El jefe de Oncología en el Hospital 12 de octubre señala las asignaturas pendientes del SNS en esta especialidad

Luis Gonzaga Paz-Ares, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario 12 de Octubre.


14 oct. 2024 7:00H
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El cáncer de pulmón es el segundo más común en el mundo y Luis Gonzaga Paz-Ares lleva más de tres décadas luchando contra él. En los años ochenta, este reputado facultativo, de familia numerosa, se trasladó a la capital junto a sus padres y sus 8 hermanos para embarcarse en un viaje a lo largo de la Oncología que le llevaría a descubrir nuevos tratamientos contra el cáncer.

Luis Gonzaga Paz-Ares habla de la Medicina del futuro en Oncología

Gallego de nacimiento, Paz-Ares dirige el Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario 12 de Octubre desde 2015 y lidera el Comité Técnico Nacional de la Asociación Española Contra el Cáncer. Además de estar al pie del cañón cada día en el hospital, la investigación ha formado parte de su vida desde sus inicios en la Medicina, impulsada por sus formaciones en distintos centros de referencia en el extranjero, de los que extraería esquejes de conocimiento y formas de trabajo que más tarde haría germinar en el Sistema Nacional de Salud. Una labor que compagina con la docencia en la Universidad Complutense de Madrid, donde intenta transmitirle a sus alumnos todos y cada uno de los aprendizajes de su trayectoria.

Como uno de los protagonistas del ciclo 'Referentes en Oncología', realizado en colaboración Takeda, el oncólogo ha afirmado a Redacción Médica que le encanta su trabajo y que lo más gratificante para él es el paciente, capaz de equilibrar la balanza en una especialidad en la que el dolor está tan presente.  En esta entrevista, ha explicado qué medidas propondría para acabar con el tabaco y ha hecho un breve resumen de la evolución de la Oncología en España.

¿Por qué Medicina?

Realmente escogí Medicina en una época de mi vida en la que no tenía las cosas muy claras. Tenía 17 años y, probablemente, la idea que tenía de la Medicina, igual que de muchas otras materias y profesiones a las que dedicarme a lo largo de mi vida, era muy diferente a la realidad, como le pasará a la mayor parte de los jóvenes. 

Cada tres meses cambiaba el tipo de carrera que quería hacer. En la Selectividad pensé que quería hacer Empresariales y esa fue mi primera elección. Fue durante ese verano cuando cambié a Medicina. Soy una persona poco creyente en las vocaciones. 

Considero que tú te interesas en las cosas y te empiezan a gustar cuando sabes un poco de ellas. A mí fue lo que me pasó con mi carrera, tenía unos compañeros en clase que eran muy buenos estudiantes, aunque yo, en cambio, no lo era tanto. Al verme inmerso en esa corriente, empecé a tener interés y a estudiar un poco más. 

¿Tuvo algún referente que le inspirara?

No había nadie a mi alrededor que tuviera mucho interés por la Medicina. No tenía ni familiares ni amigos que hubiesen estudiado o que estudiaran la carrera.

Sabía que me gustaban las ciencias, eso estaba claro. Además, me interesaba saber el funcionamiento del cuerpo humano. Aparte de la idea de poder ayudar a la gente, también me parecía atractiva la investigación.

Habiendo nacido en Vilagarcía de Arousa, ¿cómo fue el cambio de un pueblo a una gran ciudad como Madrid?
 
Cuando ocurrió, lo viví con cierta pena porque me vine a Madrid porque lo hicieron mis padres. Si me hubieran dado a elegir, hubiera preferido venirme solo y poder vivir una experiencia de universitario más plena, fuera del ámbito familiar. 


"Con la investigación compramos esperanza para los pacientes."



Aun así, éramos una familia numerosa, nueve hermanos, y pasó de esa manera. En aquel momento, a pesar de que me costó mucho salir de Galicia, me di cuenta de que salir de tu zona de confort tiene recompensas muy agradables, aprendes y tienes oportunidades, y eso realmente lo he ido comprobando con el paso de los años.

Oncología no era la única candidata a la hora de elegir especialidad… ¿Cómo recuerda la preparación del MIR?
 
Escoger Medicina fue una decisión del último momento. Medicina Interna era la especialidad que tenía como preferente para mi elección en el MIR, pero meses antes de que llegara el momento de elegir la plaza me puse a pensar. Quería hacer una especialidad médica que pudiera tratar un amplio abanico de problemas médicos, como pasa con la Medicina Interna.

