Randall J. Bateman.
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis (Estados Unidos) han anunciado que pueden
medir los niveles de la proteína beta amiloide del
alzhéimer en la sangre y usar dichos niveles para
predecir si la proteína se ha acumulado en el cerebro, con un 94 por ciento de precisión, mediante un
análisis de sangre que detectar cambios cerebrales tempranos, que se ha acercado un poco más al
uso clínico.
Cuando los niveles de amiloide en sangre se combinan con otros dos factores principales de riesgo de alzhéimer, la
edad y la
presencia de la variante genética APOE4, las personas con cambios cerebrales tempranos de alzhéimer pueden identificarse con una precisión del 94 por ciento, señalan los investigadores en la revista 'Neurology'.
Según explican, este hallazgo representa
otro paso hacia un análisis de sangre para identificar a las personas en
vías de desarrollar alzhéimer antes de que aparezcan los
síntomas. Sorprendentemente, la prueba puede ser aún
más sensible que el estándar actual, un
escáner cerebral PET, para detectar el comienzo de la deposición de amiloide en el cerebro.
Tal prueba puede estar disponible en los
consultorios médicos dentro de unos años, si bien sus
beneficios serán mucho mayores una vez que haya tratamientos para detener el proceso de la enfermedad y prevenir la demencia.
Ayudar a la participación de ensayos clínicos
Los ensayos clínicos de candidatos a medicamentos preventivos se han visto obstaculizados por la dificultad de identificar a los participantes que tienen cambios cerebrales de Alzheimer pero no tienen problemas cognitivos.
"Examinamos a las personas para relizar ensayos clínicos con escáneres cerebrales, mucho más costosos"
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El análisis de sangre podría proporcionar una forma de detectar de manera eficiente a las personas con signos tempranos de enfermedad para que puedan participar en ensayos clínicos que evalúen si los
medicamentos pueden prevenir la demencia de Alzheimer.
"En este momento examinamos a las personas para realizar ensayos clínicos con escáneres cerebrales, lo que lleva mucho tiempo y es costoso, y la inscripción de los participantes lleva años -señala el autor principal,
Randall J. Bateman, profesor distinguido de Neurología-. Pero con un análisis de sangre, podríamos
examinar a miles de personas por mes. Eso significa que podemos inscribir a los participantes de manera más eficiente en ensayos clínicos, lo que nos ayudará a
encontrar tratamientos más rápido y podría tener un enorme impacto en el costo y el sufrimiento que causa la enfermedad".
La prueba, una
versión posterior de otra anunciada por primera vez hace dos años, utiliza una técnica llamada espectrometría de masas para medir con precisión las cantidades de dos formas de beta amiloide en la sangre
: beta 42 amiloide y beta 40 amiloide. La relación de las dos formas disminuye a medida que aumenta la cantidad de depósitos beta amiloides en el cerebro.
Procedimiento del estudio
En el estudio actual participaron
158 adultos mayores de 50 años. Todos menos 10 de los participantes en el nuevo estudio eran cognitivamente normales, y cada uno proporcionó al menos una muestra de sangre y se sometió a un escáner cerebral PET.
Los investigadores clasificaron cada muestra de sangre y exploración PET como amiloide positivo o negativo, y encontraron que el análisis de sangre de cada participante estuvo de acuerdo con su exploración PET el 88 por ciento del tiempo, lo cual es prometedor pero
no lo suficientemente preciso para una prueba de
diagnóstico clínico.
En un esfuerzo por mejorar la precisión de la prueba, los investigadores incorporaron varios factores de riesgo importantes para el alzhéimer. La edad es el mayor factor de riesgo conocido;
después de los 65 años, la probabilidad de desarrollar la enfermedad se duplica cada cinco años. Una variante genética llamada
APOE4 aumenta el riesgo de desarrollar Alzheimer de tres a cinco veces. Y el
género también juega un papel: dos de cada tres pacientes con enfermedad de Alzheimer son mujeres.
Cuando los investigadores incluyeron estos factores de riesgo en el análisis, descubrieron que
la edad y el estado APOE4 elevaron la precisión del análisis de sangre al 94 por ciento. El sexo no afectó significativamente el análisis.
El sexo no fue relevante en el análisis
"El sexo
afectó la relación beta amiloide, pero no lo suficiente como para
cambiar si las personas se clasificaron como amiloides positivas o negativas, por lo que su inclusión no mejoró la precisión del análisis", señala
Suzanne Schindler, profesora asistente de Neurología.
"El sexo no afectó lo suficiente como para cambiar si las personas se clasificaron como amiloides positivas o negativas"
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Además, los
resultados de los análisis de sangre de algunas personas inicialmente se consideraron falsos positivos porque el análisis de sangre fue positivo para beta amiloide, pero el escáner cerebral resultó negativo. Pero algunas personas con resultados desiguales dieron
positivo en los escáneres cerebrales posteriores tomados un promedio de cuatro años más tarde.
El hallazgo sugiere que, lejos de estar equivocado, los análisis de sangre iniciales habían señalado los primeros signos de enfermedad omitidos por el escáner cerebral.
Buscar el tratamiento temprano
Existe un consenso cada vez mayor entre los neurólogos de que el tratamiento del alzhéimer
debe comenzar lo antes posible, idealmente antes de que surjan síntomas cognitivos. Para cuando las personas se vuelven olvidadizas, sus cerebros están tan severamente dañados que no es probable que la terapia los cure por completo.
Pero probar tratamientos preventivos requiere examinar a miles de personas sanas para encontrar una población de estudio de personas con acumulación de amiloide y
sin problemas cognitivos, un proceso lento y costoso.
Como parte del estudio, los investigadores analizaron el proceso de inscripción para un importante ensayo de prevención de la enfermedad de Alzheimer llamado estudio A4 que utilizó
escáneres PET para confirmar la presencia de cambios cerebrales tempranos de la enfermedad de Alzheimer en los posibles participantes.
Llegaron a la conclusión de que la
detección previa con un análisis de sangre seguido de una exploración PET para confirmar habría reducido la cantidad de exploraciones PET necesarias en dos tercios. A diferencia de los análisis de sangre, que cuestan unos cientos de dólares, cada exploración PET
cuesta más de 4.000 (algo más de 3.600 euros).
"Si desea evaluar a una población asintomática para un ensayo de prevención, tendría que evaluar, digamos, 10.000 personas solo para obtener 1.500 o 2.000 que califiquen --explica Bateman--. R
educir la cantidad de exploraciones PET podría permitirnos r
ealizar el doble de ensayos clínicos por la
misma cantidad de tiempo y dinero".
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