Radiografía del intestino.
26 ago. 2023 16:50H
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La enfermedad de Parkinson es un trastorno cerebral y sus síntomas (temblores incontrolables, movimientos ralentizados y la sensación de tener los pies pegados al suelo) se derivan de la pérdida de neuronas en una región del cerebro que ayuda a controlar el movimiento. Sin embargo, muchos investigadores creen que este trastorno neurodegenerativo puede iniciarse lejos del cerebro, concretamente en el intestino, años antes de que aparezcan los primeros signos neurológicos.
Los nuevos hallazgos de los investigadores de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) David Sulzer, y Dritan Agalliu, y dos de sus estudiantes graduados, publicado en la revista Neuron, se sumen a la evidencia que respalda esta hipótesis. Estos científicos muestran que lo que desencadena los cambios gastrointestinales iniciales en el párkinson podría ser un ataque inmunológico mal dirigido.
"Si este es el comienzo del párkinson en muchas personas, potencialmente podríamos identificar quién tiene la enfermedad antes de que llegue el cerebro y, con suerte, detenerla en seco", sugiera Sulzer.
La teoría del párkinson basada en el intestino tiene 20 años
La teoría del párkinson basada en el intestino, originalmente propuesta hace 20 años, comenzó a intrigar a Sulzer después de que su propia investigación apuntara hacia el papel de la respuesta autoinmune en el párkinson.
En el párkinson, una proteína llamada alfa-sinucleína se pliega mal, se acumula dentro de las neuronas y lentamente envenena las células. El laboratorio de Sulzer, en colaboración con los inmunólogos del Instituto de Inmunología de La Jolla (Estados Unidos), ha demostrado que pequeñas porciones de alfa.sinucleína mal plegada también pueden aparecer en el exterior de las neuronas, lo que las hace vulnerables al taquel del sistema inmunológico. El ataque inmunitario podría estar causando un daño más agudo a las neuronas que los depósitos internos de alfa.sinucleína.
"La sangre de los pacientes con párkinson a menudo contiene células que están preparadas para atacar a las neuronas- señala Sulzer-, pero no está claro dónde o cuándo están preparadas".
El intestino era una posibilidad intrigante porque contiene las mismas neuronas y porque la mayoría de los pacientes de párkinson experimentan estreñimiento años antes de que surjan los síntomas cerebrales y se diagnostique la enfermedad. Para perseguir esta hipótesis, Sulzer se asoció con Agalliu, un neuroinmunólogo con experiencia en modelos de ratón de otro trastorno neurológico (esclerosis múltiple) que tiene características autoinmunes.
Para averiguar si una reacción inmunitaria a la alfa-sinucleína puede desencadenar la enfermedad y dónde, Francesca Garretti y Connor Monhan, estudiantes de posgrado dirigidos por Agalliu y Sulzer, crearon primero un ratón capaz de mostrar trozos de alfa-sinucleína mal plegada en las superficies celulares (los ratones naturales no tienen esta capacidad). A continuación, inyectaron alfa-sinucleína en los ratos y observaron lo que ocurría en el cerebro y el intestino.
El párkinson, una enfermedad autoinmune, en parte
Los investigadores no observaron ningún signo parecido a la enfermedad de Parkinson en el cerebro, pero sí vieron que un ataque inmunológico a las neuronas en el intestino producía estreñimiento y otros efectos gastrointestinales parecidos a los que se observan en la mayoría de los pacientes años antes de que se les diagnostique la enfermedad.
"Esto demuestra que una reacción autoinmune puede conducir a lo que parecen ser las primeras etapas del párkinson y es un fuerte apoyo que el párkinson es en parte una enfermedad autoinmune", resalta Sulzer.
Los hallazgos también plantean la posibilidad de que la detección temprana - y luego la interrupción- de una respuesta inmune en el intestino podría prevenir un ataque posterior a las neuronas del cerebro y detener el párkinson en seco.
¿Cuál es el papel del sistema inmunológico en el cerebro con párkinson?
En este momento, sin embargo, no está claro lo grande que es el papel que juega el sistema inmunológico en el cerebro con párkinson. La respuesta podría aclararse si los investigadores descubren por qué los cerebros de sus ratones no desarrollaron ningún signo de párkinson.
La hipótesis del equipo es que las células inmunes en su modelo de ratón pueden no estar llegando al cerebro porque los animales son jóvenes y la edad aún no ha debilitado la barrera hematoencefálica lo suficiente como para permitir que las células inmunes la atraviesen. Abrir la barrera o acelerar el proceso de envejecimiento puede dar lugar a ratones que desarrollen síntomas gastrointestinales y cerebrales.
"Nuestro objetivo final es desarrollar un modelo de la enfermedad de Parkinson en ratones que recree el proceso de la enfermedad humana, algo que no ocurre ahora mismo. Esto será fundamental para responder preguntas sobre la enfermedad que no podemos explorar en personas y eventualmente desarrollar mejores terapias", anuncia Sulzer.
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