Aun así, quería que me diera oportunidades de crecer a lo largo de mi vida profesional. También que me exigiera estudiar básicamente a diario, es decir, en la que hubiera cambios trascendentes. Todo eso me llevó a ver la Oncología como una gran oportunidad en la que pensaba que se iba a invertir mucho esfuerzo e investigación. Incluso el haber escogido esta especialidad me dio la oportunidad de participar en algunos grupos de investigación que contribuyeron a la generación de nuevos conocimientos sobre la Oncología.

Luis Gonaga Paz-Ares, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario 12 de Octubre.

Luis Gonzaga Paz-Ares, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario 12 de Octubre.


Su labor como oncólogo le ha llevado a distintos lugares de la geografía nacional como Madrid o Sevilla pero también fuera de nuestras fronteras… ¿Qué es lo que más le ha marcado de su experiencia en Londres?
 
Creo que tenemos que cambiar varias veces de lugar de trabajo. Seguro que es muy bueno para todo el mundo aunque, desde luego, lo es para los médicos. En los diferentes sitios en los que he trabajado, no solo en el extranjero, también en España, no existe la misma cultura médica, ni general. Esta situación es de gran ayuda, ya que verdades, que ves como absolutas en un contexto, te las cuestionas en otro.

A mí me gusta que la gente que trabaja en mi departamento pueda ejercer en otros hospitales y formarse en otros centros de investigación, porque si no tenemos esa exposición a nuevas corrientes, seguro que perpetuaríamos en nuestro haber de cada día cosas que hacemos mal porque nadie nos las cuestionaría. Es importante que veamos cosas fuera. Hay que ir a centros de referencia y asistenciales, a otros en los que haya una Medicina que no vemos aquí todos los días.

Yo he estado en Londres, en Cambridge, en Boston y en muchos sitios de España. Un buen ejemplo de mi experiencia fue la oportunidad que tuve de trabajar en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.

¿Cuál es la experiencia que más le ha gustado o impactado?

Cada una tiene su grado y su impacto. Cuando estuve en Londres, hace casi 40 años, me llamó mucho la atención un Centro Oncológico en el Hospital Royal Marsden, en el que desde luego había ya equipos multidisciplinares por patologías, cuando aquí hacíamos todavía una Oncología muy generalista, con pocos equipos multidisciplinares y en la que, incluso los oncólogos, teníamos poca especialización por patologías. Además, había una franca vocación por la investigación académica.

Cuando estuve en Glasgow tuve la oportunidad de dedicar el 75 por ciento de mi tiempo a la investigación experimental, sin contacto con pacientes. Fue toda una experiencia. Pasé de formarme en Oncología, de sentirme muy cómodo en el hospital, manejando problemas clínicos de los pacientes, a verme, de pronto, en un laboratorio, un ámbito donde tenía una experiencia muy escasa. Al final, empiezas en un sitio donde sabes menos que el último técnico de laboratorio que ha entrado, una cura de humildad que también es muy importante. 


"Gracias a mi edad tengo más cosas que contarles a los jóvenes. [...] Me gustaría transmitirles entusiasmo por el trabajo, porque probablemente es lo más importante que les puedo hacer ver."



También aprendí un nuevo campo y, aunque no he dedicado mi vida a hacer investigación en la bancada del laboratorio con mis manos, me ayudó a entender un poco mejor las bases moleculares de la enfermedad, algo que ha tenido bastante impacto en cómo hemos influenciado a otros departamentos en los que he trabajado posteriormente.

De hecho, hoy en día, en mi departamento hay varios laboratorios de investigación dedicados a diferentes patologías, de tal manera que nuestros residentes tienen la oportunidad de exponerse desde muy pronto a lo que es la investigación más experimental, a entender mejor las bases moleculares de la enfermedad oncológica. Por ello, no hace falta que esperen a acabar la residencia e irse al extranjero para tener estos contactos iniciales.

Luis Paz-Ares cuenta qué es lo que mas le gusta de su trabajo como oncólogo.

Luis Paz-Ares cuenta qué es lo que mas le gusta de su trabajo como oncólogo.


¿Existe una gran diferencia entre el diagnóstico de cáncer de pulmón en España y en Reino Unido?

Siempre he pensado que la calidad de la asistencia oncológica en España es bastante buena. Probablemente no haya diferencias muy importantes con los mejores centros de Inglaterra o de Estados Unidos. Hay alguna diferencia relacionada con los recursos, con el tiempo que tenemos que esperar para hacer una prueba radiológica o con los tiempos de espera que, en general, en los sistemas sanitarios públicos es mayor que en los privados. 

