Juan Carlos Portilla, vocal de la SEN.
6 jun. 2019 9:00H
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Durante los últimos días ha habido varios niños hospitalizados por participar en el 'juego de la muerte': un reto que consiste en estrangular a una persona hasta que alcance la inconsciencia. Así que los expertos apuestan por que los menores conozcan las graves consecuencias neurológicas que puede acarrear su práctica.
Muchos de estos retos peligrosos para la salud se viralizan a través de las redes sociales. Por eso el vocal de la Sociedad Española de Neurología Juan Carlos Portilla considera que no es mala idea que sean los propios profesionales quienes utilicen los mismos medios para contrarrestarlos.
"Las redes sociales son un medio muy frecuente de comunicación y de información en nuestra juventud y no solo en ella. Así que realmente sería una herramienta fundamental", asegura.
"Si se crea cierta alarma o se ve que los casos se producen de una manera muy frecuente, se podría hacer acercamiento a centros docentes a través de las sociedades científicas e, incluso, de los sistemas sanitarios, para que se conozca esa consecuencia de ese tipo de prácticas de riesgo", añade.
Daños neurológicos
El neurólgo explica que el juego podría provocar daño a nivel del cuello (lesiones en estructuras importantes como arterias, venas, nervios, etc) lo que puede llegar a afectar la circulación cerebral. "Puede provocar incluso una lesión en una arteria y de manera secundaria una pérdida del conocimiento", explica. De llegar al síncope, añade el experto, puede haber un traumatismo craneal.
"El otro mecanismo también serio y grave sería la falta de oxigenación hacia el cerebro", prosigue. Si el cerebro está durante un tiempo escaso sin recibir oxígeno se puede provocar un daño irreversible: muerte celular y muerte neuronal. "Y esa muerte neuronal puede condicionar síntomas irreversibles, qu epueden ir desde secuelas leves, como son algunos trastornos cognitivos, hasta secuelas mucho más graves que lleguen al individuo a un estado vegetativo".
También pueden aparecer ataques epilépticos fruto de esa falta de oxigenación del cerebro. Y todo esto, considera, deberían saberlo los jóvenes. ¿Sería, por tanto, una buena idea contar con cuentas en redes sociales destinadas a ese público? "Sí, cuentas oficiales, con información veraz y responsable que tomaran el liderazgo en esta comunicación", responde Portilla.
"Muchas veces esta información -prosigue- llega fundamentalmente a través de la prensa y estaría bien que se divulgara a través de las sociedades científicas o instituciones estatales las consecuencias de este tipo de prácticas". "En redes sociales y en cuestiones de salud de este tipo hay muchos bulos. Hay que intentar estar atentos y resolverlos", concluye.
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