La actividad física ha demostrado beneficios en pacientes con enfermedades neurológicas

La SEN recomienda ejercicio físico moderado para mantener un cerebro sano
David Ezpeleta.


26 ago. 2019 11:20H
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La Sociedad Española de Neurología (SEN) ha hecho un llamamiento a la población para que retome la actividad física tras los “excesos” estivales, recordando que “realizar ejercicio físico moderado es muy beneficioso para mantener el cerebro sano”.

Así lo ha señalado David Ezpeleta, portavoz del Grupo de Estudio Humanidad de la sociedad médica. “Tanto si nos hemos relajado en exceso durante el verano como si hemos aprovechado el mayor tiempo libre para realizar actividad física, septiembre es un mes clave para tomar medidas en contra del sedentarismo”.


El sedentarismo, factor de riesgo


Éste, precisamente, es uno de los principales factores de riesgo para las enfermedades neurodegenerativas y las cerebrovasculares. Algunos estudios han demostrado que el ejercicio puede retrasar diez o más años la aparición de las primeras manifestaciones clínicas, apunta. “La actividad física, especialmente el ejercicio aeróbico, es un potente estímulo de la neurogénesis”.


"Disponemos de evidencias suficientes para recomendar la actividad física como parte del tratamiento", señala Nuria González-García


El ejercicio regular y la actividad física deben formar parte, además de muchos programas de rehabilitación y neurorrehabilitación, explica Nuria González-García, portavoz de la SEN.

“En la actualidad, disponemos de evidencias suficientes para recomendar la actividad física como parte del tratamiento en la mayoría de enfermedades neurológicas, aunque siempre adaptada a las posibilidades de cada paciente”.


Beneficios del ejercicio físico en enfermedades neurológicas


Es esclerosis múltiple, produce una mejoría en casi todos los parámetros estudiados, sobre todo en la velocidad de marcha, la fatigabilidad y la espasticidad. En epilepsia puede reducir la crisis y las descargas epileptiformes interictales.

Para la migraña, ha demostrado tener una función analgésica tanto a corto como a largo plazo y “en la enfermedad de Alzhéimer se ha planteado incluso que podría ralentizar la neurodegeneración o prevenir el declive cognitivo en casos preclínicos o incipientes”, apunta González-García.

Por otra parte, en la enfermedad de Parkinson mejora los síntomas motores y no motores, y podría modificar la supervivencia y la progresión de la enfermedad. Tras un ictus con afectación motora, “la actividad física ayuda moderadamente a la rehabilitación de las extremidades paréticas, pero muy significativamente a la marcha”.
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