Por lo demás, honestamente, creo que la calidad de la atención oncológica es particularmente buena en nuestro país. Es mejor que en muchos otros centros de renombre en los que yo he estado, tanto en Estados Unidos como en Europa. En ese sentido, en España podemos estar bastante orgullosos. 

Por ejemplo, respecto a la dedicación a la investigación académica, en España existe esa posibilidad, pero no es fácil de insertarla en el día a día de un departamento de Oncología o de otro departamento de un hospital público nacional. En general, el médico está pensado para que haga una labor esencialmente asistencial y parece que si quiere investigar tiene que hacerlo en horas extras. Y es muy difícil hacer una investigación competitiva en horas extras. Creo que la investigación en Medicina, particularmente en ámbitos como la Oncología, tiene que estar insertada en la asistencia. 


"Creo que la calidad de la atención oncológica es particularmente buena en nuestro país. Es mejor que en muchos otros centros de renombre en los que yo he estado, tanto en Estados Unidos como en Europa."



Muchas veces hay una línea muy fina entre lo que es investigación y asistencia. Es importante que el paciente sea consciente de esto y de lo que es experimental y estándar. Sin embargo, es importante para la investigación que sea más productiva y que aprovechemos los circuitos asistenciales multidisciplinares de excelencia.

Usted es jefe de Servicio de Oncología Médica, ¿cuáles considera que son los principales desafíos a los que se ha enfrentado?

El tener una posición de cierta gobernanza en cualquier organización da lugar a que tengamos una gran importancia en los Recursos Humanos. En un departamento como el mío, en el que trabajan más de 200 personas, entre investigadores y personal asistencial, dedicamos una gran parte de nuestro tiempo a la gestión de personas y de los problemas que tienen esas personas. Al final, nosotros, como trabajadores, somos personas y tenemos muchos problemas personales y profesionales. Quizás esa gestión sea el mayor desafío como jefe de Servicio.

Además, tenemos que tener un poco de visión de lo que tiene que pasar. Nuestra obligación de dar a los pacientes la mejor atención y poner el estado del arte tecnológico de recursos a la disposición de los pacientes para que tengan los mejores resultados. Pero también tenemos la obligación de ver un poquito más allá y adelantarnos para que mañana seamos capaces de ofrecer estas oportunidades. Algunos de estos desafíos son particularmente difíciles. 

Nuestro sistema no está muy pensado para atraer talento, para conservarlo y para fomentarlo. Esto ocurre debido a la normativa, particularmente en lo relacionado con la gestión de Recursos Humanos, que implica, desde hace muchos años, que sea difícil atraer a gente, convencerlos, que tengan esa ambición de ser mejores, de conocer más, de generar más conocimiento, de ser mejores médicos, y de que vamos a ser capaces de valorárselo de alguna manera.


Paz-Ares explica que la investigación en Oncología es como comprar esperanzas para sus pacientes.

Paz-Ares explica que la investigación en Oncología es como comprar esperanzas para sus pacientes.



¿Qué aspectos le resultan más gratificantes de su trabajo a nivel personal?

Lo más gratificante, con mucha diferencia, es el paciente. Por un lado, el tener la sensación de que estás, de algún modo, satisfaciéndolo. Somos incapaces, entre comillas, de curar a todos los pacientes que nos gustaría. Tenemos que ser un poco realistas. Pero si tengo que curar al 20 por ciento de esta patología o al 40 por ciento de esta, tengo que asegurarme de que al menos curo a esos porcentajes de personas y de que hacemos todo lo que tenemos que hacer.

Por otro lado, desde luego, lo que tú percibes es el agradecimiento del paciente y de su familia constantemente. Es la mayor recompensa. Muchas veces, nuestros propios familiares nos preguntan si es dura la vida del oncólogo. Honestamente, los oncólogos en particular, tenemos unas satisfacciones que nadie se lo imagina. 

Aun así, es duro enfrentarse a que el tratamiento de un paciente ha fracasado o a su dolor y al de su familia. Pero en general, creo que la gente nos recompensa con cómo nos trata. Siempre que le preguntamos a los pacientes, nos dan una valoración excelente de las prestaciones del hospital y de la atención médica que han recibido de Enfermería.


"Nuestro sistema no está muy pensado para atraer talento, para conservarlo y para fomentarlo."



¿Qué ha significado su familia en su etapa como médico?
 
Estoy casi seguro de que, para mí y para la mayor parte de la gente, la familia es muy importante. Aunque me hubiera dedicado a otra cosa, mi familia me hubiera aguantado igual.

