Mariano Provencio, jefe de la especialidad en el Hospital Puerta de Hierro, estrena el ciclo 'Referentes en Oncología'

Mariano Provencio, jefe de Oncología en el Hospital Puerta de Hierro.


9 sept. 2024 7:00H
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Sea en lo personal o en lo profesional, a Mariano Provencio siempre le han apasionado los retos. El interés por la Oncología, demostrada en su tesis dedicada a la primera enfermedad curable, fue lo que llevaría a este facultativo, criado en una pedanía de la Serranía de Cuenca con menos de un centenar de habitantes, a 'estrenar' la especialidad como residente en el Hospital Puerta de Hierro y a formarse en algunos de los centros más punteros del mundo hasta convertirse en una figura de renombre dentro del cáncer de pulmón.

Tirar la toalla es algo que nunca ha entrado en sus planes, y menos cuando se trata de sus pacientes. Ellos, afirma, son la prueba más fehaciente del salto cualitativo y cuantitativo que ha experimentado el diagnóstico y tratamiento del cáncer en los últimos años, y del que ha podido ser testigo, primero como médico adjunto y más tarde como jefe de Servicio de esta especialidad en el centro madrileño. De todo ello habla en esta entrevista realizada por Redacción Médica con la colaboración de Takeda para inaugurar 'Referentes en Oncología'. Un ciclo de entrevistas que permitirá conocer la faceta más personal de aquellos que han conseguido escribir su propio capítulo en la historia nacional de esta especialidad. 

¿En qué momento la vocación llamó a su puerta? ¿Hay alguna anécdota que le marcara de pequeño?

Mariano Provencio, jefe de Oncología en el Hospital Puerta de Hierro.

Siempre me gustó el aspecto social del estudio de la Medicina. Y me parece que ayudar a gente vulnerable es una satisfacción personal y no lo dudé mucho. En cuanto pude coger plaza, pues cogí Medicina.

El periodismo también estaba en su radar...

Tenía dudas entre periodismo y Medicina, que es algo así como muy raro, pero me parece que el periodismo es muy interesante. Tocas muchos temas, profundizas en cosas, tiene mucha variedad y te enriquece como persona. Y eso me gustaba mucho. Por eso hice Ciencias. No sé muy bien, porque ya me pierdo con los sistemas educativos en España, pero en aquel momento tenías que escoger entre Ciencias y Letras en el BUP. Y cogí Ciencias porque me parecía que así me permitía tener un abanico más amplio. Sin embargo, al terminar Ciencias dudé mucho con periodismo. Me echó para atrás que hablé con alguien y me dijo "No hay nada de trabajo en periodismo." Y dije "Pues entonces voy a coger seguro Medicina"

¿Cómo fue su infancia en un pueblo de Cuenca de 130 habitantes?

O quizá menos. Realmente no es un pueblo, es una pedanía de un pueblo, se llama Vadillos, y actualmente puede que tenga a lo mejor 50 habitantes o 60. Entonces, en los años 60, a lo mejor tenía 30 y pertenecía a otro pueblo que se llama Cañizares, que está al lado y que puede que tenga esos habitantes. Yo estuve viviendo allí y en Beteta, que es otro pueblo que está cercano, que es de donde es mi familia, hasta los seis años. En esa época me fui a Palencia, que es donde me desarrollé hasta 5º de la EGB y luego en Cuenca, en el instituto. 

Mariano Provencio: "No se puede hacer una buena investigación si no haces buena asistencia"

Mariano Provencio: "No se puede hacer una buena investigación si no haces buena asistencia"


¿Era de los que sacaba buenas notas en el colegio?

No era de los malos, a lo mejor no era el primero de la clase, pero siempre aprobaba. De hecho, yo se lo digo siempre a mis hijos y me parece que es algo que se ha perdido y que está bien y es que, entonces, había unas becas. El Estado -entonces estamos en el franquismo- te mantenía si tú tenías una media de notable y yo en el currículum siempre he mantenido mi credencial de 'becario' porque era como tu DNI. Y esa credencial, el no perderla, era un motivo de orgullo. Siempre fui becario: toda la EGB, el BUP, el COU y toda Medicina. Te daban un poco de dinero, pero la matrícula te salía gratis, te daban libros... 

El instituto, como decía, lo cursó ya en Cuenca...

