David Ezpeleta.
La Sociedad Española de Neurología (
SEN) ha hecho un llamamiento a la población para que retome la
actividad física tras los “excesos” estivales, recordando que “realizar
ejercicio físico moderado es muy beneficioso para mantener el cerebro sano”.
Así lo ha señalado
David Ezpeleta, portavoz del Grupo de Estudio Humanidad de la sociedad médica. “Tanto si nos hemos relajado en exceso durante el verano como si hemos aprovechado el mayor tiempo libre para realizar actividad física, septiembre es un mes clave para tomar medidas en contra del
sedentarismo”.
El sedentarismo, factor de riesgo
Éste, precisamente, es uno de los principales factores de riesgo para las enfermedades neurodegenerativas y las cerebrovasculares. Algunos estudios han demostrado que el ejercicio
puede retrasar diez o más años la aparición de las primeras manifestaciones clínicas, apunta. “La actividad física, especialmente el ejercicio aeróbico, es un potente estímulo de la neurogénesis”.
"Disponemos de evidencias suficientes para recomendar la actividad física como parte del tratamiento", señala Nuria González-García
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El ejercicio regular y la actividad física deben formar parte, además de muchos programas de rehabilitación y neurorrehabilitación, explica
Nuria González-García, portavoz de la SEN.
“En la actualidad, disponemos de evidencias suficientes para recomendar la actividad física como parte del tratamiento en la mayoría de enfermedades neurológicas, aunque
siempre adaptada a las posibilidades de cada paciente”.
Beneficios del ejercicio físico en enfermedades neurológicas
Es
esclerosis múltiple, produce una mejoría en casi todos los parámetros estudiados, sobre todo en la velocidad de marcha, la fatigabilidad y la espasticidad. En
epilepsia puede reducir la crisis y las descargas epileptiformes interictales.
Para la
migraña, ha demostrado tener una función analgésica tanto a corto como a largo plazo y “en la enf
ermedad de Alzhéimer se ha planteado incluso que podría ralentizar la neurodegeneración o prevenir el declive cognitivo en casos preclínicos o incipientes”, apunta González-García.
Por otra parte, en la
enfermedad de Parkinson mejora los síntomas motores y no motores, y podría modificar la supervivencia y la progresión de la enfermedad. Tras un
ictus con afectación motora, “la actividad física ayuda moderadamente a la rehabilitación de las extremidades paréticas, pero muy significativamente a la marcha”.
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