El médico español Gregorio Marañón.
19 may. 2018 13:00H
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Se podría decir que Gregorio Marañón era alérgico a la 'titulitis', un mal que hoy anega las aulas de cada institución académica. Marañón, uno de los grandes genios de la Historia de la Medicina, detestaba las competiciones por conseguir la mejor nota o el proceso de oposición para convertirse en médico de las instituciones sanitarias públicas.
El madrileño estudió Medicina en la Universidad Complutense de Madrid, donde fue alumno del premio Nobel Santiago Ramón y Cajal, al que siempre admiró. Curiosamente, no obtuvo unas notas brillantes en las asignaturas de Ramón y Cajal, pero esto no suponía un problema para él.
"Un mal estudiante puede ser, andando el tiempo, un gran hombre. Un estudiante perfecto, uno de esos abonados a la matrícula de honor, ése, casi necesariamente, se esfumará en una penumbra intelectual para toda su vida. Es un deportista de las buenas notas y nada más", aseguraba el propio Marañón.
El médico también argumentaba que los procesos de oposición que había que pasar ser facultativo en un hospital público estaban mal diseñados pues solo atendían a los conocimientos académicos. Para Marañón, un gran humanista, la profesión de la Medicina iba ligada inexorablemente al cariño y la atención cercana al paciente, algo que no se podía medir en un examen teórico. Hasta llegó a escribir un ensayo a este respecto. El internista hubiera estado hoy en día bastante en contra del examen MIR.
Amigo de los intelectuales: Lorca, Unamuno, Azorín, Ortega y Gasset...
A Marañón siempre le gustó estar cerca de la intelectualidad. Su primer contacto con ella fue de niño. Su padre, Manuel Marañón, un reconocido abogado, era amigo de Benito Pérez Galdós y le visitaba con frecuencia en casa. El pequeño Marañón solía acompañar a sus padres en estas visitas y comenzó a forjar una íntima relación con el escritor. "Es de esas personas que nunca tienen afán de enseñar, por eso son grandes maestros", dijo sobre él.
El internista tuvo gran interés por el arte, la literatura y la historia, y cultivó todas esas áreas además de la Medicina. De hecho, es el único español a día de hoy que ha conseguido ser miembro de cinco reales academias; la Real Academia Española; la de Medicina; la de Historia; la de Bellas Artes y la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
Mantenía una correspondencia habitual con Miguel Unamuno, Azorín y Ortega y Gasset. También mantuvo buenas relaciones con Federico García Lorca, que llegó a recitar su Romancero Gitano en su casa de Toledo, El Cigarral.
Liberal y trabajador incansable
Marañón se definía con orgullo como un liberal y tenía un concepto muy particular de lo que significaba: "reconocer que alguien que piensa lo contrario de ti puede tener la razón y pensar que el fin nunca justifica los medios, sino que son los medios los que justifican el fin".
Su liberalismo le llevó a detestar la dictadura de Primo de Rivera, en la que llegó a estar encarcelado. Formó junto a José Ortega y Gasset y Ramón Pérez de Ayala la Agrupación al Servicio de la República, pero la disolvieron a los seis meses de que esta comenzase a andar.
Fue un trabajador incansable. Por las mañanas acudía a su consulta en el Hospital Central de Madrid y por las tardes atendía a más pacientes en su consulta privada. Destinaba los pocos minutos que rescataba a diario y los fines de semana para escribir e investigar. Publicó en su carrera alrededor de 500 monografías científicas, cerca de 200 prólogos y decenas de libros sobre Medicina, Historia y Ensayo. Su concepción humanista de la vida le llevó a tratar siempre a los pacientes con cercanía y cariño, algo que le agradecieron y que le convirtió en uno de los médicos más populares de Madrid y de España.
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