De todas formas, ellos siempre han visto que para mí esto es muy importante y han entendido, con generosidad, la dedicación que tengo a mi profesión, porque entienden que me gusta mucho y que disfruto mucho de ella. Es verdad que, seguramente, les haya robado mucho tiempo y mucha dedicación. Y en algún momento se habrán sentido un poco olvidados. Pero globalmente creo que la han entendido y la hemos disfrutado mucho juntos.

Quizás por esta razón algunos de mis hijos han tenido muy claro que no quieren ser médicos. Y desde luego no quieren ser oncólogos. Aun así, hay posibilidades de que un hijo mío haga Medicina pero todavía no sabemos qué va a pasar. 

¿Ha habido alguna historia de algún paciente que le haya impactado o le haya dejado huella?
 
Tengo muchas historias de pacientes. Ha habido algunas que me han impactado. Por ejemplo, me marcó mucho un momento en que le contamos al padre de un paciente, cuando yo estaba en mi primer año de residencia, que su hija de cerca de 20 años tenía un cáncer diseminado. El hombre tuvo un paro cardíaco delante nuestra. Afortunadamente, salió adelante, no por la pericia de un residente de primer año, sino porque estábamos en medio de un hospital y acudió otra gente. Cuando algo como eso pasa, entiendes que tienes que dedicarte a esa familia. Y desde luego tienes que luchar porque personas tan jóvenes tengan una solución. 

Hace poco comentaba con otra médica el caso de una paciente que durante los últimos casi 20 años hemos tratado con fármacos sucesivos que han ido apareciendo a lo largo de ese tiempo. Actualmente, se encuentra en la novena línea de tratamiento. Hemos tenido la suerte de que cada vez que fracasaba un medicamento, justo aparecía otro distinto para su tratamiento.


"Los beneficios no vienen necesariamente de una pastilla milagrosa, sino de una combinación de medicamentos, de estrategias y de acciones multidisciplinares."



Esta historia se repite muy a menudo en la Oncología. Encontramos nuevas oportunidades para los pacientes. La investigación es esto. Cuando tenemos la suerte de recibir una financiación para una investigación de una entidad pública o de una fundación privada, siempre pensamos que de alguna manera estamos comprando unos billetes de lotería para algunos pacientes y que alguno va a tocar. Esto es una suerte. Con la investigación compramos esperanza para los pacientes. 

Muchas veces los pacientes viven más y mejor, no tanto por lo que significa un medicamento, sino porque ese medicamento también le da oportunidades de acceder a un siguiente tratamiento, que a lo mejor le da la oportunidad de ser un candidato a una cirugía a la que antes no lo era y demás situaciones. Es decir, los beneficios no vienen necesariamente de una pastilla milagrosa, sino de una combinación de medicamentos, de estrategias y de acciones multidisciplinares.

El facultativo advierte sobre evolución de la supervivencia en cáncer de pulmón

El facultativo advierte sobre evolución de la supervivencia en cáncer de pulmón


Después de una dilatada carrera como la suya, ¿es usted consciente de ser un referente para las nuevas generaciones de oncólogos que ahora comienzan en la especialidad?
 
Soy consciente de que soy un oncólogo que se va haciendo mayor. Más que referente, gracias a mi edad tengo más cosas que contarles a los jóvenes. Además, soy jefe de Servicio. Lo de referente, honestamente, no lo vivo como tal. Tengo más batallas que contarles, pero nada más. 

Aun así, me gustaría transmitirles entusiasmo por el trabajo, porque probablemente es lo más importante que les puedo hacer ver. El entusiasmo por esta profesión que es fantástica, por los pacientes, por el conocimiento, por lo que he disfrutado a lo largo de mi vida aprendiendo, investigando y transmitiendo. Todo esto me ha ayudado mucho a divertirme a lo largo de estos años. Esta profesión no solo me ha permitido ayudar a la gente, sino que ha hecho que me lo pudiera pasar muy bien.


"Coincidir con investigadores clínicos y no clínicos refleja lo que debe ser la transformación de la Medicina del futuro. Tenemos que conocer desde las bases moleculares de la enfermedad hasta ser capaces de buscar soluciones en forma de dispositivos o de nuevas estrategias terapéuticas."



¿Cómo ha evolucionado la supervivencia al cáncer de pulmón en los últimos años?

En los treinta y pico años que llevo dedicándome a la Oncología, las cosas han cambiado de manera muy sustancial. Es muy distinto lo que conocemos de la enfermedad. Y afortunadamente, mucho de este conocimiento ha sido convertido en nuevas estrategias de diagnóstico y de tratamiento que han impactado mucho en los pacientes. 

