que si se inyecta. Así lo demuestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la
, en el que se abre la puerta a una posible memoria inmunitaria de los macrófagos alveolares.
Este estudio, publicado en
Science Inmunology y en el que han participado el Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón y CIBER de Enfermedades Respiratorias (Ciberes) , muestra por primera vez en
modelos experimentales de ratón que BCG es capaz de inducir memoria inmunológica en macrófagos pulmonares, otorgándoles la
capacidad de proteger al individuo a largo plazo frente a diferentes infecciones respiratorias.
El equipo, liderado por Nacho Aguiló, responsable del Grupo de Genética de Micobacterias del centro, observó que los ratones vacunados con BCG por vía pulmonar podían limitar la diseminación temprana de macrófagos tras la exposición experimental con el patógeno Mycobacterium tuberculosis, así como frente a una neumonía letal causada por la bacteria Streptococcus pneumoniae. No solo eso. La protección inferida era a largo plazo y
se relacionó con la activación mediada por BCG de macrófagos alveolares (MA) que se reactivaron rápidamente tras la exposición, lo que sugiere una inmunidad entrenada.
Nuevo concepto de vacunación
La principal novedad del trabajo, realizado en colaboración con investigadores del Instituto de Salud Carlos III (ISCII), el Instituto de Farmacología y Biología Estructural de Toulouse y la Universidad Radboud de Nimega radica en que describe por primera vez no solo que el sistema inmunitario adaptativo es capaz de guardar memoria de la agresión de patógenos, sino que
la vacuna BCG induce también memoria inmunológica en las células de primera línea de defensa en las vías respiratorias, los macrófagos alveolares, de los que no se pensaba que poseyeran esta cualidad, haciendo que respondan de manera más eficiente ante una segunda agresión.
Por tanto, este estudio podría abrir la puerta a un
nuevo concepto de vacunación, basado en la estimulación a largo plazo de las células que comportan la primera línea de defensa del organismo, como son los macrófagos.
La vacuna BCG, que este año cumple
cien años, es la vacuna más administrada de la historia y en la actualidad se inocula por vía intradermal a más del 85 por ciento de los niños que nacen en el mundo. Sin embargo, la eficacia de esta vacuna es limitada, y la tuberculosis sigue siendo en la actualidad la enfermedad más mortífera causada por un microorganismo, con aproximadamente 1,5 millones de muertes cada año, solo superada en el año 2020 por la Covid-19.
El grupo de Nacho Aguiló lleva años investigando el uso de vías de inoculación alternativas para la administración de vacunas de tuberculosis. En el caso particular de la vía pulmonar, esta ruta tiene la peculiaridad de que induce una respuesta inmunológica directa en los pulmones, que no se consigue por otras vías, como la intradermal actualmente usada en clínica.
La principal ventaja de esta estrategia sería que los macrófagos, a diferencia de los linfocitos que han sido la diana de la vacunología clásica, tienen una amplia capacidad de reconocimiento de patógenos, pudiendo reconocer y eliminar diferentes tipos de virus y bacterias, por lo que la inducción de una respuesta de memoria en estas células mediante la vacunación podría resultar útil frente a diferentes enfermedades infecciosas.