José Matías Arbelo, excoordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
25 ene. 2017 13:20H
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Un 24 por ciento de los pacientes con diagnóstico de párkinson en realidad no lo padecen. Los médicos, a veces, se apresuran a etiquetar un cuadro con manifestaciones similares a la enfermedad. Y la clave para resolver cada caso se encuentra en los signos no motores de la patología.
Se trata de uno de los aspectos más trabajados en la nueva Guía Oficial de Práctica Clínica en la Enfermedad de Parkinson, que edita el Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología (SEN) y ha coordinado José Matías Arbelo.
Según razona este neurólogo, la precisión diagnóstica varía según la duración de la enfermedad, la edad y la experiencia del médico.
“El diagnóstico de la enfermedad de Parkinson es relativamente fácil cuando el paciente presenta los principales signos de la enfermedad, las manifestaciones motoras, pero puede ser complicado de diferenciar de otros síndromes parkinsonianos en los primeros estadios de la enfermedad”, ha explicado.
“En este sentido, el mejor conocimiento sintomático de los signos no motores y conocer las pruebas complementarias que pueden realizarse ocasionalmente con objeto de resolver casos dudosos, puede ser de mucha utilidad para mejorar el diagnóstico de esta enfermedad y es precisamente en esos aspectos donde hemos incidido más en la guía”, ha incidido.
Síntomas no motores del párkinson
Las alteraciones motoras siguen siendo los principales síntomas para el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson, pero puesto que la neurodegeneración comienza antes, adquiere especial importancia el conocimiento de otras manifestaciones de la enfermedad que preceden a la sintomatología típica o bien la acompañan.
Además, los síntomas no motores son una parte importante del párkinson, llegando a ser tan incapacitantes como los signos motores y afectando gravemente a la calidad de vida del paciente y de sus cuidadores.
Así, la somnolencia diurna excesiva afecta a entre un 12 por ciento y un 84 por ciento de los pacientes y, en un 0,5-20 por ciento de ellos, se puede presentar en forma de episodios súbitos de sueño irresistible o ataques de sueño.
Asimismo, hasta un 55 por ciento de los pacientes presentan sueño fragmentado y despertar precoz, que son los tipos de insomnio más frecuentes, y el trastorno de la conducta del sueño REM, caracterizado por la presencia de pesadillas y conductas violentas durante el sueño, está presente en entre un 46 por ciento y un 58 por ciento de los pacientes.
Los trastornos afectivos son frecuentes desde las fases iniciales de la enfermedad y la ansiedad es el más habitual. El desarrollo de apatía sin depresión, además, se asocia con un mayor riesgo de progresión de la enfermedad hacia la demencia.
Por otra parte, en un 13-35 por ciento de los pacientes se observan conductas impulsivas y compulsivas, siendo los más frecuentes la ludopatía, la ingesta impulsiva, la compra compulsiva y la hipersexualidad, y también se han descrito casos de piromanía y cleptomanía.
Psicosis, deterioro cognitivo y fatiga
Tampoco escapa a la enfermedad, en ocasiones, padecer episodios de psicosis, con una prevalencia de más del 50 por ciento; de hecho, se trata de una de las principales causas de ingreso de los pacientes con párkinson en centros asistidos, al igual que la demencia y el deterioro cognitivo leve, dos trastornos bastante frecuentes en estos pacientes.
En concreto, la prevalencia de deterioro cognitivo leve se sitúa alrededor de un 30 por ciento de los pacientes y el riesgo de demencia es 4-6 veces superior al de la población.
Por último, la fatiga es un síntoma común, que presentan alrededor del 50 por ciento de los pacientes, aunque a menudo es un síntoma poco reconocido y aproximadamente el 60 por ciento de los pacientes tienen en algún momento quejas de dolor.
“Aunque entre los principales síntomas no motores de la enfermedad de Parkinson se incluyen los síntomas neuropsiquiátricos, déficits cognitivos y demencia, y las alteraciones del sueño, también existen otros muchos, como trastornos autonómicos y sensitivos, que deben ser conocidos tanto por los profesionales médicos como por los pacientes para un correcto manejo de la enfermedad”, ha completado Arbelo.
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