Cuando yo era residente, la supervivencia de los pacientes con cáncer a cinco años no superaba el 35 por ciento. Hoy en día supera el 60 por ciento en nuestro país. Desde luego, el cáncer de pulmón ha avanzado particularmente en los últimos 20 años. Sobre todo, en el cáncer no microcítico de pulmón, donde hemos descubierto muchos subtipos de cánceres diferentes. Aquellos que tienen mutaciones en EGFR, traslocaciones en ALK, mutaciones en RAS, etc. Básicamente, patologías que tienen una historia natural diferente y que necesitan un tratamiento personalizado. Hemos sido capaces de desarrollar tratamientos como la inmunoterapia para el cáncer microcítico, que es el más agresivo, para el que hemos descubierto menos alteraciones oncogénicas. Hemos mejorado mucho. 

Tenemos muchas oportunidades para que la gente cada vez sufra menos por cáncer de pulmón. Para esto, va a ser muy importante que hagamos lo posible por prevenirlo. En segundo lugar, debemos usar los métodos de diagnóstico precoz que conocemos. Y lo tercero destacable es que, existen más tratamientos y, de hecho, los pacientes de cáncer de pulmón diagnosticados hoy, aunque sea de cáncer metastático, viven más y mejor de lo que vivían hace unos años.

El oncólogo Luis Paz-Ares afirma lo gratificante que ha sido liderar la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer

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Se conoce su incansable lucha contra el tabaco, ¿qué medidas considera que se deberían tomar respecto a esto?

Lo más importante sería que todos fuéramos conscientes del impacto que tiene el tabaco en nuestras vidas y en nuestra salud. No solo como individuos, sino como sociedad. Si quitamos el tabaco, erradicaríamos el 35 por ciento de la mortalidad por cáncer. No solo de pulmón, en el que evitaríamos probablemente el 85 por ciento del sufrimiento, sino también de muchos otros cánceres: de esófago, de estómago, de vejiga, páncreas, cabeza y cuello, incluso algunos subtipos de mama, etc. También impactaría en la salud cardiovascular y respiratoria. 

Llama la atención que conociendo esto no le dediquemos 15 minutos cada año a decirle a nuestros estudiantes de Educación Primaria y de Educación Secundaria el impacto que tiene el tabaco. Hemos sido capaces de desterrar o de casi desterrar de nuestra sociedad otras drogas. Pero hemos hecho poco por el tabaco. 

Si yo pudiera hacer algo, propondría tres cosas. Desde luego, invertir en educación a la sociedad y a los individuos de lo malo que es el tabaco. Otra de ellas sería subir el precio del tabaco, ya que tenemos el más barato de la Comunidad Económica Europea y, la otra, prohibir su consumo en lugares públicos. Es demasiado fácil fumar por la calle, en los bares, en las terrazas y en otros sitios.

Usted ha sido presidente de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (Aseica). ¿Cómo fue su experiencia en el cargo?

Fue una experiencia muy enriquecedora. La Aseica es una asociación de investigadores de múltiples disciplinas que trabaja en cánceres. Hay médicos, oncólogos, patólogos y hematólogos. Pero también hay ingenieros, químicos o biólogos. Esta variedad de personal es muy positiva. 

Particularmente, coincidir con investigadores clínicos y no clínicos refleja lo que debe ser la transformación de la Medicina del futuro. Tenemos que conocer desde las bases moleculares de la enfermedad hasta ser capaces de buscar soluciones en forma de dispositivos o de nuevas estrategias terapéuticas. Y para eso necesitamos una cooperación muy plural de diferentes tipos de expertos y de capacidades. 

En este sentido, esta asociación de investigadores, de la que muchos son jóvenes, muy talentosos y a la vez muy entusiastas, ha sido muy agradable. En muy pocos años esta sociedad ha pasado de 300 o 400 miembros a casi 2.000.

¿Cómo definiría su trabajo en una frase?
 
Mi trabajo me gusta mucho. Todos los días voy bastante contento a trabajar y la mayor parte de ellos recibo bastante agradecimiento por lo que hago. Son palabras honestas de verdad, no son grandilocuentes. Ojalá mucha gente joven viva el dedicarse a la Medicina, a la investigación y en concreto al cáncer, como una oportunidad de disfrutar mucho a lo largo de la vida y, aun por encima, de ayudar a mucha gente. 

Paz-Ares habla de la importancia de la investigación en la mejora del diagnóstico y el tratamiento oncológico

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