No pocos médicos cambian en
Semana Santa la bata por la túnica y el capirote. Solo en Sevilla se cuentan por centenares, y los hay de todas edades e ideologías. “Nosotros tenemos una vocación humanista, y en la cofradía la acompañamos de un sentimiento religioso”, dice
Juan Manuel Contreras, exsecretario general del Colegio Médicos de la capital andaluza y miembro de la Hermandad del Silencio, que este año, como no podía ser de otra manera, revivirá la pasión, muerte y resurrección de Cristo de la mano de algunos de sus compañeros de oficio. Eso sí, con mesura y sensatez, puntualiza el facultativo, quien asume que los años de ‘carreras’ han quedado atrás. De hecho, aún se sorprende de quienes comprometen su propio físico a modo de penitencia, como los costaleros de edad avanzada o en baja forma. “Son cosas que habría que regular; debería haber más formación médica en las hermandades”, defiende.
Una visión muy semejante comparte
José Luis Pereira, responsable de la
Asociación Sevillana de Médicos Cofrades (Asemeco), que cuenta con cerca de 130 miembros (entre ellos, el propio Juan Manuel Contreras). “Probablemente el Señor desde arriba nos protege, pero, igual que hay gente se prepara atléticamente para llevar el trono, hay otros que se ponen al límite”, advierte este endocrino del Hospital Virgen del Rocío, quien recuerda que los recorridos de las procesiones pueden alargarse durante ocho o diez horas. “Se acepta como una manifestación de fe, pero hay que tomarlo con precaución”, añade. El abanico de riesgos es amplio, aunque destacan los
problemas cardiovasculares y
otros síndromes metabólicos, que pueden llegar a ser mortales.
José Luis Pereira, presidente de Asemeco.
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Preparación y control sanitario de las hermandades
Tanto Contreras como Pereira subrayan que los costaleros realizan “un esfuerzo brutal”, lo que haría conveniente más preparación y control médico durante los festejos. Las hermandades disponen de
servicios de asistencia urgente para casos de emergencia, pero los facultativos echan en falta algo más de preparación y control. “A veces pienso que es una suerte que, con la cantidad de costaleros que hay,
no haya más muertes súbitas”, reconoce Contreras.
"Para los que les toca guardia es una faena, pero la obligación está antes que la devoción"
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Cuestión aparte es la de la penitencia basada en la
flagelación con latigazos, una práctica de tortura que, bajo el punto de vista de los facultativos, puede ser “difícil de aceptar desde un punto de vista médico”. “Hace 500 años la Iglesia también aceptaba la pena de muerte y ahora no -apunta el responsable de Asemeco-. Como profesional de la Medicina, diría que este tipo de actos están
al límite de la ética deontológica, se puede hacer penitencia de muchas formas sin autolesionarse”.
Cambios de guardia y carreras por la pasión de Semana Santa
Asumen los sanitarios que son manifestaciones de fe propias de la devoción por la Semana Santa. Una pasión que
a veces queda ‘vetada’ para los médicos, dadas las características de su profesión. Pereira recuerda más de una carrera al Hospital Virgen del Rocío tras recibir un aviso durante su turno de guardia localizada. “Te encontrabas con la
ciudad colapsada y lo pasabas fatal -rememora-. También en los palcos he tenido que atender alguna urgencia cardíaca”.
Un problema añadido es que, al ser fiestas, hay
médicos de vacaciones que se encuentran fuera de la ciudad, y las plantillas ya se encuentran al límite. Hay quienes tratan de
cambiar libranzas o guardias.
“Para los que tienen asistencia en la estación de penitencia y les toca guardia es una faena, y habrá quienes la quieran cambiar con un compañero -conviene Pereira-.
Pero la obligación está antes que la devoción”.
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