Jaime Gállego, coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología.
Los neurólogos han advertido de la “epidemia” de
ictus en jóvenes e incluso en adultos menores de 64 años, conjunto en el que la patología ha elevado su frecuencia un 25 por ciento en los últimos 20 años, según datos dados a conocer por la
Sociedad Española de Neurología (SEN) con vistas al Día Mundial de la enfermedad, que se celebra este sábado.
Tanto la información facilitada a este periódico por el jefe del Servicio de Neurología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid,
Jaime Masjuán, como por el coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN,
Jaime Gállego, refuerzan la idea de que el ictus no se reduce “a una enfermedad de mayores” como la mayoría de la población cree.
“A pesar de que las posibilidades de padecer un ictus aumentan de forma considerable a partir de los 60-65 años y de que, con el envejecimiento, va incrementándose de forma progresiva la posibilidad de padecerlo,
cualquier persona puede padecer un ictus, jóvenes o personas mayores, aunque hasta este momento hayan disfrutado de una vida plena”, ha avisado Gállego.
“Ese pico de incidencia en jóvenes del ictus se ha dado en todo el mundo en los últimos diez años y pensamos que se relaciona, en un 60 por ciento de las ocasiones, con hábitos de vida como la dieta, el consumo de alcohol o tabaco e incluso el estrés”, ha precisado Masjuán.
De hecho, el abanico de edades en las que ha aumentado la enfermedad un 25 por ciento en las dos últimas décadas abarca, en efecto, un rango mucho más amplio que Gállego ha situado entre los 20 y los 64 años. De acuerdo con datos de un estudio reciente, incluso los menores de 20 años representan un 0,5 por ciento de la totalidad de ictus de que se tiene constancia, ha reseñado este especialista.
“Es por tanto imprescindible concienciar a toda la opinión pública de la importancia del conocimiento del ictus y de los factores de riesgo, signos y síntomas de alarma y de que, si se produce, la información que se trasmite a emergencias debe ser muy clara para activar lo antes posible el
‘código ictus’ y conseguir la llegada al hospital en el menor tiempo posible”, ha explicado, pues se sabe que “si un paciente que ha sufrido un ictus es atendido por un neurólogo en las primeras horas, l
a probabilidad de fallecer o quedar con una discapacidad grave se reduce a la mitad”.
No todas las CCAA disponen de unidades de ictus
Por último, Gállego ha precisado que no todas las comunidades autónomas disponen de
unidades de ictus en sus hospitales (en el caso de la Comunidad de Madrid –ha precisado Masjuán–, existen nueve, entre ellas la del Ramón y Cajal) “pero sí de la posibilidad de derivar al enfermo, por medio de una red que facilite la aplicación del código, al centro especializado con neurólogo de guardia a la espera”, una de las claves del éxito de la estrategia.
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