El instituto lo cursé en el Alfonso VIII de Cuenca. Había dos institutos, el femenino y el masculino, y no había más opciones. 

Cuando le llegó el turno de decidir entre Letras y Ciencias, al final las que ganaron fueron las Ciencias...

Sí, escogí Ciencias. También es verdad que, en el instituto, los profesores que eran más progresistas, más abiertos y más modernos, estaban en Ciencias y eso también me ayudó a escoger. 

¿Y cómo llega la carrera de Medicina a sus planes?

Dudé entre varias opciones. O sea, es difícil que una persona que tiene 17 o 18 años tenga una vocación muy definida. Yo soy muy inquieto y me gustan mucho muchas cosas que son muy dispares. Y esto a la gente le llama la atención. En aquel momento, sinceramente, yo tenía tres carreras en la mente: ser piloto -estuve mirando para ser piloto del Ejército del Aire-, médico o periodista. En aquella época empezaron a caer aviones y mi madre empezó a decir que aquello no era una buena elección. Yo tenía buenas notas y podía coger Medicina cuando, además mucha gente tenía ganas de entrar en Medicina y no podía. Siempre me llamó la atención, así que cogí Medicina. 


"Al terminar Ciencias dudé mucho con periodismo. Me echó para atrás que alguien me dijo que no había nada de trabajo"


Apuntaba alto en cuanto a la elección de centro. ¿Cómo fue su experiencia formativa en España y también en instituciones de altísimo nivel? 

Tengo la fortuna de haberme formado en el Puerta de Hierro, con gente que marcó una época en la Medicina, en la Medicina Interna especialmente, y aprendí muchos de ellos. El hospital era muy pequeño, ahora es un hospital grande, pero era muy pequeño. Nos conocíamos todos y había muchísima interacción entre los distintos estratos: los residentes, los adjuntos, los jefes de Servicio, etc. Había muchísimas sesiones. Había sesiones clínicas todos los días y además eran muy exigentes. Puerta de Hierro en aquella época y también ahora, tiene otras características. Era una pequeña clínica Mayo. Teníamos pocos pacientes. Otros hospitales se quejaban de nosotros y nos criticaban porque decían que hacíamos mucha Medicina teórica, pero la verdad es que estudiábamos mucho y teníamos mucha interacción. Había sesiones clínicas y con casos clínicos cerrados.

Mariano Provencio, presidente del Grupo Español de Cáncer de Pulmón

Yo me acuerdo que, cuando yo llegué a adjunto en Puerta de Hierro, después de ser residente, era un clásico el ponerte un caso cerrado que tú no conocías y tú tenías que descubrir qué era. Y entonces no había Medline ni Internet como ahora. Tenías que ir al Index Medicus a revisar la bibliografía. Tampoco podías bucear en la historia del paciente. Ahora puedes entrar en la historia y ver qué le ha pasado, etc. Entonces te daban unos datos y tú tenías que desarrollar delante de todo el hospital paso a paso qué harías según de lo que te iban informando. Y era muy, muy desafiante el estar allí. Yo lo pasé muy bien y aprendí mucho. Y luego me parece que hay que salir fuera. Yo creo que eso es muy enriquecedor. Primero porque ves que tu país tiene un gran potencial, que tiene gente muy válida y que no somos inferiores a nadie. Esto es algo que hay que tener en cuenta. Los más críticos con España, somos los españoles. 

Salir fuera me parece muy interesante. Yo busqué los sitios que me parecía, de lo que yo había testado, preguntado y visto, que tenían más calidad. Te enriquece profesionalmente. Desde luego, conoces gente, conoces técnicas y ves avances, fundamentalmente aquellos que están todavía en ensayo clínico y algunas terapias que a lo mejor no han llegado aquí por lo que sea, pero en general van a llegar. Y lo que ves también es que España pues tiene un potencial enorme que no sabemos apreciar. Cuando estás fuera notas cuánto bueno tenemos en España y entonces eres capaz de valorar más todo lo que hay aquí. 

¿Por qué se decantó por la Oncología? En ese momento no era ni siquiera una disciplina como tal...

