Las escisiones conducen a un escenario cada vez más fragmentado en plena negociación del Estatuto Marco

El sindicalismo médico se fractura por las diferencias entre las organizaciones.
El sindicalismo médico se fractura por las diferencias entre las organizaciones.


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Es difícil encontrar una profesión más unida en sus reivindicaciones que la médica. Los facultativos han alzado la voz con el objetivo de conquistar un estatuto propio que responda a algunas de sus demandas históricas en el panorama laboral. Sin embargo, esta piña no ha encontrado un reflejo en el entramado de los sindicatos que representan a los profesionales. Paradójicamente, las organizaciones se encuentran en su momento de mayor división de los últimos años. Las pugnas internas, las escisiones y los procesos electorales han dado lugar a un escenario de fragmentación. El puzle cada vez tiene más piezas y la fuerza para hacer llegar una voz única hasta la mesa de negociación es más débil.

El resultado de esta división se observa con facilidad en el organigrama de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) que en las últimas semanas ha perdido dos de sus principales bastiones: Galicia y Navarra. Sus salidas se producen después de que declararan su independencia también otros grandes feudos en los últimos años como Madrid, Cataluña o Euskadi que tampoco responden ya ante el principal sindicato médico a nivel nacional que, de momento, es el único que tiene un asiento reservado en la Mesa del Ámbito donde se decidirá el futuro laboral de toda la sanidad.

De cara a la opinión pública, esta lluvia de escisiones está motivada por las diferencias a la hora de enfocar negociaciones clave como la del Estatuto Marco. Sin embargo, bajo la superficie afloran una serie de pugnas por el poder y desencuentros que van mucho más allá en el tiempo. En el caso de Galicia, el conflicto se remonta casi un año atrás, cuando el Sindicato Médico de Galicia (Simega) decidió aliarse con CSIF para ir de la mano en las elecciones sindicales autonómicas. El gesto le valió un expediente formal por parte de CESM y un veto a participar en otras grandes decisiones de la confederación. Es un caldo de cultivo que ha conducido irremediablemente a su actual salida de la organización.

Apenas unas semanas antes también se consumó la escisión del Sindicato Médico de Navarra (SMN) que abandonó el barco de CESM por su falta de consonancia con la actual cúpula de la confederación. Detrás de este movimiento de la organización que preside Alberto Pérez se encuentra una disputa por el contenido de los estatutos que en la comunidad foral consideran que perjudica a los intereses de sus profesionales. El ruido provocado por las dos salidas ha provocado un gran revuelo en el seno del sindicalismo, donde ya se habla en clave interna de otras dos comunidades que pueden seguir sus mismos pasos: Aragón y La Rioja. Aunque ninguna ha dado un paso adelante.

Entre los sindicatos con nombre propio que sí que han escoltado a CESM se encuentra el Sindicato Médico Andaluz (SMA) que ha abanderado todas las grandes causas negociadas a nivel nacional. Su sello se encuentra también en las principales reivindicaciones por un estatuto propio de los médicos. E incluso han respaldado las movilizaciones y huelgas convocadas en Madrid, a pesar de que su apuesta le haya costado un cruce de declaraciones con otros sindicatos autonómicos porque las fechas coinciden con la gran manifestación de la sanidad andaluza.


Una organización paralela y la lluvia de sindicatos


Esta revolución interna de CESM no solo se ha quedado en un mero gesto de cara a la galería. Los sindicatos díscolos han comenzado ya a organizarse por su cuenta bajo el paraguas de la flamante Agrupación Profesional Por un Estatuto Médico y Facultativo (Apemyf). La organización, si bien ha nacido con un único y principal objetivo, se ha terminado convirtiendo en la contraparte de CESM. Ya agrupa más de una quincena de nombres. No es baladí que su presentación se produjera en Barcelona. Ni que entre sus cabezas más visibles se encuentre Ángela Hernández, la secretaria general de Amyts, que perdió su pugna electoral contra Víctor Pedrera para hacerse con el control de la confederación estatal en las últimas elecciones.

La nueva agrupación se ha convertido en el espacio al que han terminado por unirse todos los sindicatos que han firmado su salida de CESM. Sus socios fundadores insisten en que las dos plataformas son compatibles. Y de hecho, algunas organizaciones todavía navegan entre las dos aguas. Es el caso del Sindicato Médico Profesional de Asturias (Simpa), el Sindicato de Médicos de Aragón (CESM Aragón) o el Sindicato Médico de La Rioja que tienen representación en los dos foros.

La respuesta no se hizo esperar. Y apenas unos días después del nacimiento de Apemyf, una nueva organización vio la luz en la capital: el Sindicato Médico Independiente de Madrid (Simeim). La institución, que surgió como una alternativa a Amyts, fue admitida en apenas unos días bajo el paraguas de CESM que así recuperaba el terreno perdido en la ciudad más relevante de las reivindicaciones laborales. Su nacimiento recuerda a la creación del Sindicato Médico Catalán (Simecat), contraparte de Metges en Barcelona. Las voces del sindicalismo ya hablan de que esta misma estrategia podría replicarse en Galicia o Navarra para tapar las heridas de las últimas escisiones.

El resultado de este baile de nombres es que cada vez hay más sindicatos médicos que defienden lo mismo repartidos por toda la geografía española. Sus siglas, en algunas ocasiones de difícil pronunciación, son ajenas a buena parte de la profesión que ahora deberá elegir en qué bando se colocará. Todos comparten los mismos objetivos, pero han decidido hacer la guerra por su cuenta. Las dos Españas del sindicalismo médico.
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