Javier Padilla y Pilar Aparicio durante su reunión con el presidente del CNPT, Francisco Pascual.
El
Ministerio de Sanidad tiene previsto publicar en el primer trimestre del año un nuevo
informe científico en el que se pondrá en cuestión el uso de dispositivos como el
tabaco calentado o los
vapeadores como método para dejar de fumar mediante la
“reducción de daños”. El Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) ya ha hecho llegar a la
Dirección General de Salud Pública un primer borrador del documento que ahora los técnicos se encargarán de pulir antes de ofrecer una versión oficial a la opinión pública.
El objetivo de esta maniobra pasa por evitar que los médicos del Sistema Nacional de Salud (SNS) recomienden a sus pacientes alguna de estas
fórmulas para intentar dejar de fumar, ante la escasa evidencia científica que se ha reunido sobre su seguridad. “La alternativa debe ser más segura, saludable y debemos controlarlo desde el punto de vista clínico”, ha explicado a
Redacción Médica el
presidente del CNPT, Francisco Pascual.
El médico especialista ya ha entregado un primer esbozo del informe al nuevo secretario de Estado de Sanidad,
Javier Padilla, en una reunión en la que se alcanzó un acuerdo para desarrollar el texto con nuevos apuntes de bibliografía científica que veten estas prácticas en la sanidad española. “De momento los estudios que hay
no nos demuestran fehacientemente que haya una evidencia científica que demuestre esto”, ha insistido Pascual.
Aunque el presidente del CNPT ha reconocido que la fórmula de la “reducción de daños” se ha aplicado clínicamente con consumidores de otras sustancias como la
metadona, ha advertido que su plasmación al campo del tabaquismo presenta varios problemas de aplicación. Entre ellos, que los cigarrillos electrónicos utilizan
la misma vía de administración de la sustancia y que no está comprobado su impacto en
enfermedades respiratorias o cáncer como resultado del contenido de metales pesados.
Además, cualquier posibilidad de incluir este potencial tratamiento en la sanidad abriría una serie de debates que tocarían directamente con el sector de distribución del tabaco como
quién es el responsable de su dispensación o a qué perfiles de pacientes se puede ofrecer.
“Se prescribiría si no hubiese otras alternativas, pero sabemos que para una reducción de daños tenemos, por ejemplo, los tratamientos sustitutivos de nicotina por
pastilla, parches o chicles”, ha enfatizado.
La legislación sanitaria del tabaco
Pascual ha apuntado además que el uso de este tipo de dispositivos en una situación clínica
vulnera la legislación europea y ha puesto el foco directamente sobre la industria tabacalera a la que acusa de tratar de influir sobre el colectivo de los médicos con
eventos “pseudocientíficos” en los que se plantea el método de la reducción de daños. “Intentamos explicar y desmontar todo esto”, ha apuntado.
El CNPT no cierra la puerta a que se realicen ensayos científicos para evaluar la evidencia del tabaco calentado o de los cigarrillos electrónicos, pero insiste en la importancia de tener en cuenta sus potenciales
“efectos nocivos” en afecciones como los infartos, especialmente para perfiles de pacientes con patologías previas como la
enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
El primer borrador del texto es el resultado de una investigación en la que han participado varios perfiles científicos dentro del CNPT que abarca a un total de
43 entidades especializadas de Reumatología, Cardiología, Dermatología u Otorrinolaringología. Su publicación definitiva se abordará en una nueva reunión con el Ministerio de Sanidad, con quien ya se ha establecido una sintonía en otros asuntos como la decisión de
sacar del cajón el Plan Integral del Tabaquismo (TIC) que llevaba paralizado desde 2021.
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