No, no era una disciplina. Sin embargo, había una revista que se llamaba Oncología 98 u 86, ya no me acuerdo. Era Oncología con un número, que luego pasó a ser Oncología y luego desapareció. Te la mandaban gratuitamente. Me llegó gratuitamente a mis manos en 4.º de Medicina y me pareció apasionante. Me parecía aquello un delirio, porque efectivamente, en la carrera de Medicina no se estudiaba Oncología tal cual, sin un tumor, otro tumor, etc. Y, de hecho, cuando terminabas Medicina tenías que hacer un TFG. Había que coger lo que era la tesina o un examen que había de licenciatura. Y yo cogí la enfermedad de Hodgkin porque me pareció apasionante cuando la estudié. No por los que me la dieron, que, realmente no tenían mucho conocimiento de Oncología y era bastante tocho, pero, cuando te la estudias, la enfermedad de Hodgkin era apasionante y el propio Hodgkin era apasionante. Era un tío que fue un activista social, político, investigador clínico, etc. Además, es un modelo de enfermedad curable. O sea, fue probablemente la primera enfermedad que se curó en Oncología en el mundo y todo lo que ha pasado en el Hodgkins se ha desarrollado después en otras y se aprende mucho. Y entonces, cuando terminé Medicina cogí Oncología. 

Además, fue el primero de su promoción MIR en el Hospital Puerta de Hierro 

Sí, sí. Alguna vez me han dicho que es como cuando entras de botones en un hotel o en un banco y terminas de director. Pues sí, yo fui el primer 'botones' del servicio de Oncología. El "inexistente Servicio en Oncología", porque eramos una Sección de Medicina Interna. Yo recuerdo que un jefe de Servicio con el que teníamos algún roce por las patologías comunes, decía "A ver el residente del inexistente servicio de Oncología". Entonces a mí eso me molestaba mucho. La Oncología Médica ha tenido que abrirse paso en muchas dificultades. Eso también es una cosa bonita. A mí me gustan los retos. Aquello me parecía interesante y aquella lucha también fue muy interesante. 

¿Y cómo se adaptó a la vida en la capital? 

Mariano Provencio cuenta la historia que más le ha marcado como oncólogo

Cuando yo terminé Medicina, ya me vine a Madrid, entonces no me costó mucho. Y mientras estudiaba ya estaba en Madrid. La parte lírica esta de que pasas del pueblo a la capital tampoco...Cuenca es una capital pequeña, pero es una capital. 

¿Cuáles diría que han sido los avances que más han marcado la especialidad en general desde que comenzara a ejercer? 
  
Hay muchísimos más pacientes que tratamos y que podemos curar que cuando yo empecé. Hay muchos más avances y mucho más que ofrecer a los pacientes. Yo me acuerdo muchas veces de muchos pacientes: de sus caras, de su familia.... Pudimos ofrecerle pocas cosas por mucho interés que teníamos. Y sin embargo, ahora hay muchos más tratamientos. Hay unas expectativas que nunca hubiera soñado. Yo me acuerdo muchísimo de muchos pacientes que rápidamente murieron con enfermedades dramáticas, porque no teníamos casi nada más que el puro interés de intentar mejorarlo. Y cómo la familia sufría, el paciente, el médico...Podías hacer poco y te das cuenta cuánto ha avanzado esto. La Oncología Médica es una de las disciplinas más agradecidas. 


"Ahora hay muchos más tratamientos. Hay unas expectativas que nunca hubiera soñado. Yo me acuerdo muchísimo de muchos pacientes que rápidamente murieron con enfermedades dramáticas"



¿Qué rompecabezas han sido los que más a prueba han puesto sus habilidades como oncólogo? 

Bueno, yo la verdad es que siempre me he llevado el trabajo a casa y la cabeza llena de cosas. Esto también es así. Cuando estás en la planta, irte con pacientes que no sabes muy bien qué le está pasando y despertarte a media noche pensando "Le voy a hacer esto". Esto a mí me ha ocurrido siempre. También en el día a día, ¿no? Quizá ahora lo veo con más distancia, quizá no me afecta tanto porque también tenemos más cosas. Pero cuando te encuentras en una disyuntiva en la que tienes pocas cosas, la mente se estruja un montón y buscas salidas por donde puedes. 

¿Cuáles diría que han sido las dianas terapéuticas que han marcado un antes y un después? 

