y beneficioso que utilizar anestesia a la hora de hacer que los niños que se someten a
radioterapia se queden quietos durante la sesión.
El proyector es sencillo de fijar a la máquina.
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La radioterapia implica ir al hospital todos los días laborables durante cuatro a seis semanas, y se necesita que los niños no se muevan. Hasta ahora, se utilizaba para ello la anestesia general, con las circunstancias que conllevaba:
ayuno de seis horas antes del tratamiento, preparación y administración de la anestesia y recuperación posterior, amén de los riesgos inherentes al uso de anestesia general en un paciente pediátrico.
“La radioterapia puede ser muy angustiosa para el niño”, comenta Aguas. “Es una habitación grande llena de máquinas y ruidos extraños, y
la peor parte es que tienen que estar solos durante el tratamiento”. Antes de someterse a ella ya han pasado por una serie de pruebas, “algunas de ellas dolorosas, así que cuando llegan no se sienten muy seguros y confiados”.
Barato y sencillo de fijar
En 2014, su centro instaló un proyector “barato y sencillo de instalar” en la máquina de radioterapia. Para el estudio presentado en la 36 Conferencia de la Estro, se tomaron seis niños tratados antes de la instalación y otros seis niños después. Si antes del video se necesitaba anestesia general para el 83 por ciento de los tratamientos,
con el uso de películas solo hizo falta en el 33 por ciento de ellos.
“Desde que empezamos a usar los videos, los niños sienten mucha menos ansiedad”, afirmó Aguas. “Ahora que saben que van a ver una película de su elección [los personajes favoritos son Bob Esponja, Cars y Barbie], están más relajados y una vez que empieza
es como si se trasladaran a otro mundo”.
Mientras que la sesión de radioterapia solía durar un mínimo de una hora (incluyendo el tiempo en preparar y administrar la anestesia), tras la proyección de dibujos animados
el tiempo se redujo a 15 o 20 minutos, lo que hizo disminuir la ansiedad no solo de los niños sino también de sus familias.
“Usar videos es ahorrar dinero y recursos reduciendo la necesidad de anestesia”, declaró Aguas. El hospital continúa estudiando el efecto de las películas en los niños sometidos a radioterapia y tiene planeado extender su uso a
adultos con problemas de ansiedad y claustrofobia.
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