Fernando Carballo, presidente de Facme (izquierda), y Antonio Zapatero.
A lo largo de los últimos meses, han sido muchas las sociedades científicas que han firmado acuerdos con la
Organización Médica Colegial (OMC) para que los médicos de las diferentes especialidades puedan certificar que tienen actualizados sus conocimientos, en vista de lo que marca la
Directiva Europea de Cualificaciones Profesionales.
Aunque de momento son pocas, varias las sociedades científicas ya están manos a la obra, con la
Atención Primaria tomando ventaja.
Semergen y
SEMG ya han presentado su herramienta de validación del
Desarrollo Profesional Continuo (DPC). Separ está probando ya la suya y SEHH la tiene en su fase final. Los hematólogos, sin embargo, han decidido frenar su desarrollo de momento.
“A nosotros nos faltaba una parte: tienen que recertificarse los hematólogos que hacen clínica, no los que hacen docencia e investigación porque no ven pacientes, pero había que establecer qué porcentaje de conocimientos en estos campos son necesarios para el ejercicio responsable de la profesión”, explica
Carmen García Insausti, secretaria de la SEHH. “Como va a ser algo que concierne a todas las sociedades, hemos esperado a que haya un criterio común”.
García Insausti adelanta que se trata de “una recomendación que hizo
Facme (Federación de Asociaciones Científico Médicas de España), pero no un imperativo”, y que están pendientes de una nueva reunión para establecer un
baremo común que fije el peso específico de cada apartado.
Antonio Zapatero, presidente de la SEMI y vicepresidente de Facme, desarrolla este argumento. “Las sociedades científicas tienen muchos puntos en común. La idea que hemos tratado es que, desde Facme, se debe elaborar una
metodología común a todas las sociedades científicas, que se basen en los mismos principios”.
Evitar un posible caos
El Ministerio de Sanidad se ha apoyado en las sociedades científicas para desarrollar esta pata de la
validación periódica colegial, relativa a la competencia profesional. El hecho de que exista una cuarentena de estas instituciones podría generar grandes diferencias en la forma de evaluar esta aptitud en cada médico: no hay más que ver los ritmos que lleva cada una para establecer su plataforma de DPC. Para evitar este posible caos, se ha hecho necesario introducir un orden común, máxime cuando se ha decidido centralizar esta responsabilidad a través de la OMC, que ya ha firmado acuerdos con 15 de estas sociedades.
“Como Facme, en la próxima junta directiva iremos estableciendo tiempos y contenidos comunes, teniendo en cuenta las diferencias de cada especialidad”, continúa Zapatero. “Queremos ir todos a la vez y que los apartados que se vayan a baremar sean similares”. A pesar de las diferencias en el nivel de desarrollo de las herramientas que validen las competencias de los médicos, el presidente de los internistas confía en que para finales de 2017 la gran mayoría de sociedades científicas tendrán sus criterios establecidos.
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