Desde luego, todas las dianas terapéuticas de cáncer de pulmón han sido un cambio sustancial. Yo me acuerdo con los primeros pacientes con el EGFR. El (cáncer) pulmón es una enfermedad. Por eso también me gustan mucho los linfomas, porque puedes curar muchos. Y me gustaba mucho el pulmón. Era un reto porque se te morían casi todos los pacientes con pocas cosas y sin embargo detrás venía muchísima investigación. Entonces fue cuando decidí focalizarme más en cáncer de pulmón. El que tú de pronto descubras una diana como el EGFR, el ALK u otro tipo de dianas -fundamentalmente estas dos- en pacientes que rápidamente se mueren, y que tú rápidamente, con otro tratamiento -la mayoría de ellos orales- reviertas esa situación...

Yo me acuerdo de los primeros artículos con estas dianas terapéuticas de EGFR ALK como se hablaba del 'Efecto Lázaro'. Era dar la pastilla a pacientes intubados en la UCI muriéndose y que, a los dos días, esa persona abriera los ojos, levantara la mano y quisiera quitarse el respirador. Y se lo quitaba al tercer día. Esto fue muy impactante porque, también dentro del hospital, esto nos llevó a una credibilidad para hacer por los pacientes todo lo posible que antes no se podía hacer. Antes te costaba muchísimo meter un paciente en la UCI. Entonces los de la UCI empezaron a ver esto, igual que el resto de hospital, y claro, se extendió la idea de que podemos hacer cosas por los pacientes de forma muy dramática. El 'Efecto Lázaro', levántate y anda. 

Un instante de la entrevista enmarcada en el ciclo 'Referentes en Oncología'

Un instante de la entrevista enmarcada en el ciclo 'Referentes en Oncología'


Respecto a esos pacientes, ¿cómo ha ido calando el concepto de humanización en un área como la Oncología? 

El oncólogo médico tiene que estar preparado para luchar. Yo siempre digo a mis residentes que aquí no se tira la toalla nunca y que hay que luchar siempre contra todos los elementos. Dentro y fuera. A mí estas cosas me revientan mucho. El que porque sea metastásico o sea tumoral... esto no se puede consentir y no se puede aguantar, hay que luchar. Entonces, los retos en este sentido son enormes, pero hay que luchar por ellos. Esa es la primera humanización, es decir, considerar al paciente para todo lo que sea necesario tratar. La humanización, en mi forma de ver, no es solamente dar palmaditas en la espalda, sino que reciba el mejor tratamiento posible el paciente. Eso es lo que el humano quiere para él, no que le den palmaditas, sino que le den el medicamento justo.

Luego, después, efectivamente, que haya un acercamiento al paciente de forma personal, adecuada, con respeto y con la debida consideración. Y eso cubre todo. Cuando ponen el pijamita este -que yo no sé cuándo lo desecharán-, que van casi con las nalgas al aire. O sea que yo creo que hay que buscar el detalle en el cuidado del paciente, porque pacientes podemos ser todos y si a ti algo no te gusta, tienes que pensar que al paciente eso tampoco le gustaría. Si a ti no te gusta o no te gustaría ponerte ese tipo de indumento, pues habrá que buscar otros para los pacientes.

La calidad de la asistencia, el que estén en las habitaciones solos con su familia y no que estén varios agrupados en habitaciones, por supuesto que tengan baño, etc. Todo eso es humanización, no solamente el que no hagan ya ruido en el hospital, que el paciente pueda descansar, que no se grite por los pasillos, que esté bien señalizado, que se atienda en hora, que no haya dilaciones o retraso en el tratamiento en el que estemos involucrados... También en asuntos sociales, en la integridad. Por supuesto que tiene que haber respeto a distintos sexos. Obviamente, pero no solamente es eso. Muchas veces nos quedamos en cuestiones muy superficiales. Hay que ir más al detalle. Familias que a lo mejor no tienen posibilidades. El país tiene ya un nivel en el que se le puede atender también de forma psicológica. Todavía no tenemos psicólogos en los servicios de Oncología. El cáncer es una ruptura bibliográfica brutal. Hay que ayudar a la gente. 


"Siempre digo a mis residentes que aquí no se tira la toalla nunca y que hay que luchar siempre contra todos los elementos. Y es normal que el desconocimiento de los compañeros haga que un paciente metastásico parezca que no merece la pena"



Y en cuanto al tratamiento, ¿qué capacidad de decisión tienen que tener, en su opinión, los pacientes?

