Sergio Ramos realizando un remate de cabeza.
6 feb. 2017 9:20H
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Investigadores del Albert Einstein College of Medicine y el Montefiore Health System, en New York, han descubierto que golpear de forma recurrente el balón con la cabeza puede provocar a los futbolistas síntomas similares a los de una conmoción cerebral a pesar de que estos trastornos suelen estar provocados por golpes causados de forma accidental.
De este modo, los resultados publicados en la revista 'Neurology' muestran que, aunque los futbolistas aficionados tienen más riesgo de sufrir un traumatismo craneoencefálico por golpearse con otro compañero, también tienen más riesgo de experimentar síntomas similares si rematan a menudo de cabeza.
"Hay datos suficientes como para afirmar que puede haber riesgo", ha reconocido el neurocientífico Michael Lipton, autor del estudio, en el que no se han estudiado los posibles riesgos más a largo plazo que pueda conllevar esta práctica.
En su estudio, conocido como 'Einstein Soccer Study', reclutaron a 222 jugadores aficionados (el 80% hombres) que vivía en la ciudad de Nueva York para preguntarles por los partidos que habían disputado en los últimos quince días y por la frecuencia con la que solían rematar de cabeza, así como las veces que se habían golpeado en ella y si habían experimentado algún síntoma asociado como dolor, mareo o pérdida del conocimiento.
Alrededor del 20 por ciento de los participantes reportaron síntomas moderados o graves típicos de una conmoción cerebral y los que decían haberse dado más golpes accidentales tenían hasta seis veces más probabilidades de sufrirlos, en comparación con los que se habían golpeado menos.
Pero después de ajustar los datos incluyendo los remates de cabeza, vieron que quienes más cabeceaban la pelota tenían más probabilidades de sufrir esos síntomas, con independencia de los golpes fortuitos recibidos.
"No hay suficiente información para afirmar que rematar de cabeza sea malo o que la gente puede sufrir daño cerebral", según Lipton, para quien la clave está en saber si esos síntomas derivan en más problemas cognitivos a largo plazo, que en este caso podrían prevenirse.
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