Su principio activo, raseglurant, se intentó utilizar sin éxito contra la migraña

Un haz de luz 'decide' dónde actúa el primer analgésico fotosensible
La luz activa el primer 'fotofármaco' experimental con raseglurant como principio activo.


12 abr. 2017 9:20H
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POR REDACCIÓN
Un nuevo compuesto, con raseglurant como principio activo, consigue calmar el dolor, cuando se activa con luz, en la zona y momento en que se decida. Se trata de un fotofármaco sintetizado en la Universidad de Barcelona, y bautizado como JF-NP-26, a partir de una investigación encabezada por Francisco Ciruela, de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, ​​el Instituto de Neurociencias de la UB y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), y Amadeu Llebaria, del Grupo  de Química Médica y Síntesis (MCS) del Instituto de Química Avanzada de Cataluña (IQAC-CSIC).

Los resultados del experimento, publicados en eLife, han culminado con el diseño de un fotofármaco que posee potenciales aplicaciones terapéuticas para tratar el dolor. El JF-NP-26 se revela, en efecto, como una molécula activable con luz de forma local y en el momento en que se desee (es decir, con una alta resolución espaciotemporal).

“En el ámbito clínico, no existe ningún precedente del uso de la Optofarmacología para mejorar el tratamiento del dolor ni de ninguna patología relacionada con el sistema nervioso. En el estadio preclínico, es decir, con modelos animales, este es el primer fotofármaco diseñado para el tratamiento del dolor in vivo”, ha señalado Ciruela.

Diseñando un compuesto fotosensible sin efectos tóxicos

En esta nueva propuesta de Optofarmacología, un fármaco con un mecanismo de acción conocido (por ejemplo, un analgésico) se modifica químicamente para hacerlo fotosensible e inactivo. Así modificado, el fotofármaco se activa cuando un haz de luz –dirigido mediante una fibra óptica– de una longitud de onda apropiada y con precisión milimétrica irradia el tejido diana (cerebro, piel, articulaciones, etc.).

El fotofármaco JF-NP-26 es lo que se llama un photocage, es decir, una molécula enmascarada químicamente e inactiva, que se activa mediante la luz. Comparado con otros compuestos fotosensibles, éste es una molécula que, cuando se administra a un animal, no tiene ningún efecto farmacológico hasta que el tejido diana es irradiado con luz del espectro visible (con una longitud de onda de 405 nanometros). Además, no muestra efectos tóxicos ni indeseables en animales, incluso a dosis elevadas.

Un efecto analgésico poco descrito hasta ahora

“La molécula liberada por la acción de la luz, el raseglurant, no pertenece a ningún grupo de fármacos del arsenal farmacológico clásico contra el dolor: los antiinflamatorios no esteroideos o AINE (paracetamol, ibuprofeno) y los opioides (morfina, fentanilo). En consecuencia, en este trabajo se describe un mecanismo analgésico poco explorado hasta ahora”, ha precisado Ciruela.

“Curiosamente –ha añadido el experto–, el raseglurant fue explorado en ensayos clínicos como analgésico contra la migraña, pero se descartó por su hepatotoxicidad. Esta nueva aproximación optofarmacológica del raseglurant puede evitar los efectos adversos en el hígado y abre el camino para emplearlo como analgésico”.

En busca de nuevos fármacos

El equipo de expertos de la UB y del Idibell está desplegando líneas de investigación en Optofarmacología para dar respuesta a muchos problemas asociados a la farmacología convencional. “En la actualidad, estamos explorando otras moléculas con mecanismos de acción diferentes, pero basados ​​también en receptores de membrana acoplados a la proteína G, la mayor diana terapéutica a día de hoy”.

En esta línea, el equipo está estudiando fotofármacos para tratar el párkinson o la psoriasis. Asimismo, explora el uso optofarmacológico de luz con diferentes longitudes de onda (verde, amarilla y roja) que son menos tóxicas todavía.

“En un escenario de futuro, no podemos descartar que algunas sintomatologías se puedan aliviar con la implantación de fibras ópticas en el cerebro, tal como se implantan electrodos en la estimulación cerebral profunda en el caso del párkinson”, ha concluido Ciruela.

Además de los grupos de la UB-Idibell y del CSIC, participan en este trabajo investigadores del Instituto Químico de Sarrià (IQS), la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), el Instituto de Genómica Funcional (IGF) de la Universidad de Montpellier (Francia), la Universidad de La Sapienza (Roma) y el Instituto Neurológico Mediterráneo (Neuromed, Italia).
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