Toda. Yo la verdad es que creo que al paciente hay que explicarle todo y tiene que saberlo. En España antes, ahora ya no tanto, había una confabulación que se llamaba del silencio, donde las familias te chistaban por detrás para que no dijeras nada. Y yo creo que una cosa es que haya una información adaptada al paciente de forma progresiva, no machacante, pero no que mientas. Hay una progresividad en la relación. O sea que yo creo que todo tiene que ver. No se pueden decir las cosas así. No se puede pasar, como dicen en mi tierra, de 'Tomasín a Tomasón'. O sea, hay que ir progresivamente dando la información, el paciente la tiene que ir adaptando y tiene que ser rigurosa. A mí tampoco me parece bien la gente despectiva que trata a los pacientes. Yo creo que esto no está bien. Humanización es todo. 

¿Qué ha supuesto la eclosión de la Inteligencia Artificial en Oncología? 

Nosotros fuimos, aunque esté mal decirlo, el primer centro que tuvo un proyecto europeo de 5 millones de euros con Inteligencia Artificial en cáncer de pulmón, mama y linfomas. Como le digo, son de los que me gusta. Fuimos nosotros con cinco centros más europeos, con ingenieros, con gente de Inteligencia Artificial, de ética, Bioética, etc. Y a mí me parece una buena aproximación. La Inteligencia Artificial, requiere más. No todo es tan bonito, hay que asentarla un poco y hay que dotarla también de controles de Bioética. Falta refinar un poco. Es verdad que yo creo que todo el mundo sabemos lo que es Google y las búsquedas, y eso es Inteligencia Artificial en parte. Yo creo es una herramienta más. Creo que el médico no va a quedarse fuera por la Inteligencia Artificial.

Como presidente del Grupo Español de Cáncer de Pulmón, ¿qué diría que supone para España contar recientemente con una guía que homogeniza criterios terapéuticos en cáncer de pulmón localmente avanzado? 

Lo que decía antes de España y los españoles. Yo creo que es un ejemplo, un paradigma de lo que ha pasado. Nosotros en el grupo español empezamos toda la línea de investigación en neoadyuvancia y en periadyuvancia, en estadios III, en estadios potencialmente resecables que la mayoría de las veces no se podían operar y que el mundo entero decía que no se podía operar. Y nosotros decidimos en pacientes estadios III N2, que son los que tienen afectación mediastínica ganglionar y que tienen enfermedad bulky, grande, o múltiple. Esos, todavía hoy, después de los años que han pasado, mucha gente los considera irresecables. Yo estuve en unas conferencias que organiza Eric Lim, que es del Brompton Hospital, para los cirujanos torácicos de todo el mundo. Estaban conectados como 1200, me dijo él, cirujanos torácicos. Y una de las preguntas fue "¿Usted considera resecables -operables- a pacientes con N2 múltiples? Y dije "Claro, por supuesto que sí. Nuestros estudios demuestran que esos pacientes tienen el mismo porcentaje de supervivencia a largo plazo, de posibilidad de curación, que los que no tienen ese N2". Y eso es una ruptura del paradigma. Eso no es lo que pasaba hasta hace poco y además ha salido de España, lo hemos hecho los españoles.

Lo que decidimos fue: "no vamos a esperar a un consenso internacional que nos diga -que ya lo hay y que también participamos- lo que tenemos que hacer. Vamos a sacar un consenso español entre cirujanos y oncólogos". La gente implicada en eso eran los que hicimos el estudio de lo que tenemos que hacer, de lo que pensamos que tenemos que hacer con estos pacientes. Y fruto de ello es el consenso de estadios intermedios del Grupo Español de Cáncer de Pulmón. Y lo que dice básicamente es esto: estos pacientes se pueden curar. Tenemos que operarles. 

Mariano Provencio destaca los avances del SNS en diagnóstico de cáncer de pulmón.

Mariano Provencio destaca los avances del SNS en diagnóstico de cáncer de pulmón.

Esta guía ha sido uno de los mayores pasos que se han dado hacia adelante desde la entidad en esta última década que ha estado usted al frente. ¿Qué otros han acompañado ese progreso en la Oncología? 

