Dos adjuntos explican cómo han cambiado sus miedos en el trabajo al adquirir más experiencia laboral

 Dos médicos adjuntos explican cómo han cambiado sus miedos e inseguridades en el trabajo al adquirir más experiencia laboral.
Chema Fernández y Cristina Guijarro.


20 mar. 2024 7:00H
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Si algo caracteriza a los médicos primerizos son las inseguridades, los miedos y la sensación de no estar a la altura o tener menos conocimientos de los que deberían. Todos estos temores se diluyen con los años, o al menos, eso es lo que parece desde fuera. Pero, ¿qué 'fantasmas' persiguen a los sanitarios más veteranos en lo que al trabajo se refiere? ¿Es normal seguir desconfiando de uno mismo incluso con una larga trayectoria profesional a las espaldas?

Para Chema Fernández, especialista en Medicina Interna, "las inseguridades en el trabajo siempre existen", especialmente aquellas relativas a situaciones de los pacientes que no se puedan abarcar con los medios disponibles. De hecho, este adjunto sostiene que   no se trata de enfrentar inseguridades nuevas con el paso de los años, sino de identificar cuestiones que antes pasaban desapercibidas. "Tiene mucho que ver con el 'sólo se que no sé nada' de Sócrates, porque cuanto más sabes, más te das cuenta de puntos que se te pueden escapar", explica.


"Tiene mucho que ver con el 'sólo sé que no sé nada' de Sócrates, porque cuanto más sabes, más te das cuenta de puntos que se te pueden escapar"



Otro factor a tener en cuenta para este facultativo es el lugar en el que se trabaje, ya que "cada sistema autonómico es un mundo", y por tanto no siempre se cuenta con las mismas herramientas para solucionar un problema determinado. En consecuencia, no se obtienen los mismos resultados. "He estado en dos comunidades diferentes y me he dado cuenta de que en algunas eres más eficiente que en otras, pero dentro de los hospitales y servicios también hay diferencias", asegura. 

Autoexigencia en Medicina


A título personal, Fernández ve una cara positiva y anima a sus compañeros de profesión a "no quitarse el miedo a no cumplir las expectativas o a no ser capaces de solventar la situación", puesto que considera estos pensamientos como"una autoexigencia que debe tener cada profesional". En la misma línea, recomienda "tratar a cada paciente como si fuera el último" y emplear todas las energías posibles al atender cada enfermo o leer cada historia clínica.

Como neuróloga con tres décadas de experiencia, Cristina Guijarro recuerda perfectamente el "vértigo" que sintió poco después de terminar sus años MIR al pensar que no podría atender adecuadamente a sus pacientes. "Me dijeron que a los tres años de salir de la residencia todo se relacionaba en el cerebro del neurólogo, se volvía eficaz y seguro e iba rodado", declara. Dicho consejo le aportó "seguridad" y determinación, especialmente en esos primeros tres años como médica especialista en los que no se sintió culpable por preguntar dudas sobre patologías complejas a esa misma persona.


"Todos sentimos en alguna ocasión que no dominamos algo, pero con los años aprendes a convivir con tu peor enemigo, que es la autoexigencia del médico"



Con años y años de trayectoria a sus espaldas, ha aprendido que "es imposible abarcar y ser un experto en toda la Neurología", y que cualquier sanitario convive con los mismos 'demonios'. "Todos sentimos en alguna ocasión que no dominamos algo, pero con los años aprendes a convivir con tu peor enemigo, que es la autoexigencia del médico", concluye. 
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