Un matrimonio estable condiciona el curso del accidente cerebrovascular.
15 dic. 2016 10:20H
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Los riesgos de morir tras sufrir un ictus son un 71 por ciento más elevados en adultos solteros que en aquéllos que se encuentran casados en el momento de padecerlo, según ha revelado un estudio que se publica en Journal of American Heart Association, la revista de acceso abierto de la Asociación Americana del Corazón-Asociación Americana de Accidentes Cerebrovasculares.
De la investigación se concluye que las personas que disfrutan de un matrimonio estable y nunca se han divorciado (o se han quedado viudos), en efecto registran mejores perspectivas de supervivencia después de sufrir un accidente cerebrovascular, según ha comprobado una investigación.
Para este estudio, los investigadores seleccionaron a los encuestados que informaron de haber sufrido un accidente cerebrovascular entre 1992 y 2010. La muestra final incluyó a 2.351 adultos mayores de 41 años, a los que se hizo un seguimiento durante un promedio de 5,3 años en el periodo global del estudio de 18 años.
En cambio, para los pacientes divorciados o viudos, los riesgos de fallecer tras un accidente cerebrovascular fueron un 23 por ciento y un 25 por ciento mayores, respectivamente, que en los adultos casados.
Para determinar si la historia marital desempeña un papel en la supervivencia después de sufrir un derrame cerebral, Dupré y Renato D. Lopes, profesor de Medicina en el Centro Médico de la Universidad de Duke, utilizaron datos de una muestra representativa de adultos mayores en Estados Unidos.
La muestra recogida formaba parte del Estudio de Salud y Jubilación (HRS, por sus siglas en inglés), un análisis prospectivo en curso de adultos estadounidenses mayores patrocinado por el Instituto Nacional sobre Envejecimiento y el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan.
El HRS incluye historias maritales de más de 50 años a partir de entrevistas prospectivas y retrospectivas.
Un 40% por ciento menos de riesgo en caso de viudedad
Para ser más precisos, en los pacientes divorciados o que se habían quedado viudos más de una vez, los riesgos de morir después de un accidente cerebrovascular fueron un 39 por ciento y 40 por ciento mayores, respectivamente, que en los adultos casados. No hubo evidencia de que los resultados difirieran de forma significativa entre hombres y mujeres o por raza o etnia.
El análisis de los datos sugiere que algunos de estos riesgos están influenciados por diferencias en los factores psicológicos y sociales, como la falta de niños, el apoyo social limitado y los síntomas depresivos, que entorpecen la recuperación después de un accidente cerebrovascular.
De hecho, múltiples pérdidas maritales en la vida de una persona fueron en especial perjudiciales para la recuperación con independencia del estado civil actual.
Un nuevo matrimonio no reduce los riesgos
De forma inesperada, los investigadores descubrieron que un nuevo matrimonio no reduce los riesgos atribuibles al divorcio pasado o a la viudez. Una limitación del estudio, eso sí, pasa por que sólo se incluyó a adultos que sobrevivieron al alta hospitalaria y no a los que murieron poco después de padecer un accidente cerebrovascular.
Estos hallazgos poseen posibles implicaciones para el conocimiento y la práctica de la salud pública, según Dupre. Sin embargo, “se necesitan más investigaciones para conocer las implicaciones clínicas completas de nuestros hallazgos.
Entender mejor los riesgos asociados con la vida marital y la pérdida conyugal es útil para personalizar la atención y mejorar los resultados para aquéllos que se están recuperando de un accidente cerebrovascular”, ha concluido.
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