Hemos trabajado mucho en terapias dirigidas, en estas dianas que antes hemos comentado de EGFR y ALK, y también hemos sido pioneros en esto a nivel mundial. En estadios intermedios yo creo que es donde hemos dado el golpe más importante, que al fin y al cabo es el 30 por ciento de los pacientes, y donde se ha cambiado el concepto de posibilidad de curación de estos pacientes. Y luego en estadios avanzados, hemos trabajado con distintas aproximaciones de cómo es mejor y con qué es mejor combinar las cosas. Y luego otra cosa que hemos hecho desde que llegué yo, que me parecía que era muy importante tener y que puede parecer menor, pero que ha sido una herramienta fundamental, es el Registro Español de Tumores Torácicos.

Cuando uno iba a las conferencias de españoles, siempre poníamos estadísticas de los americanos y siempre había una coletilla. La gente copia mucho las frases de otros, esto yo ya lo he visto y es así. Y entonces decían "os pongo esta estadística porque como en España no tenemos datos..." Y a mí eso me reventaba bastante. Entonces cuando llegué dije "si yo tengo un registro en mi hospital, vamos a hacer uno español de todos los tumores torácicos de España con todo el mundo que quiera participar".

Me acuerdo de una frase lapidaria que me dejó una compañera a la que quiero mucho: "está destinado al fracaso, Mariano". Y dije "Bueno, ya lo veremos". Ocho años después, tenemos 33.000 pacientes en el Registro Español de Cáncer de Pulmón con datos clínicos, datos moleculares...Es prospectivo, está auditado y tenemos más datos que el Redecan. Tenemos más datos clínicos que cualquier otro registro que hay en el mundo. Hay datos de todo tipo. Hay otros registros que tienen la edad, el sexo, etc. pero no tienen mucho más. Nosotros, gracias a que la Agencia Española de Medicamentos nos dio la autorización para recoger tratamientos también, tenemos y hemos publicado un montón de comunicaciones y publicaciones. Y todavía no hemos empezado con datos de supervivencia porque nos parecía que tenían que tener una solidez en cuanto a la evolución, que fueran maduros, pero lo sacaremos. 

¿Esos datos son tan buenos como para considerarnos un referente mundial en investigación, en abordaje y en tratamiento? 

Yo creo que sí. A ver, en Ciencia -esto me parece que es importante decirlo-, uno puede considerarse o no, pero hay cosas objetivas. Y en Ciencia hay una cosa objetiva que son las publicaciones y el impacto de tus publicaciones: dónde llegan tus publicaciones, dónde está. Entonces uno puede ser que se considere muy bueno o un grupo muy bueno, o un país muy bueno, y resulta que no publica en ningún sitio ni nadie le pregunta a él su opinión de nada. Si nos vamos al Grupo Español de Cáncer de Pulmón, pues pocos grupos en el mundo tienen nuestro bagaje. Es decir, que, en los últimos cinco años, tenemos Lancet Oncology, Primer nivel, New England, Journal Clinical Oncology, JAMA Oncology...Todas las revistas de primer nivel que hay en Oncología. 

¿Lo que falta entonces es creérselo?

Sí falta creerlo. En esta entrevista que le digo, Eric Lim, en el intervalo previo a conectarnos con el resto, me preguntaba "Oye, ¿qué cosas más tenéis en marcha en el Grupo Español? Y le dije lo que teníamos en marcha. Y de lo que estamos esperando resultados que los vamos a presentar en el Mundial algunos y el año que viene otros. Y dice: "¡Qué envidia! Nosotros en Inglaterra no tenemos eso". Él me dijo: "Es el primer grupo de cáncer de pulmón en Europa. Los americanos dicen lo mismo." Por tanto, yo creo que uno de los mayores enemigos del país somos los propios españoles, con nuestro concepto cainita. Si queremos mejorar como país, tenemos que transmitir a nuestros hijos que no son menos que los demás. 


"Uno de los mayores enemigos del país somos los propios españoles, con nuestro concepto cainita"



Y en cuanto a terapias avanzadas, ¿cuál es el ritmo de progreso? ¿Se podría acelerar? 

