La vida como
residente en un hospital puede conllevar 'emocionantes' aventuras entre los pasillos, incluso a la hora de buscar un momento de intimidad. Un
MIR de primer año de Medicina Intensiva se ha convertido por sorpresa en protagonista de un rescate cuando se vió encerrado después de hacer uso del
aseo. "En 16 años no me había pasado nada parecido", comentó el de seguridad cuando acudió a ayudarle.
A la búsqueda de una planta tranquila en la que poder utilizar el inodoro sin ser interrumpido durante su turno de
guardia, Juan acabó utilizando uno de los baños situados en la planta sótano de su hospital. Lo que nunca imaginó es que, tras hacer uso del mismo, cuando iba a volver a su área de trabajo, descubriría que los de seguridad habían cerrado con llave esa planta y, por tanto, se había quedado completamente encerrado.
Mediante un mensaje de texto, escribió a su compañera para explicarle lo sucedido y pidió que avisara para que pudieran abrirle la puerta. "He venido a hacer caca y me han cerrado los de seguridad. ¿Puedes llamarlos para que me abran?", ponía el
residente en un mensaje.
Tras la aventura, este residente comenta lo vivido en un mensaje publicado en Twitter en el que además expone: "He cagado muy a gusto y en un sitio muy limpio, ha merecido la pena".
Tierra trágame en el hospital
Por raro que parezca, la situación que ha vivido Juan no es un hecho aislado. En respuestas a su mensaje, muchos compañeros han relatado situaciones parecidas, incluso un médico expone que lo primero que le dijeron sus compañeros cuando se incorporó a la residencia fue: "búscate tu rincón de cagar y no se lo digas a nadie". Otros se han divertido tanto con el comentario de este
MIR que han exclamado: "Eso sí, puedes decir que has tenido una guardia que te cagas" o incluso han catalogado el momento como "la cagada del siglo".
La anécdota se suma a la larga lista de
situaciones vergonzosas vividas por médicos y enfermeros en el hospital. Entre ellos, la enfermera
Paula Serrano quiso compartir un recuerdo de su primer día de trabajo en el que los nervios le jugaron una mala pasada y pensó "tierra trágame".
"Mi primer día como enfermera en
Pediatría estaba tan nerviosa que a un bebé que se metía la mano en el ojo le dije delante de los padres: oye bichito no se mete el dedo en el ojete, eh", comparte esta profesional.
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