Fachada del Ministerio de Sanidad.
La coordinación y el
trabajo conjunto entre el sector educativo y sanitario se presenta como un factor clave para promover el desarrollo y la sostenibilidad en el tiempo de los
planes de promoción de salud en las escuelas. Según recoge la
Guía de Escuelas Promotoras de Salud, publicada en conjunto por el
Ministerio de Sanidad y por el
Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes, esta cooperación es esencial a la hora de generar confianza entre los profesionales y los miembros de la comunidad educativa.
Este documento se presenta como una herramienta para facilitar que los centros educativos se transformen en
Escuelas Promotoras de Salud (EPrS). Se trata de una iniciativa de la
Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, las EPrS están presentes bajo diferentes formas en las distintas comunidades autónomas, que han participado en la elaboración de esta guía de manera conjunta con los ministerios.
Una de las cuestiones imprescindibles para que una escuela se transforme en un EPrS, según el documento, es contar con un
equipo de promoción de la salud en el centro educativo
que incluya la participación del personal sanitario (en los centros que haya) junto con el alumnado, las familias, el equipo directivo, el profesorado, los equipos de psicopedagogía y otros agentes de la comunidad.
Las EPrS deben contar con un equipo multidisciplinar y con la participación de representantes de toda la comunidad educativa. En este sentido cogen especial relevancia los
equipos de orientación y personal no docente, entre los que destacan los equipos
sanitarios de Atención Primaria de la zona y, si hubiera, el personal sanitario del centro educativo.
Vínculo Escuela-Sanidad para la promoción de la salud sexual
Para que una escuela se convierta en una EPrS, el informe destaca que es necesario
favorecer la relación entre la escuela y el ámbito sanitario para
promover una salud sexual integral entre el alumnado. Entre los objetivos específicos se remarca facilitar el acceso del alumnado a los servicios de salud sexual y reproductiva, así como la importancia de c
olaborar con el centro de salud para implementar acciones y programas específicos de salud sexual en las actividades del centro educativo.
En concreto, entre las cuestiones a realizar señala la de
contactar con el centro de salud de la zona y contar con recursos sanitarios como
salud pública, el ayuntamiento, los centros jóvenes de salud sexual y los centros de infecciones de transmisión sexual, si los hubiera.
Recomendaciones sanitarias sobre almuerzos
Otro de los objetivos que persiguen estas escuelas, según se identifica, se centra en
fomentar hábitos saludables que mejoren la
situación nutricional del alumnado en el entorno escolar. Esto se consigue aplicando una
política consensuada de alimentación que incluya desayunos, almuerzos, meriendas y celebraciones y que formará parte del
Proyecto Educativo del Centro (PEC).
Para ello, se necesita redactar una serie de
recomendaciones en conjunto con los agentes sanitarios, que sean consensuadas por el centro educativo. Deben recoger los
principios relacionados con la alimentación saludable (calidad nutricional, productos de proximidad, sostenibilidad ambiental, optimización de las cantidades y aprovechamiento de excedentes o “sobras” para prevenir el desperdicio alimentario) y que estén accesibles y comprensibles para todo el alumnado.
Para su aplicación, los responsables en el centro educativo deben apoyar las medidas planteadas de forma explícita, mediante l
a aprobación por el consejo escolar y comisión, el desarrollo de las actividades a implementar. Junto a esto, se remarca una
coordinación con los activos para la salud comunitaria y recursos comunitarios locales, así como la Implicación y participación de las familias.
Actuación contra el alcohol, el tabaco y las adicciones
La concienciación se presenta en el documento como un aspecto fundamental para que tanto el alumnado como a las familias y el personal del centro educativo persigan que
las escuelas debe ser un espacio libre de humo, haciendo hincapié tanto en la importancia para la salud como para el medioambiente. En este sentido, los
profesionales sanitarios juegan un papel clave a la hora de
crear grupos de debate sobre temas relacionados con el tabaquismo, según se recoge en el texto. Estos se deben basar en soportes que sirvan para plantear cuestiones de
diálogos y grupos en común.
Junto a esta medida, se destaca la importancia de trabajar conjuntamente en la
creación de un entorno libre de alcohol para las personas menores de edad y la implantación de
programas escolares de prevención de adicciones que sean basados en la evidencia científica que promueva la formación de los profesionales sanitarios y educativos implicados.
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