Carlos Mur, coordinador científico de la Estrategia Nacional de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud
La falta de nuevas propuestas para la definición de la nueva
Estrategia Nacional de Salud Mental ha llevado al
Ministerio de Sanidad a reorientar el documento y a intentar consensuar una nueva herramienta que lleve a la mejora de la salud mental de la población. Tras un año de espera y sucesivas reiteraciones para que los partidos de la oposición enviasen comentarios y enmiendas, no se recibieron propuestas concretas de cambio en las líneas estratégicas y objetivos del plan.
Así, Sanidad opta por reorientar la Estrategia Nacional de Salud Mental implementando algunos cambios.
Se suprimirán algunos contenidos que resultaron incompletos como los que atañen al abordaje de la cronicidad ya que, según el informe remitido por el Ministerio, “no aportan valor”. “Además, dados los prejuicios existentes en la sociedad sobre la posibilidad de recuperación de las personas con trastornos mentales, esta denominación podría contribuir a la estigmatización”, asegura el departamento ministerial.
Asimismo, las modificaciones pasan también por la supresión de aspectos semánticos muy específicos de determinadas patologías como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o el Trastorno de la Personalidad que, en el contexto de una estrategia global, podrían resultar inconvenientes.
La reorientación de la estrategia establece un especial énfasis en aspectos clave como las actuaciones sanitarias para la prevención y abordaje de la conducta suicida. Además, en cuanto al tratamiento de los pacientes con problemas de salud mental y la intervención con las familias desde el inicio, desarrollando programas de apoyo, formación y capacitación.
Entre los nuevos objetivos que se plantean se encuentran
los derechos y la autonomía del paciente a la información y su capacidad de decisión sobre su tratamiento. Para Sanidad esto pasa por facilitar “cuando las circunstancias de su proceso no lo impidan” el poder de decisión al enfermo sobre su tratamiento. En este sentido, también
anima a promover la realización de acuerdos terapéuticos anticipados que faciliten la toma de decisiones ante dilemas éticos, actuaciones en crisis y cualquier tipo de intervención.
Finalmente, el Gobierno opta por
establecer criterios, protocolos y procedimientos para las intervenciones sin la voluntad del paciente, entre las que se encuentran las contenciones. De esta manera, dar respuesta mediante unos criterios comunes consensuados con las comunidades autónomas a las pautas de inclusión para el uso de estos procedimientos, con el fin de limitar su utilización a casos muy concretos y eliminar su uso extendido en los pacientes con trastornos de salud mental.
Acceda al Informe sobre la propuesta de reorientación de la Estrategia de Salud Mental.
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