Es otro buen ejemplo. Las terapias avanzadas, todo el desarrollo de las CAR-T que ha hecho el Ministerio, me parece brillante. Yo participo dentro del grupo de expertos en la utilización de CAR-T y, realmente, si uno se fija en cómo se hace, pues dice "¡Madre mía!, es que el consumo de gastos es cero". Te envían un mail con los datos clínicos y contestas sobre la marcha. O sea que no hay mucha más parafernalia. Sin embargo, funciona perfectamente. Es un ejemplo y una envidia. Hablas con americanos y les dices cómo tienes la estrategia montada de CAR-T en España y cómo es el acceso de los pacientes, que es gratuito... Es que no nos damos cuenta. Es que es gratuito para todos los niveles y estratos sociales del país. Es que tenemos una sanidad española que es la envidia de todo el mundo. O sea que es que en Estados Unidos si no tienes dinero te mueres. Y en el resto de Europa no tienen mejor sistema de CAR-T o sistema de Medicina de precisión que nosotros. Yo creo que es un ejemplo el cómo se ha hecho en el país esta aproximación.

Una de las enseñanzas que transmite a los residentes es precisamente el hecho de estar preparados para luchar cualquier reto que venga dentro de la Oncología. ¿Qué otros consejos les da, teniendo en cuenta que para las nuevas generaciones es usted un referente a nivel nacional e internacional? 

Yo en lo que les insisto es en que hay que trabajar. Conmigo quien trabaja no tiene ningún problema. Yo no estoy encima de la gente para ver cuánto ha trabajado, pero yo sé si trabajan. Hay que trabajar. El ser médico lleva una serie de responsabilidades añadidas. Si no quieres hacer un esfuerzo más allá del que te responde, pues no seas médico, porque los pacientes merecen ese esfuerzo y esperan ese esfuerzo de ti. Por tanto, tienes que esforzarte más. Hay otras profesiones en las que, a lo mejor, terminas a las 15h, te vas y ya no quieres saber nada. Un médico no puede terminar a las 15h, irse y no querer saber nada. No, eso no puede ser.

O sea, que en el horario laboral tengas que hacer todo y que eso políticamente no sea correcto, lo del respeto a la conciliación y cosas de estas. Oye yo he tenido tres hijos y creo que no he sido mal padre. Y he trabajado por la tarde, por la noche, a mediodía y cuando he podido. Y de hecho tengo dos (hijos) médicos. Desde luego, en Medicina tienes que dedicarte más que otra gente y tienes que trabajar porque es una responsabilidad añadida que los otros esperan de ti. Y si no, pues no seas médico. 

¿Cómo ha ido cambiando el concepto que tenía usted de buen oncólogo desde que entró en esa residencia en Puerta de Hierro hasta ahora que es jefe de Servicio? 

El buen oncólogo, en mi opinión, creo que tiene que tener siempre una afición a la asistencia. Me parece que la asistencia es fundamental. Hay jóvenes oncólogos que solo quieren hacer investigación. No se puede hacer buena investigación, si no haces buena asistencia o no has tenido asistencia, porque los problemas que tienes que solventar en la investigación salen de la asistencia de aquellos problemas que tú no eres capaz de solventar y tienes que pensar cómo lo puedes cambiar. Y eso solamente lo haces viendo pacientes. A mí siempre me han repugnado los oncólogos que no veían pacientes. No puedo con eso. El paciente es lo primero, luego la investigación, estudiar, la docencia... Pero todo forma parte de un conjunto.

¿Hay alguna historia que le haya marcado especialmente?

No me gusta hablar mucho de estas cosas porque me emociono, porque son gente cercana. Yo tengo un olivo centenario, todos los días lo veo, que me regaló un paciente. Se llamaba Eustaquio. Entonces, en aquella época él tenía un (cáncer de) páncreas y en aquella época no había casi nada para el páncreas. Y justo en aquel año, cuando se le diagnóstico, apareció la primera droga para el páncreas. Y yo se la puse. Y de pronto se enteró que me había comprado una casa y que buscaba un olivo porque se lo dijo la enfermera del Hospital de Día. Así que apareció con un camión y con un olivo. Y se secó. Y entonces me dice "Mire usted, doctor Prudencio, si me mantiene vivo el año que viene le traigo otro". Y me trajo otro. 
Entrevista a Mariano Provencio, jefe de Oncología Médica del Hospital Puerta de Hierro.

Entrevista a Mariano Provencio, jefe de Oncología Médica del Hospital Puerta de Hierro.

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