Juan José García Peñas, secretario de la SEEP.
20 oct. 2017 11:00H
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Durante IV Congreso de la Sociedad Española de Epilepsia (SEEP) se ha profundizado en aspectos relacionados con problemas asociados a la epilepsia infantil, especialmente el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y la disfunción cognitiva. Antonio Gil-Nagel, vicepresidente de la SEEP, ha asegurado que “se trata de problemas frecuentes en los niños con epilepsia y se originan por una combinación de factores que incluyen la enfermedad de base, la frecuencia de las crisis, la actividad epileptiforme y la medicación antiepiléptica”.
En relación a este tema, Juan José García Peñas, secretario de la SEEP, ha asegurado que “en estos casos es especialmente importante desestigmatizar la enfermedad, no ocultarla, y facilitar a los profesores informes médicos y pautas de actuación ante una crisis epiléptica en el entorno escolar”.
Asimismo, hasta un 30 por ciento de los niños con trastornos del espectro autista (TEA) presenta episodios de epilepsia. “Una cifra que podría alcanzar el 40-60 por ciento en los casos en los que existe una discapacidad intelectual o trastorno asociado, como la parálisis cerebral”, ha matizado García Peña. Los TEA y la epilepsia son patologías que se interconectan de alguna manera, ya que ambas están relacionadas con las conexiones neuronales y comparten causas, generalmente genéticas o metabólicas.
A pesar de las controversias existentes sobre la influencia de las crisis epilépticas en el desarrollo de rasgos autistas, la tendencia más extendida es la que apunta que esta comorbilidad se debe a determinadas causas que producen ambas patologías. “El gen STXPP1, que influye en la producción de las sinapsis neuronales, se ha estudiado como modelo para demostrar que una patología no es detonante de la otra, sino que se desarrollan en paralelo”, ha añadido el especialista.
Interacciones farmacológicas y dieta cetogénica
El secretario de la SEEP ha explicado que el tratamiento más frecuente para los pacientes que presentas ambas patologías, al igual que en los demás pacientes con epilepsia, es con antiepilépticos: “Es importante seleccionar fármacos con amplio espectro, que sirvan para distintos tipos de crisis y que no afecten a la capacidad cognitiva. Es decir, que no tengan efectos demasiado sedantes ni produzcan irritabilidad, ya que suelen ser alteraciones propias de los niños autistas y podrían empeorar su estado”.
No obstante, el espectro farmacológico es muy limitado. En este contexto, García Peñas ha comentado que existen terapias alternativas como la dieta cetogénica. “Una dieta que está especialmente diseñada para estos pacientes, y que consiste en aumentar la proporción de grasas, disminuir la de hidratos de carbono y establecer una cantidad adecuada de proteínas. Las grasas favorecen el desarrollo de cuerpos cetónicos, que tienen un efecto de recesión de las crisis epilépticas e inciden en la mejora de la alerta, la atención y la comunicación de estos pacientes”, ha señalado. Sin embargo, al tratarse de pacientes en los que resulta complicado cambiar las rutinas también se está investigando en el desarrollo de dietas menos restrictivas.
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