Un estudio analiza el grado de amabilidad entre pacientes y profesionales.
Que los
médicos sean amables unos con otros en situaciones de estrés no funciona. Mientras un
nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv, publicado en
Pediatrics, señala que las
interacciones positivas con los pacientes sí que impulsan un mejor rendimiento del equipo médico, sorprendentemente no ocurre igual cuando es entre compañeros. Parece ser que las
interacciones positivas no surten el mismo efecto si se habla de los profesionales con los pacientes que de los trabajadores sanitarios con sus respectivos jefes.
Según una segunda investigación, realizada por el mismo equipo de expertos de Tel Aviv, cuando el personal se encuentra en medio de tareas complejas, como puede ser una cirugía o una intervención superior, la
retroalimentación positiva u otro tipo de comunicación con compañeros puede incluso tener un efecto perjudicial sobre el rendimiento. En concreto, este estudio se publicará en
Human Relations.
"Ambos estudios están relacionados y abordan las interacciones positivas en el lugar de trabajo", explica el profesor
Peter Bamberger, de la Coller School of Management de TAU, uno de los principales investigadores de ambos estudios.
Bamberger ha indicado que el objetivo era
entender cómo la interacción social positiva afecta el rendimiento cognitivo tanto a nivel individual como de equipo. Encontraron que los beneficios de la interacción social se limitaron a la gratitud expresada por un paciente o la familia, a diferencia del
feeback que pudiese dar una figura superior, de autoridad. Es decir, que si los pacientes y los familiares trataban al personal médico con un grado de respeto y amabilidad era probable que recibiesen una mejor atención. Algo que no pasaba cuando el gesto cariñoso se mostraba a un compañero o superior.
Métodos de estudio
La investigación para el primer estudio se ha realizado en colaboración con el profesor
Amir Erez de la Universidad de Florida;
Arieh Riskin, de TAU y el Centro Médico Bnai Zion; y
Ellen Bamberger, del Centro Médico Bnai Zion y el Technion-Israel Instituto de Tecnologia. En el caso de la segunda investigación se realizó en colaboración con el
Yihao Liu, de la Universidad de Illinois, y
Dana Vashdi de la Universidad de Haifa y el profesor Erez.
En el estudio de
Humans Relations, los investigadores realizaron una observación experimental de 432 estudiantes de pregrado que asistieron a un
curso de administración introductoria en una universidad de América del Norte. Los estudiantes fueron asignados al azar en equipos de cuatro personas. Se les asignó la tarea de completar una simulación por ordenador y se pidió que los equipos
tomaran una serie de decisiones basadas en un escenario de la vida real.
"En el curso de esta simulación, los compañeros de equipo solo tenían información parcial y tenían que decidir si disparar y qué disparar", dice el profesor Bamberger. "Mientras trabajaban juntos, los compañeros de equipo, naturalmente, se decían cosas buenas, y no cosas tan animadas, entre sí. Encontramos comentarios positivos como
'¡You, rocks!' ( Tú molas) o
'Keep it coming' (Continúa, avanza) que tuvieron un efecto abrumadoramente positivo en el rendimiento del equipo".
Sin embargo, para la segunda parte del estudio, los investigadores organizaron equipos quirúrgicos en un gran centro de atención de salud terciario en
Israel durante un período de seis meses. Unos 377 equipos quirúrgicos de nueve salas quirúrgicas participaron en este estudio. Los científicos registraron la
frecuencia con la que el personal médico se desvió del protocolo del Ministerio de Salud durante la cirugía después escuchar a veces comentarios positivos de otros compañeros como
'Great call' o oír
murmullos negativos.
Para el estudio de
Pediatrics, los investigadores observaron 43 equipos de la
unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN) en talleres de capacitación sobre simulaciones de cuidados intensivos.
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